20| ANDREW

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—¿Noa? —volví a preguntar.

Pero ya no obtuve respuesta, se había quedado dormida encima de mí y pensaba despertarla. No me podía creer que se hubiera dormido cuando solo quedaban 15 miserables minutos de la última película después de todo el esfuerzo por permanecer despiertos.

La moví suavemente, pero murmuró algo adorable y sin sentido desde la inconsciencia. La zarandeé más fuerte, aun así, no había manera; necesitaba buscar otra forma. Miré la botella de agua que había en la mesita y sonreí. Esa podría haber sido una forma muy divertida de despertarla, pero no tenía deseos de morir esa noche.

La observé acurrucarse más a mí haciendo que mis músculos se tensaran ante su toque, no entendía la razón, pero me gustaba que buscara refugio en mi cuerpo. Pasó un brazo por encima de mi abdomen y suspiró en sueños.

En ese momento se me ocurrió una estrategia más interesante para despertarla: cogí a Noa estirándola rápidamente con habilidad en el sofá tumbándome encima. Ella abrió los ojos en seguida y me miró con una expresión de confusión, aunque sin decir nada. Yo contemplé fijamente sus finos labios entreabiertos por la sorpresa y noté cómo su pulso se aceleraba, quise sonreír, pero no pude, sus labios me tenían hipnotizados. Quería besarla de nuevo, deseaba probar y saborear sus dulces labios, sin embargo, no lo hice. Me obligué a descender lentamente hasta llegar a su oído.

—Despierta dormilona —susurré. 

Noa gimió y no pude evitar ponerme duro. Sentía todas sus partes blandas en contacto con todas mis zonas duras y había algo íntimo y profundo en toda esta situación de la que no quería realmente pensar, deseaba dejarme llevar y llegar hasta el final con ella. Ella sostenía mi mirada con esos ojos enormes que me miraban de forma curiosa y cautivadora, tan capaces de seducirme.

Dentro de mi poca lucidez me levanté un poco apoyándome con los antebrazos en el sofá, teniéndola cara a cara. Necesitaba pensar en algo rápido o me lanzaría a por ella.

—¿Qué estás haciendo? —murmuró con voz soñolienta.

—No conseguía despertarte.

—¡Oh!

Algo se formó en mi mente e intenté esconder una sonrisa maliciosa mordiéndome el labio. Sus ojos se entrecerraron captando totalmente mis intenciones.

—Espera... ¿Qué vas a hac...?

Empecé a hacerle cosquillas por todas partes interrumpiendo su pregunta.

—Andrew, ¿qué estás haciendo? ¡PARAAAAAAA! —gritó moviéndose como una loca para que la soltara.

Yo me empecé a reírme, pero ni de broma iba a parar, le hice cosquillas en el cuello con mi boca resoplando con fuerza mientras movía las manos con rapidez por sus costillas y como estaba encima de ella no podía moverse. Noa se reía, gritaba y se movía con fuerza para que me apartara, sabía que la estaba matando y yo estaba disfrutando como un niño.

—Vamos Andrew, por favor, para, por favor, ¡no puedo más! —me suplicó como pudo riéndose ahogadamente—. Tú ganas, estoy despierta, ¡YA ESTOY DESPIERTA!

La contemplé divertido mientras paraba de hacerle cosquillas. Ella suspiró aliviada y yo me aparté un poco para dejar de aplastarla contra el sofá.

—¡Eres un idiota! —exclamó sin perder la sonrisa mientras me daba un puñetazo juguetón.

—Puede, pero he conseguido despertarte. Misión cumplida cariño.

La había despeinado completamente con las cosquillas e intentaba apartarlo de su cara soplando así que, como el caballero que era, la ayudé a retirarlo hasta volver a ver su bonito rostro. Ella me dio una pequeña sonrisa agradecida mientras acababa de colocar suavemente el último mechón detrás de su oreja con una caricia. 

En ese momento nuestros ojos chocaron y nuestras respiraciones cambiaron. Su sonrisa desapareció y tragó saliva. Mis ojos se desviaron de los suyos en cuanto se mordió el labio inferior. Mi dureza empezó a crecer y ahogué un gemido. El corazón empezó a latirme muy deprisa igualando al suyo. No podía más, había estado evitándolo toda la noche, pero deseaba a esta chica más que nada, quería besarla y hacerla mía. Empecé a descender hacia sus labios muy despacio, necesitaba probarla, aunque solo fuera un poquito. No dejé de mirarla a los ojos mientras me acercaba a esa boca tan tentadora. Ella no hizo ademán de querer frenarme. Sus mejillas se tiñeron de un bonito rosado y una vez estaba encima de sus labios susurré su nombre.

—Noa...

Nuestros labios se rozaron, pero no era suficiente, ese iba a ser el único aviso que le iba a dar antes de acercarme por completo y besarla como tanto deseaba.

—¡CARIÑO, YA ESTOY EN CASA!

¡Mierda!

Me levanté de golpe de encima de Noa y miré a Emily que había entrado en el apartamento gritando, cortándonos totalmente el royo e impidiéndome llegar a esa boca que tanto anhelaba. La amiga de Noa me miró con sorpresa antes de hablar.

—Andrew, ¿qué haces aquí?

—He venido a ver unas películas.

—Ya veo —dijo mirándome el torso con una sonrisa pícara—. ¿Una peli para +18?

—¡Emily! —replicó Noa incorporándose roja como un tomate.

Me reí mientras me ponía la camiseta. La película de Harry Potter ya había terminado así que me acerqué a Noa y le di un beso en la frente.

—Me marcho, nos vemos.

—Vale —susurró aún colorada—, adiós.

—Hasta otra Andrew —se despidió Emily con voz cantarina.

Cerré la puerta y suspiré. ¡Había estado tan cerca de besarla! Pero quizás era mejor así, al fin y al cabo, yo no quería una novia, a Noa no le gustaban los ligues de una noche y realmente me caía bien esa chica. Era la primera vez que me sentía cómodo con una y no pensaba estropearlo. Tenía que empezar a controlarme. 

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Where stories live. Discover now