17| NOA

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Hola!! Hoy doble actualización, así que que si es la primera que te sale, vete al capítulo anterior antes de seguir leyendo jeje 

Este capítulo se lo quiero dedicar a mi amiga @yuriivegaa que es tan fan de cierta saga como yo jeje. Pasaros por su perfil y leer sus historias, yo me estoy leyendo las dos que tiene y ¡son geniales! 

Dicho esto, os dejo con el capítulo 17, ¡espero que lo disfrutéis!

¡Besitooooos! 

* * *


Mi corazón se aceleró sin control.

—¿Andrew? —Pestañeé varias veces. ¿Estaba soñando? ¿Había tenido una intoxicación por el pavo que había hecho y ahora sufría de alucinaciones? Imposible, al final había pedido comida china—. ¿Qué haces aquí?

—¡Yo también me alegro de verte! Sabía que me estarías echando de menos y he pensado en volver un día antes para que dejaras de llorar por mi ausencia. Así que aquí estoy. Por cierto, bonito pijama —me dijo repasándome de arriba abajo con cierto brillo en sus ojos.

Saliendo de mi estupor, le di un manotazo en el brazo que ni siquiera sintió antes de abrazarlo por el cuello. Tuve que ponerme de puntillas para llegar, pero enseguida respondió a mi abrazo por la cintura y me levantó en el aire un segundo, antes de dejarme de nuevo en el suelo.

No esperaba encontrármelo aquí, era toda una sorpresa y no sabía muy bien cómo reaccionar ante ella.

—Pensé que te dije que no iba a echar de menos esa cara fea —añadí con gesto juguetón.

—Cariño, ambos sabemos que eso es falso.

—¿Qué parte? ¿La de echar de menos o lo de la cara fea?

Arqué una ceja esperando su respuesta.

—Todas las partes.

—¡Cuánta arrogancia!

—Seguridad en mí mismo. Además, ¿no quedamos en que la humildad era para tontos y perdedores?

—Santos, Andrew, santos y perdedores.

—Lo que sea. De todas formas, ¿acaso me equivoco?

No le contesté, los dos sabíamos que sí lo había estado echando de menos y que no tenía la cara fea.

—Bueno, pues gracias por pensar en mí y venir a consolarme —le dije de forma sarcástica.

Andrew me lanzó una media sonrisa de las suyas. Rodé los ojos, pero me ignoró entrando en mi apartamento como si fuera suyo mirando alrededor sin ver nada porque estaba toda la sala a oscuras.

—¡Joder! ¿Por qué hace tanto calor en tu piso? ¿Y qué estás haciendo? ¿Por qué está todo negro? —preguntó confundido antes de que su voz se volviera más ronca—. ¿Acaso quieres que juguemos al cuarto oscuro?

Suspiré ignorando el vuelco en mi corazón.

Acto seguido encendí la luz antes de cerrar la puerta.

—Se me ha roto el calefactor y no consigo arreglarlo, ¿te crees que llevo el pijama de verano por gusto? He llamado a mantenimiento y como es fiesta no hay nadie que pueda venir a arreglarlo. Llevo así 3 días... es como vivir en la selva tropical.

Andrew se rio entre dientes mientras se quitaba la chaqueta y la sudadera dejándolas encima del sofá.

—¿Y lo de la luz? ¿Acaso tienes visión nocturna?

—Ja, ja... muy gracioso. —Rodé lo ojos—. Iba a ver unas pelis, no hacía falta que vinieras antes en serio, estoy bien. Tenía prácticamente 24 horas planeadas, 19 horas y 27 minutos para ser exactos.

—¿Una película? ¿Cuál? —me preguntó mientras se acomodaba en el sofá como si fuera su sofá. Yo lo miré arqueando una ceja, no tenía pinta de irse a ninguna parte.

—En realidad películas, en plural. Me he preparado para ver Harry Potter. Todas las películas seguidas sin parar, sin dormir. Tengo palomitas, vino, helado, chocolate, he pedido pizza... —No supe muy bien cómo interpretar la cara de Andrew—. Puedes llamarme friki, patética o lo que tú quieras, pero eso no va a cambiar mi plan. Voy a quedarme aquí a ver esta saga.

—¿Te gusta Harry Potter? —me preguntó sorprendido.

—Estuve esperando toda mi infancia y parte de mi adolescencia a que me llegara una carta de Hogwarts —reconocí suspirando a la vez que me dejaba caer en el sofá y esperando que llegaran las burlas. Aunque no llegaron, es más, me miró divertido con un brillo especial en sus ojos, sus maravillosos ojos azules.

—¿Puedo ver la saga contigo? —me preguntó.

Realmente no entendí su reacción ni tampoco por qué él querría pasar 24 horas conmigo viendo sin parar Harry Potter.

—¿Te gusta Harry Potter?

Andrew me sonrió y, de la misma manera que había hecho yo, me respondió con una anécdota.

—Cuando tenía 12 años estaba obsesionado con Harry Potter, le dije a mis padres que quería hacerme un tatuaje de la cicatriz en la frente igual que la que tiene Harry. —Andrew empezó a reírse y yo lo miré confundida riéndome también—. Mi madre me miró horrorizada pero mi padre se rio. Él me dijo que estaba de acuerdo, que si quería podía hacerlo, pero tenía que ser cuando cumpliera los 18 años. Mi madre quiso empezar a discutir con mi padre, pero él le aseguró que a los 18 no querría ningún tatuaje de una cicatriz.

—Por favor, dime que te hiciste ese tatuaje —le dije acercándome a su cara y mirando su frente mientras me reía a carcajadas. Andrew, poniendo ambas manos en mis hombros me apartó suavemente con una sonrisa pícara.

—Cuando cumplí los 18, obviamente no quería tatuarme ninguna cicatriz en forma de rayo en la cara, pero mis padres no tenían porqué saberlo.

—¡Oh, no! ¿Qué hiciste?

—Digamos que le pedí a mi hermana Ashley que me lo dibujara con un rotulador o algo. Cuando llegaron mis padres a casa de hacer la compra ese día, mi hermana estaba escondida grabándolo todo y yo aparecí contentísimo diciéndoles a mis padres que como tenía los 18 fui corriendo a hacerme el tatuaje.

» Mi madre soltó las bolsas de la compra horrorizada, chillando, dejando caer todo por el suelo y mi padre si hubiera abierto más los ojos se le habrían salido. Empezaron a gritarme que cómo era posible que me lo hubiera hecho. Yo justifiqué que ellos me dejaron cuando tenía 12 años.

» Imagínatelo, yo estaba intentando aguantarme la risa, pero cuando mi madre empezó a gritarle a mi padre sin saber qué hacer o qué decir ya no pude más, ni yo ni mi hermana. Empezamos a descojonarnos como locos, llorando y todo. Cuando les dije que era rotulador y que solo era una broma mi madre no sabía si llorar del alivio, lanzarme la lata de tomate que había comprado o reírse con nosotros. Cuando vimos el vídeo que había grabado mi hermana acabamos todos llorando de la risa.

Andrew me contó su anécdota recordándolo con diversión y nostalgia mientras yo me reía a carcajadas imaginándomelo todo.

—No puedo creer que les hicieras eso a tus padres.

—Pues ya ves, así que creo que soy apto para ver la saga contigo, ¿no crees? En realidad, son unas de mis pelis favoritas, aunque nadie lo sabe. He de mantener una reputación.

—Tranquilo, tu reputación está a salvo conmigo. ¿Quieres una cerveza, o vino?

—Claro, cerveza está bien, gracias. Pero date prisa que le doy al play.

—¡Eh, menos guaperas! O te quedas sin—le dije mientras él me lanzaba otra de sus sonrisas.

Este iba a ser un acontecimiento bastante interesante, más del que podría haber esperado. Así que apagué la luz, le pasé la cerveza mientras me sentaba a su lado y empezó la primera película.

No me pasó desapercibido que mi corazón no se ralentizó ni un solo segundo.

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Where stories live. Discover now