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Las noticias siempre vuelan rápido, o eso es lo que dicen.

En el mundo del espectáculo todo está al ojo del público, se hacen especulaciones todo el tiempo y se inventan historias a cada minuto.

"Nicole Agüero, se ha dado a conocer que la famosa cantante ha sido internada de urgencias a tan solo unas pocas horas de finalizar su concierto en la ciudad de Roma, nos han informado que la artista se encuentra luchando por su vida con cada segundo que pasa. Se desconoce la causa de su internación"

Esas palabras seguían rodando por la cabeza de Paulo Dybala, tan solo en la mañana del día posterior al concierto la noticia ya se había dado a conocer en todo el mundo y claro, tratándose de alguien con la fama de Nicole, no era sospechoso que se haya dado a conocer lo que ocurrió por todos lados.

La noticia se encontraba en cada canal de televisión, cada red social. Twitter estaba explotado de gente pidiendo por Nicole, todos esperaban que Matt Simons, el manager de la argentina saliera a desmentir todo como solía hacerlo a menudo.

Pero no fue así, lo que todos deseaban que fuera solo un mal sueño, no lo era.

Nicole estaba muriendo en la camilla de un hospital.

Leandro Paredes estaba en el sillón de su amigo, tenía la cabeza puesta entre sus manos y lloraba desconsolado. Nadie le decía nada, se había estado encargando de mandar mensajes a todos sus conocidos hacían ya tres horas.

Pero nadie sabía nada, y los que sabían, no le respondían.

Él no entendía por qué, se sentía bastante lastimado porque nadie le decía que estaba ocurriendo con su mejor amiga. Leandro era uno de esos tantos que pedía una y otra vez por la vida de su amiga, jamás había sido tan creyente. Pero ese día, Leandro rezó.

—¿A vos no te contestan? —le preguntó Lautaro a Dybala, la joya miraba un punto fijo y estaba perdido en sus propios pensamientos. Se sentía culpable, mierda, sí que se sentía culpable.

El amor de su vida se estaba muriendo y algo en él le gritaba que era su culpa, que todo había sido por su culpa.

—¿Eh? —murmuró distraído, Lautaro se rindió y siguió llamando a la familia de Nicole. Pero ninguno de los Agüero daba señales de vida, ni siquiera la madre de Nicki lo hacía.

Nadie sabía nada de ella.

Las manos de Selena temblaban, ya le habían dado tres ataques de ansiedad en solo tres horas. Había estado allí doce horas al igual que Harry, Niall, Tom, Matt y Louis. Pero nadie recibía respuestas cada vez que preguntaban por la rubia, solo veían médicos entrar y salir corriendo a esa blanca habitación.

No habían usado sus teléfonos más que para mantener informada a la familia de Nicole, incluso Silvina estaba tan preocupada por su hija, que había reservado el primer vuelo a Roma que encontró. Habían recibido llamadas de ciertos futbolistas pero se negaban a contestar, el rencor que sentían era mayor que su empatía.

Incluso Harry, nunca en su vida había odiado tanto a una persona como lo hacía con Paulo Dybala. Harry lo culpaba de todo lo que le había pasado a Nicole y no era el único, Selena y Matt también lo hacían.

Niall se mordía las uñas de los nervios, Louis se estiraba los pelos y Matt ya se había tomado seis tazas de café. Cada uno sobrellevaba la espera como podía, mientras que Harry caminaba de un lado al otro y calmaba a Selena, Tom estaba sentado en el piso dando constantes golpes a la pared con su cabeza.

—¿Familiares de la paciente Agüero? —salió un médico al fin, sostenía una planilla en sus manos y su vista estaba fija en ella.

Todos se acercaron a él como leones a su presa así que el médico alzó la vista y se sorprendió al ver las personas que tenía en frente, aunque supo que debía actuar con profesionalismo y aclaró su garganta.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora