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Llevé otro a mi boca mientras Martina me miraba con desaprobación, le dediqué una sonrisa ladina en muestra de inocencia y se acercó a mi para arrebatarme la bolsita de las manos.

—¡Dejá de comer tanto maní, te va a hacer mal! —me retó, con voz de señora.

—Es eso o un porro, vos elegís.

Con mala cara, me devolvió la bolsita de maníes y seguí comiendo mientras miraba un punto fijo. Tini no me había dejado en paz desde que habíamos llegado a la casa, y ya estaba empezando a molestarme bastante tenerla tres horas acechando como una depredadora.

Su teléfono vibró con el sonido de una alarma y las dos fruncimos el ceño, desconcertadas. Cuando vio la pantalla de su teléfono, su mirada se iluminó y después me miró a mí con una radiante sonrisa de emoción.

—¿Qué?, ¿Nos traen más maní? —bromeé y continúe comiendo, fue todo lo que hice en estas tres horas.

—No me digas que te olvidaste.

—¿Olvidarme de qué?

Su mirada cambió radicalmente a una de reproche y me sentí bastante confundida, no estaba entendiendo muy bien qué era lo que tenía que acordarme supuestamente.

—¡Ay, no! —dejé la bolsita de maníes a un lado y tapé mi cara con ambas manos—. No me digas que es nuestro aniversario de algo y me olvidé, perdón, soy la peor amiga del mundo.

—¡Feliz cumpleaños, Nicki!

Ah, era eso.

La recibí con los brazos abiertos cuando se me tiró encima con su característica alegría, fingí no estar sorprendida, y claro, no haber olvidado mi propio cumpleaños.

—Gracias, Titi —reí entre sus abrazos y la miré fijo, con los ojos entrecerrados—, ¿Qué me vas a regalar?

—¿Qué?

—Sí, dame mi regalo.

Me senté como indio en el sillón y ella soltó una risita antes de salir y volver con una cajita chiquita, fruncí el ceño cuando me la extendió y sonrió divertida al ver mi reacción.

—Espero que sea un diamante —le solté divertida y al ver su emoción, también me emocioné.

Abrí con cuidado la cajita y me encontré con un pequeño collar en ella, era de color rosado y parecía ser de... Perro. Intenté disimular mi disgusto y esbozar una sonrisa para después darle un corto abrazo, ¡Pero si a mí me gustan los gatos!

Y a Jagger no le va a gustar esto, para nada.

—¿Me regalaste un perro? —inquirí, con una ceja enarcada.

—No —respondió, dejándome todavía más confundida—. Ya sé que no te gustan los perros, Nicole. Era un chiste, te voy a dar tu regalo más tarde, recién son la una de la mañana.

—Pero...

—Pero nada.

Mi teléfono empezó a vibrar en mi bolsillo y lo saqué rápido, pensé que sería una llamada de Matt o algo así, pero me sorprendí de ver una videollamada de Macarena y unas cuantas perdidas anteriormente.

—Hola Maca.

—¡Mi Nicki hermosa! Al fin contestas, pensé que te habías dormido.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro al verlos, mi hermano y mi papá estaban a los costados de ella y se veían bastante sonrientes con sus sombreritos de cumpleaños.

—No, perdón. Estaba comiendo con Tini.

—Bueno, no importa —interrumpió Mateo con un cartelito que decía callate Nicole—, ¡Feliz cumpleaños, Ni!

Queeee los cuuumplas feeeliz.

No, por favor.

Quee los cuuumplas Nicoleee.

—Basta, chicos.

Queee los cuuumplas feeeeliiz.

Aplaudieron desde el otro lado de la pantalla y empecé a reírme a carcajadas mientras que mi amiga me miraba con ternura, nunca me había gustado tanto cumplir años como lo estaba haciendo ahora.

—Gracias, densos.

—¿Tu mamá no te llamó? —preguntó mi papá, ganándose un golpe por parte de Macarena en el brazo.

—No... Tengo un mensaje de Aylu, pero nada más.

—Debe seguir enojada por lo de las tarjetas, ya se le va a pasar.

—Lo dudo.

Bueeeno, dejemos de hablar de cosas feas —nos cortó Maca, con una dulce y melodiosa voz—, ¿Que vas a hacer hoy, amor? Con tu papi estábamos pensando en hacerte una cena o un almuerzo, depende de tus horarios claro.

—Tini dijo que hoy a la noche había una fiesta, pero el resto del día lo tengo libre así que no hay problema.

—¡Ay, bueno dale! Perfecto, entonces. Si querés venite a casa temprano así vamos a desayunar los tres, o te vamos a buscar no hay drama.

—Dale Maca, gracias.

—No mi vida, de nada.

Cortamos la llamada y me acosté en el sillón, no me había percatado del sueño que estaba sintiendo hasta ahora.

—¿Vemos una peli? —le sugerí a mi amiga, quien dejó su teléfono enseguida con una expresión de haber sido descubierta haciendo algo ilegal.

—¡Ay sí, quiero ver la de 16 deseos!

—Pero no cumplo dieciséis años, mejor veamos feliz día de tu muerte.

—No, pero yo quiero...

—Es mi cumpleaños, yo elijo —puse mi mano sobre su cara, haciendo uso de mi poder cumpleañero por primera vez en el día.

No se quejó más y me pasó el control remoto, la miré con malicia antes de poner la película que yo quería ver y las dos agarramos mi bolsa de maní, porque era lo único que teníamos a mano y ninguna de las dos tenía ganas de levantarse a buscar algo en la cocina.

—¿Viste que te quejabas al pedo de mis maníes? —comenté con un tono burlón y ella fingió demencia.

—No se de qué me estás hablando.

Cuando la película empezó, las dos hicimos silencio y pusimos atención en la pantalla. No pude evitar recordar todos los maratones que veía con Selena los fines de semana, y eso me llevó a pensar en lo mucho que la extrañaba.

Extrañaba sus consejos súper maternales, que me retara por cualquier cosa, que me sorprendiera cuando se enojaba porque su tono de voz era demasiado tranquilo como para tomarselo en serio. Extrañaba incluso sus galletitas quemadas por querer copiar mi receta, o que criticara que le ponía te a las galletitas y no cambiaba en lo más mínimo.

A pesar de estar con Martina y no sentirme sola, extrañaba a mi mejor amiga. Más en mi cumpleaños.

Cómo odio cumplir años.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Where stories live. Discover now