18| ANDREW

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Nunca me podría haber imaginado que a una chica como a Noa le gustaran las películas de Harry Potter. Pero estaba equivocado, muy equivocado. Era una auténtica fan. Podía ver el brillo de emoción en sus ojos en cada escena.

Encantadora.

La verdad era que no tenía ni idea de porqué había aparecido aquí en vez de quedarme un par de días más en casa de mis padres, aunque no me arrepentía, Noa era amiga mía y no quería que estuviera sola toda la semana.

Además, esto era algo que había querido hacer desde que era niño, sin embargo, nunca había tenido la oportunidad para hacerlo, y de pequeño mis padres no me dejaban. Un fin de semana intenté hacerlo con Dan, el que fue mi mejor amigo desde preescolar, cuando estábamos en el instituto, pero nos dormimos al principio de la tercera película. Esta vez no iba a dormirme, en realidad dudaba mucho que pudiera hacerlo teniendo al lado a una preciosidad como Noa.

De vez en cuando la miraba de reojo y la veía mover los labios articulando frases de la película. Se sabía los diálogos, cosa que me parecía adorable. Llevábamos media hora de película cuando habló en voz alta.

—Perdona, ¿te importa? Es que está todo lleno. —Se tapó la boca al darse cuenta de que había dicho una de las frases en voz alta.

—En absoluto —contesté yo levantando una ceja.

Ella me miró sorprendida al darse cuenta de que era lo que le contestaba Harry a Ron en la escena cuando estaban en el tren rumbo a Hogwarts. Sonreí y así comenzó una guerra de diálogos.

—Por cierto, me llamo Ron. Ron Weasley —me dijo ella mirándome.

—Yo Harry, Harry Potter —seguí girándome hacia ella con mi media sonrisa y siguiéndole el juego. Me apoyé con el antebrazo en el respaldo del sofá esperando a que siguiera hablando.

—Entonces, ¿es cierto? Dime, ¿tienes realmente la...? —continuó y me miró sin casi aguantarse la risa. Estaba 100% seguro de que estaba pensando en la historia que le había contado antes sobre el tatuaje.

—¿La qué? —dije yo levantando una ceja.

—La cicatriz —me susurró acercándose a mí sin darse cuenta. Sus ojos brillaban emocionados y mi mirada bajó un segundo a sus labios antes de seguir con el diálogo.

—¡Ah! —contesté levantándome el pelo que caía en mi frente y mirando hacia arriba como si realmente pudiera vérmela—. Sí —añadí.

Ella empezó a reírse muy fuerte sin poder aguantarlo más.

—Te habría gustado que tuviera ahora mismo ese tatuaje ¿eh? —le dije con humor. Ella se rio aún más y no podía engañarme, me encantaba escucharla reír.

—¡Te sabes los diálogos! —exclamó sorprendida.

—Ya te he dicho que soy un gran fan.

—Sí, pero no me lo creía del todo. —Me miró con timidez. Le guiñé un ojo.

—Lo sé, parezco demasiado sexy como para serlo pero puedo asegurarte que voy a machacarte en esta guerra de diálogos que acabas de empezar.

—¿Crees que puedes ganarme? —resopló—. Buena suerte —me susurró entrecerrando los ojos.

—Que gane el mejor —le tendí mi mano para estrechársela.

—Que empiece la guerra. —Ella acercó la suya y cuando lo hizo le di un tirón acercándola a mí.

Noa abrió los ojos con sorpresa y yo no pude evitar mirar sus labios de nuevo, tan finos, tan apetitosos. Sentí el calor de su cercanía, aunque me hubiera gustado tenerla aún más, sentir mucho más de ella. Desde la noche de la fiesta no había dejado de pensar en aquel beso. Y sí, prefería sellarlo con uno en vez de con un apretón de manos, sin embargo, no lo hice. A regañadientes, le solté la mano lentamente y ella se tiró hacia atrás girándose de golpe hacia la pantalla. Podía ver como su pecho se movía con la respiración agitada. Sonreí burlonamente y me acomodé en al sofá.

No me llames amor  (Serie «Solo tú I»)Where stories live. Discover now