Capítulo: 22

172 25 13
                                    

UNA SEMANA DESPUÉS.

7:00 am (25 de noviembre).
Ya me han quitado los puntos y ya puedo, por fin, salir de estas cuatro paredes. No es que sea callejera pero estar encerrada en mi habitación 24/7 tampoco es mi pasatiempo favorito.

Jonathan a mi lado, se remueve adormilado, buscando poner todo su peso encima de mí, como siempre hace.

—No, no hay tiempo. Voy a llegar tarde— musito con cariño, esquivándolo para ir directo al baño y comenzar con mi rutina, no antes de abrir las cortinas, es algo que te prepara psicológicamente. Ya extrañaba el ajetreo y la presión.

Estoy nerviosísima, no se porque, es un día de trabajo como cualquier otro.

Me deshago de mi pijama rápido, como si tuviera bichos.

Entro bajo la ducha y lavo mi cabeza con cuidado de no lastimarme.

Cuando de pronto siento unos brazos que conozco a la perfección, rodearme la cintura
con picardía.

—Me encantaría, pero no quiero llegar tarde— hago un puchero, mientras me giro sobre mis talones para quedar frente a él y darle un pico.

Me ha encantado como ha estado presente toda la semana, a mi lado en las buenas y en las malas. Ha dormido conmigo casi todos los días, se ha comportado comprensivo, no habla de el tema por el cual hemos discutido. Hemos hablado muchísimo sobre nosotros, nuestros gustos, cosas random pero necesarias. Ha respetado mi reposo, aunque eso último ha sido un poco difícil para los dos.

—Luego no te quejes cuando te suba en mi hombro y te secuestre unos días— me suelta para adelantarse bajo la ducha.
—Nunca lo haría— susurro y dejo un beso en su hombro para luego seguir con mi rutina.

No hay mucho tiempo para pensar demasiado en qué ponerme.

Opto por la vieja confiable: lo primero que vea, eso será: unos pantalones azul marino que hace unos meses me quedaban flojos y ahora casi ni quepo en ellos, a juego con una blusa azul clara de mangas largas y algunos botones a modo de decoración en el centro.

Pelo suelto, ya se secará por el camino, zapatos..
—¡Mierda!, ¿dónde están mis zapatos?— musito nerviosa, agachándome para mirar debajo de la cama y ni rastro de ellos.

Después de buscar casi en círculos por toda mi habitación y no encontrar nada, entro en el baño para encontrarme con Jonathan aún debajo de la ducha, en bóxer, apunto de salir.

¿Quién se baña en bóxer?

Con las vistas casi olvido lo que venía a hacer.

Sigo en mi búsqueda, sin éxito.

—¿Qué buscas?— pregunta secándose el pelo con la toalla, detrás de mí.
—Mis zapatos de trabajar que no los encuentro— suspiro frustrada, mirándolo a través de el espejo.

—¿Dices estos?— señala a el lado de el cesto de la ropa sucia.
—Acababa de mirar ahí— paso mi mano por mi pelo húmedo y lo froto, a ver si de pronto mis neuronas deciden despertarse.

—Estás muy tensa— masajea mis hombros e inconscientemente echo mi cabeza hacia atrás.
—Yo sé de algo que podría relajarte— susurra.
—No puedo— levanto mi mano a la altura de mis ojos y veo la hora: me quedan 20 minutos para salir.

—Solo me tomará 5 minutos— asegura él.
—¿5 minutos?— musito, casi convencida.
—Cuéntalos— aparta mi pelo de un hombro hacia el otro para depositar un beso en mi mejilla.
—Vale. 5 minutos— relamo mis labios con anticipación, de pronto se han secado, al igual que mi garganta.

Roma: Al derecho y al revés, es amor © #1 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora