Capítulo #54:

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Capítulo #54: "Aunque duela así debe ser"

Leonardo

Mis manos están entrelazadas con las suyas cuando llevamos una pequeña bolsa donde están sus cosas favoritas, pero antes de salir ella se detiene frente a una de los estantes en donde están colocado muchos libros. Ella abre los ojos en sorpresa y ahoga un grito.

— Esta aquí — toma un libro, que no llego a leer y lo abraza — Acaba de salir hace dos días y aquí esta — besa la portada — Tengo que enviarle una foto a mi amiga.

Llego a leer la portada en el momento que lo aleja para sacar su celular.

Lascivia.

— ¿Te gusta?

— Me encantan los libros.

— Lo sé, pero me refiero a ese libro.

— Si — sus mejillas se sonrojan — pero no es mi favorito — agrega rápidamente como si quisiera cambiar de tema.

Ella suelta el libro y sigue caminando hacia la salida, me quedo observando el libro, como si algo ocultase.

No entendía su actitud. Pero lo deje de lado para seguirla.

— ¿Helado? — la veo asentir con las mejillas aún bastante coloradas — ¿Chocolate?

Sonríe, como si el hecho de que supiera eso la alegrara.

Tonta, me he fijado hasta que cuando quieres ocultar algo te tocas el cabello y lo pones detrás de tu oreja. Obvio que se algo tan básico como tu sabor favorito y tu comida favorita.

Mis ojos la siguen con la mirada cuando saborea el helado, pero ella también me está mirando a mi, hace un puchero y se gira.

— No me mires así — se queja sin mirarme.

— ¿Cómo te estoy mirando?

— Pues muy bonito — y se que acaba de hacer otro puchero.

Me encanta cuando esas cosas, quiere que la trate como una niña chiquita y créeme que lo voy a hacer.

— Pero es que tú eres la mujer más hermosa del mundo — la obligo a girarse para quedar frente a mi, y efectivamente tiene esa cara de bebé chiquito.

— No me gusta — me habla muy cómico y me hace reír.

— No entiendes que quiero recordar cada detalle de tu rostro, cuanto tiempo pasará antes de que te pueda volver a ver — suspiro, no puedo evitarlo, quiero contener todo el aire en mis pulmones, no quiero dejarlo salir, si lo hago terminaré siendo débil.

Lloraré, le pediré que se quede a mi lado y no, no puedo hacer eso, esto lo estoy haciendo por ella por su futuro.

Quedamos sentados en la orilla de la calle, en una cafetería, tiene un pequeño banco de madera, la tarde está cayendo, los últimos rayos del sol descienden por el cielo, ella lo está observando detalladamente. Le encantan los atardeceres. Veo que incluso le toma una fotografía.

— Quiero que escuches una canción — saco mi celular del bolsillo para colocar la canción.

Tomó su mano y la jalé para que quedara acostada sobre mi pecho y la veo sonreír desde arriba.

Busco: Cafuné.

La primera que sale es la pongo para que ambos podamos escucharla.

"Tu presencia es necesaria por razones.

Que hasta el sol de hoy no encuentro ni cómo explicar.Pero estoy agradecido por montones.Porque te encontré cuando no hallaba qué buscar.Tu cabello se posa sobre mi pecho.Y es valioso el hecho de sentirte respirar.Lo creas o no me siento satisfecho.Pues tú me mostraste lo importante que es amar.Tus ojos me reflejan el sentimiento.Justo en tus pupilas se deduce que es real.Si no quieres decir nada dame un beso.Y no me sueltes nunca más.Me siento fenomenal.Porque siento que es real.Te amo.La distancia no hace el desamor.Si contigo estoy mejor.No hace falta buscar más pasión.De la que me dio tu olor, no."

Ambos estamos escuchando, atentos a la letra, veo cómo se forman lágrimas en sus precisos ojos color verde y estoy al punto de besarla, pero ella se toma la delantera y se levanta a una velocidad increíble y termina besándome.

Sus labios deberán los míos, sus manos aprietan en puño mi abrigo para sostenerme más cerca de ella. Puedo sentir como caen las lagrimas por sus mejillas y llegan hasta nuestros labios. El sabor salado se apodera de nuestro beso, pero ninguno de los dos se separa.

Escogemos besarnos, pasar un segundo más cerca. Un momento más amándonos. Sus labios son tan cálidos, me hacen sentir una sensación acogedora, quizás yo la nombraría mi hogar por mucho tiempo. 

Definitivamente no quiero que ella se vaya de mi lado, pero que clase de persona sería si se que para quedarse tiene que estar separada de mi. 

Maldita persona que escogió que si estamos juntos no nos podremos ni ver ni tocar, pero si podemos vernos no podemos ser pareja. No se que es peor, pero Carolina tomó una decisión. 

Yo quiero respetarla, ¿pero que tan malo será esta distancia para nosotros dos?

— Te amo — dije besando su frente. 

— Ni la distancia, ni el tiempo, ni nada cambiará el remolino de sentimientos en este momento por ti — sus ojos se cristalizan nuevamente, aunque sus mejillas están empapadas, contiene con todas sus fuerzas — No imaginas por cuanto tiempo te amaré. 

— Te prometo una cosa, siempre voy a esperar por ti — agarro su rostro con ambas manos y la vuelvo a besar. 

— ¿Cuánto tiempo pasará antes de que nos volvamos a ver? — su pregunta duele y no se la respuesta, y se que le duele y a mi también, esa sensación de no tener una respuesta para algo que no quiero que suceda.

— Eso no importa, solo importa que tu y yo estemos juntos. 

— Lo estaremos, porque yo te amo. 

— Para siempre. 

Tomo su manos y seguimos caminando hasta la casa, la noche llega pronto, nos quedamos en la esquina de la casa, ella es la primera en rodearme con sus brazos, el último abrazo. La sostengo más fuerte, se me rompe el corazón. 

<No, no quiero que se vaya>

Su beso, el más dulce de todos, suave, demostrando todo su cariño. 


No Te Enamores a Distancia [NTEAD]Where stories live. Discover now