|ESPECIAL HALLOWEEN

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|NOA

El piso entero olía a masa y azúcar. Todavía quedaban algunas horas para la fiesta de Halloween que se celebraba en la fraternidad de Evan, así que, aprovechando que estaba sola en el piso, estaba preparando un dulce típico de Cataluña de estas fechas.

Miré mis manos pegajosas de masa. Se suponía que debía hacer pequeñas bolas antes de pegar los piñones, sin embargo, estaba siendo imposible, estos se quedaban en mis dedos en vez de en la masa. Me encantaba ese dulce, pero estaba empezando a odiar hacerlos.

Estaba tan concentrada que el sonido de unos toques en la puerta me hizo saltar asustada. Como pude, abrí la puerta intentando no manchar nada.

Andrew estaba apoyado en el marco con los brazos cruzados y esa sonrisa encantadora que todavía hacía que mis piernas temblaran.

—Hola cariño —saludó dándome un suave beso en los labios.

—Hola —susurré con una sonrisa encantada de verlo—. Pasa, ¿qué haces aquí?

—¿Es que un chico necesita una excusa para ir a ver su novia?

Me mordí el labio intentando esconder una sonrisa de tonta enamorada. Hacía un año que nos habíamos conocido, y un poco más de medio año desde que habíamos empezado a salir, sin embargo, aún me sonrojaba cuando estaba cerca de él.

—No, ninguna excusa. Puedes venir siempre que quieras.

Andrew cogió mi cintura y me pegó a él.

—Mmmh... ¿siempre que quiera? —susurró en mis labios.

—Siempre, siempre.

Sus labios estaban en los míos antes de que pudiera advertirle que estaba manchándole, pero una vez estábamos besándonos se me olvidó todo.

No podía creerme que después de tanto tiempo siguiera sintiendo las mismas mariposas que el primer día cada vez que sus labios rozaban los míos.

—Huele increíble cariño, ¿qué estás haciendo?

—Panellets, es típico de dónde vengo.

—Madre mía, tienes la cocina echa un desastre.

—Lo sé, me vuelvo un poco loca cuando cocino. —Me reí—. ¿Quieres ayudarme?

—Mmmh...

—Tarde —contesté ante su intento de buscar una excusa para rechazarme, así que, cogiéndole la mano lo arrastré hasta la cocina—. Coges un poco de masa, haces una bola y luego tienes que rebozarla con los piñones.

Suspiró.

—¿Podría ver como lo haces tú y luego yo te digo si están buenos?

Cogí el trapo y le di en el culo de forma juguetona. Él saltó entrecerrando sus ojos.

—No seas aguafiestas. Venga, es divertido.

—Joder —suspiró.

—¿Qué? —le recriminé.

—Esto de estar enamorado es una mierda —suspiró haciéndose el dramático —, es imposible decirte que no.

El hormigueo apareció de nuevo, como cada vez que reconocía que me amaba. Sabía que mis mejillas estaban sonrojadas cuando Andrew me lanzó esa sonrisa ladeada sexy que tanto me gustaba.

—Cariño, tienes cara de tonta.

Lo empujé juguetonamente intentando salir del trance. Andrew se rio a carcajadas.

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora