8| ANDREW

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Había seguido a Noa con la intención de explicarle que no la vi aquel día, sino la habría saludado porque la verdad era que, a pesar de que no tuviera amigas femeninas, Noa me había caído bien y creía que podría llegar a ser una buena amiga.

Pero ahora estaba confuso, no sabía qué pensar. Noa me había besado dejándome totalmente de piedra, quise frenarla porque sabía que ese beso no nos iba a llevar a nada más pero en cuanto me mordió el labio lo mandé todo a la mierda, mi cerebro desconectó y me dejé llevar por mi lado más salvaje. No me pasó desapercibido cómo se estremeció en mis brazos cuando le lamí el labio; eran dulces y suaves, finitos y muy pequeñitos como toda ella y me encantaron. Aunque tenía que reconocer que el mordisquito que me dio fue lo que más me excitó.

Al final fue ella la que se liberó y le daba las gracias silenciosamente porque me hubiera encantado seguir en una de las habitaciones vacías que había en esta mansión. Pero me quedé de nuevo confuso, no solo porque salió huyendo de mí, sino porque estaba cachondo. Solían gustarme los besos con las chicas, no iba a mentir, pero nunca me había excitado tanto con solo un beso; este me gustó más de lo que quería reconocer. Mi conclusión era que la razón había sido porque fue ella la que se lanzó en mis brazos sabiendo yo que no estaba interesada en mí sexualmente, no le encontraba otra explicación.

En cuanto la vi de lejos supe que era ella. Todas las chicas iban con vestidos para provocar a los tíos en cambio ella vestía con unos pantalones acampanados finos y estrechos de muslos que resaltaba su increíble culo, un culo que no había dejado de observar mientras la seguía, y un top negro que dejaba ver un poco su ombligo sin rastro de piercing; una pena, le hubiera quedado de miedo. Pero lo que más me había sorprendido eran sus zapatos, llevaba unas converse blancas en vez de zapatos de tacón como todas las chicas que venían por aquí. Así que ese look sencillo le quedaba de lo más sexy y hacía que resaltara entre todas las demás. Me gustaba eso de ella, no quería destacar, y eso causaba el efecto contrario. Esa chica era imposible que no lo hiciera.

Después de calmarme un poco caminé hacia la salida con un par de vasos llenos de cerveza aguada en la mano, la había visto salir corriendo hacia el jardín, esperaba que no hubiera cogido un taxi y se hubiese ido.

La localicé sentada en el columpio viejo que había colgado de un árbol, estaba con la mirada perdida y me preocupé un poco. Me acerqué a ella lentamente sin dejar de observarla, aunque no se dio cuenta de que estaba ahí hasta que me paré a su lado y hablé.

—Mi ofrenda de paz —le dije mientras le ofrecía uno de los vasos.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó confusa cogiéndolo.

—Bueno, es la fiesta de cumpleaños de uno de mis mejores amigos—le dije antes de dar un trago con una media sonrisa sabiendo que no era la respuesta que quería.

—Sabes que no me refería a eso —contestó irritada.

—Creo que la pregunta es: ¿qué haces tú aquí? ¿Por qué has salido corriendo?

—¿No quieres preguntarme por qué te he besado? —murmuró mirando el suelo. Aunque había poca luz pude ver como se sonrojaba. Era bastante bonita cuando se sonrojaba.

—Nah... ¿Me has visto? Estoy tremendo así que estoy acostumbrado a que las chicas se lancen sobre mí y yo estoy más que encantado —le dije mientras me apoyaba en el árbol y le guiñaba un ojo.

—La buena humildad... —murmuró antes de soltar una pequeña risa. Hacía tiempo que no la escuchaba e igual que las otras veces, hizo que sonriera sin siquiera darme cuenta.

—La humildad es para tontos y perdedores y yo no soy ninguna de las dos cosas

—Santos y perdedores.

—¿Qué? —pregunté confuso después de tardar un segundo en asimilar su respuesta.

—La cita correcta es: para santos y perdedores, no tontos. Si vas a citar un libro, al menos hazlo bien.

Me reí a carcajadas, no pude evitarlo. La verdad era que sí lo había sacado de un libro que le gustaba leer a mi hermana, me lo dijo una vez y me quede con esa frase haciéndola mía.

De repente se puso seria y se quedó en silencio mirando la nada de nuevo. Fruncí el ceño.

—¿Qué te pasa Noa? —Me miró sin contestar a la pregunta. Quería ver de nuevo la calidez en sus ojos, pero ahora mismo solo veía vacío y no me gustaba nada—. Oye, escucha, en cuanto a lo de la cafetería... Jess me contó que estabas enfadada porque no te hablé un día que me viste en el campus. Quería explicarte que no recuerdo haberte visto, nunca habría pasado de ti. Quería disculparme, no soy tan cabrón como puedo parecer a veces, solo quería que lo supieras.

Un pequeño brillo saltó en sus ojos y sentí algo de alivio. De todas formas, Noa me miró de una forma que no supe muy bien cómo interpretar, como si estuviera formando un puzle dentro de su cabeza, pero después de unos segundos me sonrió; aunque fue una sonrisa triste.

—Lo siento. —Frunció los labios desviando la mirada—. Al final parece que la cabrona lo he sido yo. Pensé que... bueno pensé que... no importa lo que pensé, siento haberme comportado como lo hice el otro día en el café —me dijo avergonzada sin darme muchas explicaciones. Tampoco las necesitaba.

—Tranquila no pasa nada, después del beso de antes te perdono cualquier cosa —contesté en broma para despejar un poco el ambiente.

Me gané una risa de nuevo seguida de un suspiro.

—¿Seguro que estás bien? No sé por qué me has besado y no tienes porqué explicármelo, pero sé que hay un motivo detrás y dudo mucho que sea porque quieres "algo" conmigo. No tienes porqué contármelo, solo quiero saber si estás bien.

Intentó forzar una sonrisa, pero pude ver la vergüenza y la culpa en sus ojos, y por alguna razón no me gustó que se sintiera de esa manera. Después de estar en silencio unos minutos me miró.

—Estoy bien. Lo siento Andrew, sabes que no soy ese tipo de chica y eso hace que me avergüence de mí misma por haber reaccionado así. —Desvió la mirada de mí. Después de un silencio largo añadió—: Antes de besarte he visto a Ryan, mi ex, se estaba acercando a mí y me ha entrado el pánico y mi primera reacción ha sido...esa.

—Así que un beso contra ex. Esos son los mejores. Las chicas quieren poner celosos a los chicos y se entregan más con el beso. Tranquila no voy a sentirme utilizado amor, lo llamaremos el beso del perdón —contesté con mi mejor sonrisa.

Ella se rio y me lo agradeció. Aun así, pude notar que seguía sintiéndose culpable.

—Venga vamos a entrar de nuevo a la fiesta, seguro que las chicas se preguntan dónde te has metido y van a querer detalles del beso del perdón —añadí levantando una ceja y sonriendo malvadamente. A ella por lo visto no le hizo nada de gracia porque se levantó de golpe abriendo mucho los ojos y me suplicó:

—No Andrew, por favor, no se lo digas a nadie, por favor.

—¿Te avergüenzas de mí? —pregunté fingiendo que me había afectado colocando una mano en el corazón totalmente dramático.

—No, yo...

—Es broma —la corté riéndome—. Está bien, tranquila, será nuestro beso secreto del perdón.

—Gracias —suspiró cerrando los ojos—. Vamos, tienes razón, volvamos dentro.

Fuimos caminando hacia la entrada y le dirigí una mirada de reojo. Vi que estaba intentando sonreír, pero pude ver claramente que no era una sincera. Tenía que reconocer que estaba algo preocupado, aunque no le dije nada más.

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang