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Paulo estaba sentado al lado mío mientras hablaba de fútbol o hacia chistes sin gracia, que en realidad me hacían reír bastante. Nos habíamos despertado bastante temprano para poder disfrutar de un desayuno en paz y fue la mejor idea del mundo, la cocina estaba hecha un desastre y nosotros estábamos en la pequeña isla, pretendíamos que el quilombo que habíamos dejado no estaba.

—Yo creo que hay que hacerle la espontánea a tu mamá —comentó divertido y largué una carcajada.

Me miró con una sonrisa y pareció que los años no habían pasado con nosotros, creo que desde que llegué era la primera vez que estaba disfrutando de su compañía.

—Buen día —la voz de mi mamá reventó mi burbuja de paz y por inercia hice una mueca, Paulo rió y fingió demencia cuando mi progenitora se acercó—. Paulito querido, ¿Dormiste acá?

Le di un sorbo al vaso de jugo que tenía a mi lado y me levanté disimuladamente con el pretexto de limpiar el chiquero que habíamos hecho. No tenía ganas de que mi madre se pusiera a molestarme tan temprano, había decido ignorarla y dejar de intentar buscar su aprobación o cariño.

—No, llegué hace un toque y como la única despierta era Nicole, me quedé charlando con ella —mintió como un descarado y mi mamá nos miró con complicidad antes de sonreír y salir de la cocina.

—Cada día la entiendo menos.

Paulo no dijo nada y se centró en su teléfono unos minutos, después me miró a mi y su expresión cambió a una traviesa.

—¿Tenés algo que hacer hoy?

—No.

—Bueno, vamos al cine.

Arrugué la nariz y aunque la idea me tentaba bastante, no creía que era lo mejor que podríamos hacer ahora.

—¿No se supone que primero me tenés que preguntar si quiero ir? —cuestioné cruzada de brazos.

—No te podés resistir a mis encantos, así que no me vas a decir que no.

Se levantó de golpe y empezó a ayudarme a limpiar todo, según él, para terminar más rápido y encontrar mejores butacas en el cine. No necesitamos explicarle mucho a mi mamá porque había desaparecido así que simplemente salimos de la casa antes de que las demás se despertaran y nos subimos al auto.

—¿Tenés música? —pregunté revisando el auto, si mi memoria no me fallaba y efectivamente no lo hizo, Paulo tenía bastantes discos de música porque siempre había sido de los que prefieren las cosas más simples.

Encontré cosas bastantes interesantes, tenía algo de daddy yankee, Camilo, Manuel Turizo, lali, måneskin, Avril Lavigne, y lo que más me causó curiosidad... Nicole Agüero.

No pude evitar esbozar una sonrisa al reconocer uno de mis discos y detrás de él habían tres más. Los sustuve en mis manos y de reojo pude ver al futbolista tensarse, moví los discos en mi mano para mofarme un rato de él y no dijo nada, se mantuvo en silencio.

—No sabía que eras taaan diverso con tu rango musical —solté burlona y rodó los ojos, aunque pude notar que sus mejillas se habían teñido de un color carmesí.

Estás atrapado, Dybala.

—¿Qué te puedo decir? Hago obras de caridad seguido, soy un alma caritativa.

—Me gustaría decir lo mismo —comenté con un tono de pena—. Pero la verdad, no me gusta el fútbol.

—Ibas a todos los partidos del Inter, si no mal recuerdo —murmuró sin sacar su vista del frente y reí.

—Claro, Joaquín necesitaba mi presencia tan luminosa —bromeé alzando un brazo y colocando uno de los cd's en el estéreo.

Love story empezó a sonar a todo volumen y quise soltar una carcajada ante la ironía del momento pero no lo hice, mi voz se quedó atrapada en mi garganta cuando Paulo empezó a cantar los versos intentando hacerse el disimulado.

—Siempre me pregunté a quien esperabas cuando escribiste esa canción —comentó a mitad del estribillo y me quedé helada.

—¿Qué?

—Sí, siempre me dijiste que escribías todo desde tu propia perspectiva, que escribías lo que sentías —recordó tarareando entre palabras—, ¿Quién es ese Romeo, Nicole? Porque es obvio que Julieta sos vos.

Tosí un poco cuando la canción cambió y Don't Blame me empezó a sonar en los parlantes, no sabía que responderle porque ese Romeo era él. La canción la escribí cuando Paulo y Oriana hicieron pública su relación, una parte ilusa de mi había creído que él me esperaría un poquito al menos, que podría explicarle todo y que seríamos felices.

Pero eso solo pasaba en cuentos de hadas.

—Nadie —murmuré cuando paró en un semáforo que estaba en rojo—. No hay Romeo y no soy Julieta, esas cosas solo pasan en las películas.

—¿Alguna vez me escribiste una canción? —preguntó directo y sus ojos se encontraron con los míos.

Te escribí todas.

—Capaz que una o dos, no me acuerdo —mentí encogiéndome de hombros—, ¿Por?

—¿Qué canciones me escribiste?

—Midnight rain es sobre vos —confesé un poco incómoda y saqué mi teléfono del bolsillo de mi campera.

—A Midnight rain la escribiste hace poquito.

—Ya sé.

—¿Así que estuviste pensando en mi recientemente?

Lo miré sorprendida y noté que tenia una total expresión de diversión que se extendía desde su sonrisa hasta el brillo de sus ojos, apreté los labios y miré al frente. Intentando que mi lengua no suelte palabras inofensivas, no quería pelear.

—Lo dice el que colecciona todos mis discos, se sabe todas mis canciones y compra entradas para mis conciertos.

Bueno, al menos lo intentaste.

—Eso es cierto, pero yo no puedo dejar de pensar en nosotros —confesó en voz baja y sentí que mi corazón podria salir de mi pecho, había empezado a latir con gran fuerza y velocidad.

—A mi me pasa lo mismo a veces —confesé también, intentando ocultar la sonrisa de ilusión que amenazaba con asomarse.

Los dos bajamos del auto y él pasó uno de sus brazos por mis hombros, se acercó a mi oído y su aliento cálido chocando contra mi piel hizo que me estremeciera.

—Lo nuestro nunca va a terminar —susurró y se apartó como si nada.

—¿Por qué te pusiste una camiseta blanca? —pregunté intentando cambiar de tema.

—Siempre uso camisetas blancas —me dijo a la defensiva, y después una linda sonrisa se iluminó en su rostro—, ¿Por qué siempre usas labial rojo?

—Porque me gusta.

—Y te queda hermoso —admitió guardando sus manos en los bolsillos de sus pantalones—. Bendito sea ese labial clásico.

Escuché gritos detrás de nosotros y Paulo sonrió antes de que los dos nos echáramos a correr entre risas hasta la puerta del cine, dónde compraríamos las entradas y la comida.

Vi a Paulo pedir los baldes de pururú y saqué mi teléfono rápido cuando una cachetada de inspiración me golpeó de repente. Entre a notas y comencé a textear la frase que me hizo sonreír al terminar de escribirla y releerla.

'Cause we never go out of style.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Where stories live. Discover now