16

2.8K 238 36
                                    

Me puse un buzo de Billie que había encontrado entre mi ropero y agarré mi mochila, no bastaron cinco minutos para que tocaran la puerta y una sonrisa se dibuje en mi rostro.

Tal y como lo había dicho un día antes, Paulo después de su entrenamiento estaba tocando la puerta de mi habitación a lo que esta vez lo recibí bastante contenta.

—Parece que alguien se levantó de buen humor, ¿Será por eso que va a llover? —bromeó y me abrazó por los hombros cuando le di un beso en el cachete.

Por suerte, Dybala se había puesto en contacto con los chicos y habían organizado para juntarse en un café a merendar.

Para nuestra mala suerte, Paulo no había dicho que yo iba con él por ende no sabíamos cómo iban a reaccionar nuestros viejos amigos.

El camino en auto fue bastante corto, con las anécdotas de Paulo en su nuevo equipo y como habían sido sus entrenamientos la última semana, se había creado un ambiente relativamente cómodo.

—¿Estás nerviosa? —preguntó una vez que bajamos del auto y no bastó ni que dijera una palabra para que él supiera exactamente como me sentía.

—Me duele la panza de los nervios, no estaba tan nerviosa desde que conocí a Emma Watson.

Entrelazó su mano con la mía en señal de apoyo y me empezó a estirar hasta estar adentro de la cafetería. Pensé que me iba a soltar en cuanto viera a los chicos pero no lo hizo, caminó conmigo de la mano y bajo la atenta mirada de ellos hasta que llegamos.

No parecían tan sorprendidos pero sí se cuchicheaban entre ellos algunas que otras cosas que no pude llegar a escuchar, los tres se levantaron y lo primero que atinaron a hacer fue abrazar a Paulo.

Joaquín fue el primero en separarse y mirarme por unos segundos antes de chocarme el puño, aunque Lautaro lo empujó seguido de un qué te hacés el duro animal y me envolvió en un cálido abrazo, Leandro dudó un poco en unirse pero finalmente lo hizo.

El tucumano los miraba como si hubieran cometido el peor pecado del mundo mientras que yo me sentía un poco fustrada, me dolia que Joaquín esté enojado conmigo pero lo aceptaba.

—¡Me dijeron que estábamos enojados con ella! —gritó el Tucu y ahí entendí todo, aunque se terminó de confirmar cuando pateó a los dos que me abrazaban y me envolvió en un fuerte abrazo.

No dudé en corresponder los abrazos de cada uno de ellos y después nos acomodamos Paulo y yo, Lauta, Lean y Joaco ya estaban acomodados así que no tardamos mucho en estar todos sentados.

—¡Yo sabía que iban a volver! Pagame —Leando movió sus manos fingiendo gritar emocionado y apuntó a Lautaro, no entendía muy bien lo que estaba pasando pero sospechaba que tenía que ver conmigo y Paulo.

—No volvimos —respondió el chico, confirmando mis sospechas.

Lautaro empezó a sacarle la lengua a Leandro y movía las manos en forma de billetes mientras que el xeneize sacaba su billetera.

—¿Y les falta mucho para volver? —cuestionó el tucumano y me sentí desorientada, ¿No estaban enojados conmigo?

—Mejor odena tu merienda, Tucu.

—No escuché a Nicole hablar desde que llegó —recordó Leandro y todos me miraron a mi, incluído Paulo.

—Ah... No sé que decirles la verdad —apreté mis manos por abajo de la mesa—. Los extrañé bastante.

—Nosotros también te extrañamos, si no fuera por los programas de televisión hubiéramos pensado que estabas muerta —reprochó Lautaro y asentí con vergüenza.

—Bueno pero ahí está vivita y coleando —me señaló Lean con una sonrisa y asentí.

—Es que hierba mala nunca muere —bromeó Joaco y por primera vez solté una sonrisita tímida.

—Los quería felicitar por ganar el mundial, al fin hacen algo bien —ahora fui yo quien bromeó y miré a Joaco para devolverle la de recién—. Bueno, la mayoría de ustedes.

—Sos una forra.

—¡Te juro! —rió Leandro—. No sabés lo lindo que es despertarme todos los días pensando que soy campeón del mundo.

Miré a Paulo con aires de superioridad y lo único que hizo fue rodar los ojos con fastidio y tomar el submarino que le había traído la mesera.

—Escuchamos tu nueva canción y por eso pensamos que habías vuelto con Paulo —me explicó Laura y arrugué mi nariz, ¿Tan obvia había sido al escribirla?

—No la escribí para Paulo.

—No, la escribió para un viejo amigo —se burló mi compatriota cordobés y bufé por lo bajo.

—Es lindo ver que de vuelta se hablan, y que de vuelta nos hablas a nosotros —murmuró Joaco y me removí un poco incómoda—. Pero no te olvides que primero están los pibes y después los chongos eh.

Se sentía como si nada hubiera cambiado entre mis amigos y yo, lo único que faltaba era que Rodri esté con nosotros y ya seríamos la misma banda quilombera de siempre. No supe cuánto los había extrañado hasta que los volví a ver, hasta que volví a reír con ellos.

Y me cuestioné por qué me alejé de ellos en un principio, si eran lo único que me quedaba. Tal vez mi mente retorcida había llegado a la conclusión de que no merecía tener a personas que me quisieran, que no merecía a los chicos y que ellos merecían algo mejor que yo.

No podía creer el daño tan enorme que me había causado a mi misma solo por la culpa de haberlo dejado a Paulo, no podía creer que la ilusión adolescente de cumplir un sueño me había llevado a desbordarme tanto.

Ahora me cuestionaba si estaba bien lo que hice, capaz que si me quedaba con Paulo igual hubiera cumplido mi sueño pero de forma diferente.

Ahora ya no tenía sentido intentar pensar en lo que hubiera pasado, ahora estaba todo marchando sobre ruedas de nuevo y esta vez no lo quería arruinar. Esperaba de verdad no hacerlo.

—Entonces el Kun agarra y nos dice "¡Esperen loco, dejé a mi pibe en el hotel!" —contó Lean y todos estallamos en carcajadas, tal y como en los viejos tiempos.

—Leo casi lo mata también, porque cómo se iba a olvidar al nene. Ni nosotros hicimos eso, lo primero que hicimos fue ver si Juli y Enzo venían con nosotros —comentó gracioso Lauta y me sentí un poco confundida.

—¿Quienes son Juli y Enzo?

—¿Vivís abajo de una piedra nena? —Joaco me dió un sape en la nuca y me encogí de hombros—. Son las nuevas promesas, son re copados los dos y encima Juli es re fan tuyo.

—La primera vez que salimos cayó con una remera que tenía tu cara y Paulo se quiso pegar un tiro en las bolas —recordó Leandro y miré a Dybala divertida, tenía la cabeza hundida en su plato.

—¿Cuándo das tu concierto acá en Italia al final? —preguntó Lauta—. Mirá que nosotros vamos a ir eh, el Lean se sabe todas las canciones y Joaco se hace el que no pero sí. Agus es re fan tuya así que yo me las se todas.

—Le dice Shaki rof al shake it off —se burló Joaquín y todos rieron menos Lautaro.

—Lo más probable es que lo de en unas tres semanas, como es el cierre del Tour estamos planeando traer varios invitados y eso, pero hay que buscar una fecha en la que todos estén disponibles.

—Si reunis a los One direction te mando a hacer un altar en mi casa —pidió Leandro y alcé mis manos en forma de sorpresa.

—Ah no sé, no sé.

—Nosotros nos tenemos que ir ya, miren la hora que es —se quejó Jaoco y los tres se acercaron para abrazarnos a mi y a Paulo, ví como le susurraban algo al chico que estaba al lado mío pero no les di tanta importancia.

—Nos vemos pronto, Nicki.

—Nos vemos, homoerectus.

Miré a Paulo que estaba un tanto pensativo y le di un leve empujoncito, salió de su trance y me miró travieso.

—¿Alguna vez fuiste a un bar de Italia?

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Where stories live. Discover now