59| ANDREW

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Me desperté con Noa a mi lado. No la tenía entre mis brazos porque me daba miedo hacerle daño, pero parecía estar durmiendo en paz y eso me relajaba. Todavía se le notaban algunos moratones que hacían que me enfureciera, aun así, su dulce rostro hacía que mi interior se ablandara de maneras que no conocía.

Me aguanté las ganas de besarla para no despertarla mientras iba a preparar el desayuno y llevárselo a la cama; hoy podía llegar a ser un día duro y necesitaba energía. Sus padres iban a venir a almorzar y a la noche también aparecerían las chicas, esperaba que eso la animara un poco.

Una vez en la cocina preparé dos cafés con leche, a uno de ellos le añadí un poco de azúcar y ese toque de canela que tanto le gustaba a Noa. Cogí algunas galletas, preparé tostadas con huevos y busqué la mermelada mientras pensaba en cómo podía explicarle lo que sentía por ella. Mis nervios empezaron a aparecer. Lo que quería, básicamente, era tenerla a ella. En exclusiva. Decirle que la amaba. ¡Joder! La quería como nunca había querido a nada ni a nadie tanto como a ella, que haría cualquier cosa por ella.

—¿Por qué llevas dos minutos mirando la nevera como un rarito? —me preguntó Alex con las cejas en alto desde la puerta de la cocina. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que me había quedado pensativo buscando la mermelada dentro de la nevera. La cogí y cerré la puerta de golpe con un suspiro—. Qué detalle que me hayas preparado el desayuno —añadió intentando coger una de las tostadas que había preparado. Le di un manotazo.

—Ni se te ocurra tocar nada.

—¿Desde cuándo preparas manjares así para desayunar?

—Desde que Noa está aquí conmigo.

—¿Cómo habéis pasado la noche? —me preguntó con una sonrisita.

—Bien.

—Pero, ¿qué te pasa? —insistió con el ceño fruncido—. Ya la tienes aquí, ¿no? ¿Cuál es el problema?

Suspiré apoyándome en el mármol mientras observaba todo lo que había preparado.

—Tengo que hablarle de Daniel y de lo que siento por ella y no sé ni cómo empezar.

—Solo tienes que ser sincero Drew —me contestó mi mejor amigo apoyando su mano en mi hombro.

—¿Y si no me perdona por haberme comportado como lo he hecho todo este tiempo? He sido un capullo con ella.

Alex soltó una risita.

—Eres un capullo en toda regla amigo mío, no te quito razón, pero, ¿no perdonarte? —preguntó con incredulidad—, esa chica está enamorada de ti Drew, al igual que tú lo estás de ella. Solo tienes que sincerarte y seguro que todo va bien.

Alex me dio un par de palmadas en la espalda dándome ánimos antes de pasarme la bandeja con el desayuno y guiarme hacia mi habitación con una patada el culo.

Sonreí con los ánimos de mi amigo mientras hacía malabares para abrir la puerta de mi habitación sin que se me cayera la bandeja con el desayuno.

Noa estaba tal cuál la había dejado, dormida como si fuera un ángel.

Me acerqué a su lado con cuidado y le di un suave beso en los labios. Ella empezó a pestañear repetidas veces confusa hasta que me vio y su sonrisa iluminó la habitación.

—Buenos días bella durmiente.

—Buenos días —dijo con voz soñolienta sin dejar de sonreír.

—Te he traído algo para desayunar, espero que sea mejor que lo del hospital.

—Estoy segura de que sí —dijo riéndose, y como siempre yo sonreí en respuesta—, muchas gracias.

—Da nada cariño.

Desayunamos tumbados en la cama riéndonos de todo y de nada. Estaba un poco nervioso, quería contarle todo sobre Daniel, pero no sabía cómo comenzar. Ni siquiera estaba escuchando lo que me estaba explicando, así que al final decidí simplemente soltarlo.

—Cariño —la corté—, ¿quieres que hablemos ahora?

Ella se sorprendió abriendo mucho los ojos, pero asintió, lentamente, conforme. Me puse nervioso y abrí la boca, pero no salió ninguna palabra, creí que se me había olvidado hablar. Estuvimos unos segundos en silencio antes de que ella lo rompiera.

—Bien empezaré yo —carraspeó ella finalmente—. Andrew... no sé qué nos ha pasado, pero no me gusta.

—Lo sé... lo siento cariño.

—Te has convertido en mi mejor amigo, pero estas últimas semanas han sido como si no te conociera. No sé qué te he hecho para me hayas estado evitando sin querer hablar conmigo.

—Soy un idiota y he hecho todo mal Noa... perdóname —le supliqué cogiendo su mano. Ella la apretó con una sonrisa.

—No hay nada que perdonar solo necesito saber qué ocurre para que esto no vuelva a pasar.

—Daniel —suspiré cerrando los ojos—. Cariño antes de nada necesito saber qué ha pasado entre vosotros...

—No ha ocurrido nada con Daniel, ya te lo dije en el hospital —dijo encogiéndose los hombros. Abrí la boca para decir algo más, pero algo vio en mi mirada que le hizo seguir hablando—. Escucha... Daniel... él... nos conocimos en la biblioteca, este semestre tomamos una misma asignatura y empezamos a ser amigos. Él quiso tener alguna cita conmigo, aunque yo siempre se la rechazaba. Pero estabas raro y distante, así que mientras tú te alejabas él intentaba acercarse. Pero para mí era solo un amigo, no me interesaba de cualquier otro modo, solo estabas tú en mi mente. Intenté hablar contigo, pero no había manera; me rechazabas por cualquier lado.

» Un día... las chicas intentaron animarme y me llevaron a un club. Estabas allí enrollándote con una chica y fue... —suspiró cerrando los ojos y yo me empapé de su dolor. Mi corazón dio un latido con fuerza haciéndome sentir como una mierda—, fue horrible. Jamás había sentido tantos celos y dolor como aquella noche. En ese momento abrí los ojos, supe que ya no había nada que hacer... me di cuenta de que tú no me querías y...

—Te equivocas ahí —la corté tragando saliva. Ella me miró sorprendida, aunque no dijo nada—, pero sigue.

—Las chicas me llevaron a otro bar y pensé en darle una oportunidad a Daniel, pero en seguida se me pasó. No podía hacerlo, yo estaba enamorada de ti Andrew... —susurró mirándome de reojo con sus mejillas sonrosadas—, así que quedé con él para tomarnos unas cervezas y dejárselo claro, pero apareció Ryan y no lo vi de nuevo hasta el hospital.

—Y entonces se lo dijiste.

—Sí... —suspiró—. Por poco me tira las flores que me trajo a la cabeza —añadió riéndose entre dientes. Sonreí un poco en respuesta.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —pregunté algo temeroso.

—Pues claro.

—¿Estabas enamorada de mí? ¿En pasado?

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Where stories live. Discover now