50| NOA

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Daniel y yo habíamos quedado esta noche en un bar para tomarnos unas cervezas. Iba a aprovechar para decirle que no estaba interesada en él, no podía, no mientras siguiera enamorada de otro chico.

Esta mañana Andrew había venido a pedirme perdón, otra vez. Sabía que aquella noche quería disculparse, pero estaba cabreada con él y la conversación se torció, en cambio hoy había aparecido con otra actitud. Y por supuesto que lo perdonaba, sin embargo, no podía seguir así por más tiempo. Necesitaba saber de una vez por todas lo que estaba pasando entre nosotros. Y si él no sentía lo mismo que yo iba a alejarme de él para siempre, porque no podía ser solo su amiga, ya no.

Estaba en la puerta esperando a Daniel desde hacía cinco minutos, siempre he considerado la puntualidad como algo imprescindible en mi vida, pero ni siquiera estaba de humor para reprocharle su tardanza. Miré el letrero lumínico del bar con aire pensativo.

Era el mismo bar donde había venido con las chicas la noche del club después de ver a Andrew besarse con aquella morena. Por mucho que lo hubiera intentando no podía quitarme esa imagen de la cabeza. No era la primera vez que veía a Andrew con una chica, pero sí fue la primera vez que me dolió con tanta profundidad. En ese momento sentí que me rompía.

Observé la gente que empezó a acumularse en la acera del frente, justo donde estaba el club, mientras esperaba a Daniel. Me sorprendió que hubiera tantas personas que salieran de fiesta un martes por la noche, pero no pensaba juzgar a nadie.

En ese momento vi que alguien me observaba fijamente desde la puerta del club.

Un chico.

Ryan.

Me bloqué en el suelo sin poder dejar de mirarlo con los ojos bien abiertos. Vi como sus labios tiraban en una sonrisa que no me gustó nada y mi corazón empezó a latir con fuerza mientras veía que estaba dando pasos hacia mí.

Yo empecé a retrocederlos asustada. Él empezó a caminar más rápido y yo solo tenía una cosa en mente: huir.

Corrí todo lo rápido que mis piernas podían soportar. Busqué mi móvil como una loca y por poco se me cae, pero conseguí atraparlo en el aire. Miré hacia atrás y Ryan estaba cerca, él corría más rápido que yo. Marqué el contacto de Andrew, en ese momento lo necesitaba más que nunca, pero no me lo cogió, lo intenté de nuevo, pero me saltó el buzón así que dejé un mensaje.

"Andrew... ayúdame por favor... te necesito... Es Ryan... por favor... me está persiguiendo... el está..." se cortó el mensaje, le había dado al botón de cortar sin querer.

Mierda, no le he dicho dónde estoy. ¡Joder!

Tendría que haber entrado en el bar y esconderme ahí pero no lo había hecho y ahora no tenía escapatoria, no había nada abierto donde poder refugiarme y ya no sabía qué más hacer. Me giré y vi que Ryan ya no estaba, quizás había logrado despistarlo, pero le envié un mensaje a Andrew de todas formas tan rápido que ni siquiera me fijé en si lo había escrito bien. Solo esperaba que me ayudara en cuanto lo viera, aunque no estaba segura de ello.

De repente Ryan estaba delante de mí con una sonrisa maliciosa y le di al botón de enviar antes de que se diera cuenta de que estaba pidiendo ayuda. Me encontraba en una calle oscura y estrecha, entre Ryan y la pared y tenía muy claro que esto no iba a terminar bien. Mis ojos se empañaron de lágrimas, estaba presa del pánico sin poder moverme, asustada, pero ya era tarde, no podía hacer nada ya.

—Hola preciosa —me dijo acercándose a mí como si él fuera el depredador y yo la presa. Temblé.

—Ryan, por favor, qué quieres —murmuré.

—Quiero muchas cosas. Para empezar, quiero que no huyas de mí, solo quiero hablar contigo.

—Tú no quieres hablar.

—¿Te gustaron las rosas? Sé cuánto te gustan las blancas.

Me puse pálida.

—¿Fuiste tú?

Ryan puso una mueca.

—¿Pensaste que fue tu Romeo? Pues no, fui yo, siempre yo preciosa.

—¿Qué es lo que quieres? —susurré tocando con las palmas el frío de los ladrillos de la pared del callejón. Di un paso lateral, pero sabía que no podría llegar muy lejos antes de que Ryan me cogiera.

—Lo que quiero es enseñarte modales.

—No te entiendo.

—Estas huyendo de mí, eres mi novia y tienes que comportarte como tal.

—Yo no...

—¡SILENCIO! —me cortó dándome una bofetada. Me tapé la mejilla con lágrimas en los ojos mientras lo veía intentar recomponerse. Se crujió el cuello a la vez que sus aletas de la nariz se ampliaban cogiendo aire profundamente—. No te he dado permiso para hablar, ¿o sí? —Dio un paso hacia a mí—. Contéstame.

—No —murmuré.

—Bien... vas aprendiendo, así me gusta.

De repente mi móvil empezó a sonar. Quise coger el móvil para pedir ayuda a quien fuera que me estuviera llamando, pero Ryan me quitó el teléfono de las manos y se lo puso en la oreja. No escuché quién había en el otro lado, pero Ryan sonrió. Una de esas sonrisas terroríficas que me ponía los pelos de punta.

—¿Puedo ayudarte? —dijo. Silencio—. ¿Qué? —preguntó con tono burlón. —La respuesta del interlocutor le hizo levantar las cejas en alto y reírse entre dientes antes de colgar sin siquiera decir nada más.

—¿Quién era? —pregunté vacilante pensando que quizás podría entretenerlo.

—Nadie que te importe —gruñó lanzando mi iPhone al suelo rompiéndolo por completo—. Bien... ¿Seguimos con las lecciones?

La adrenalina empezó a acumularse dentro de mí, tenía que salir de ahí ya. En un acto inconsciente lo empujé e intenté salir corriendo, pero Ryan me cogió del pelo y me estampó contra la pared. Me mareé con el golpe. Después me agarró del cuello haciendo presión, ahogándome poco a poco. No podía respirar. La di golpes en el brazo para que me soltara, pero ni siquiera les hizo caso, como si no los notara.

—¿Dónde te crees que vas? Todavía no hemos terminado.

Dejó de presionar un poco dejándome coger aire, pero estampó de nuevo mi rostro contra la pared. Empecé a ver puntitos negros y cuando me soltó del todo me caí al suelo ya que mi cuerpo no respondía. Sentía sus golpes y su ira en cada uno de ellos, pero no podía moverme ni reaccionar. La inconsciencia no tardó en invadirme.

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Where stories live. Discover now