23| NOA

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—Así que fui a la cocina y resulta que se había comido mi trozo pastel...

Estaba en una cita. O algo así. Un chico de mi clase, Gabriel, me preguntó en la fiesta del otro día si cenaría un día con él. Estaba tan cabreada después de ver a Andrew irse con aquella chica hacia el piso de arriba que le dije que sí. No me atraía, pero pensé que quizás era simpático, divertido y podríamos pasarlo bien.

¡Qué equivocada estaba!

Este tío no paraba de hablar de sí mismo, de todas las desgracias que le pasaban y también de lo maravilloso que fue con su exnovia y que ella no se daba cuenta de lo que había perdido. Ahora estaba con una historia sobre una tarta que le había hecho a esa chica y que ella se la había comido. ¿No estaba diciendo que era para ella? Qué imbécil. La chica hizo bien en deshacerse de él, era un pesado.

Un camarero se acercó y dejó nuestros platos con las pizzas. Empecé a devorar la mía mientras seguía escuchándole parlotear.

—Gané un premio en el club de debate del instituto, era el capitán del equipo. ¿Tú ganaste algún premio en el instituto? —preguntó antes de darle un trago a su copa de vino. Y abrí la boca para contestar, pero se me adelantó—. ¡Ah! ¿Te he dicho que también tuve un par de premios del club de ajedrez? Mi profesor decía que era un maldito genio...

Dejé de escucharle. Simplemente asentía automáticamente, sonreía y reía cuando creía que tocaba hacerlo, solo por educación. Yo había casi terminado mi cena, y él aún seguía hablando cuando de repente me levanté de la silla.

—Disculpa, necesito ir al servicio.

—Oh, por supuesto, está al final del local a mano derecha, por ese pasillo —me señaló amablemente. Le di una sonrisa mientras cogía mi bolso y salí corriendo de allí. Me miré en el espejo y suspiré. Gabriel casi ni había tocado su comida y seguro que iba a querer pedir postre. Podía fingir que no me encontraba muy bien, que se me había revuelto el estómago y necesitaba ir a casa. Se me ocurrió otra cosa mejor. Cogí el teléfono y tecleé rápidamente: PIÑA!!! llámame en 5 minutos!!

Dejé de nuevo el móvil en el bolso, me lavé las manos y me dirigí de nuevo hacia donde estaba mi cita. Me senté con una sonrisa.

—¿Por dónde iba? Ah sí, te estaba diciendo antes que mi madre hace un guiso increíble y me pasó la receta, quizás podríamos quedar un día y te preparo la cena.

Me quedé en shock. ¿Me estaba invitando otra vez? Le di un sorbo a mi vino intentando ganar tiempo pensando en una excusa, pero no se me ocurría nada.

—¿Noa? —me preguntó frunciendo el ceño—. ¿Me has oído?

—Sí, bueno, yo...

De repente mi teléfono empezó a sonar. Salvada por la campana.

—Disculpa, tengo que cogerlo. —Puse cara arrepentida y él me miró con una mueca algo molesto, pero no le hice caso. Cogí el teléfono y descolgué. —¿Diga?

—Hola preciosa, me parece que alguien necesita que la rescaten —me dijo Andrew desde el otro lado del teléfono. Podía imaginarlo con esos ojos azules brillando con diversión—. Me pillas en el coche saliendo del entreno, ¿va todo bien?

Yo empecé a hacer teatro con mi expresión.

—¡Oh, no...dios mío! ¿Está bien? —pregunté con un rostro sorprendido. Escuché a Andrew reírse.

—Está bien, te seguiré el juego... —carraspeó—. ¡La tía Clarisa se ha caído en la ducha!

Tuve que esconder una sonrisa, pero agradecí que me siguiera el juego.

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant