Capítulo: 40✔️

91 11 2
                                    

De repente me siento muy débil en sus brazos, como si fuera una pluma a la deriva en medio del abrasador desierto

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

De repente me siento muy débil en sus brazos, como si fuera una pluma a la deriva en medio del abrasador desierto. A pesar del frío que me envuelve, puedo percibir como gotas frías de sudor recorren mi espalda y frente, formando un sendero helado a su paso. Mi respiración se vuelve cada vez más agitada, como si mi pecho se hubiera convertido en una caja de resonancia para el eco de mis propios latidos desbocados. Siento como si un nudo en mi garganta me dificultara la respiración, como si cada bocanada de aire fuera un desafío que amenaza con ahogarme.

Despierto con un sobresalto, mis ojos se encuentran con las deslumbrantes luces del hospital que llenan la habitación.

¿Me desmayé?

Parpadeo varias veces, tratando de adaptarme a la intensidad, y es entonces cuando una sensación fría y metálica sobre mi vientre me hace estremecer. Mis manos buscan instintivamente el origen de esa sensación, encontrando rastros de humedad y mi vientre al descubierto.

La confusión me embarga mientras intento comprender qué está pasando.

—¿Qué pasó? —pregunto, sintiendo como mi cabeza me da punzadas por intentar levantarme abruptamente—. ¿Qué es esto? —señalo a mi vientre, confusa aún.

—Ah, eso... —mi padre se acerca más hacia la camilla, mientras siento un escalofrío recorrer mi espalda al notar su proximidad. La sensación del aire frío golpeando mi piel expuesta y el líquido helado esparciéndose por mi vientre me provocan un estremecimiento involuntario—. Esa decisión fue tomada por tu madre y por mí, con la única intención de descartar cualquier posibilidad de embarazo luego de tu repentino desmayo.

¿Qué? ¿Embarazada yo? ¡Eso no es posible!

«Sabes que sí es posible».

Claro que no, yo cuido mis fechas y tomo adecuadamente mis pastillas, ¿verdad?

—Afortunadamente ya el doctor vino, te revisó y solo fue una falsa alarma —su mirada se desvía hacia Jonathan, quien está recostado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados, viéndome con una mirada indescifrable, entre preocupación y alivio—. Gracias a Dios, no hay ningún macarra allá adentro —agrega, haciendo énfasis en "macarra" y en su mirada hacia Jonathan.

A pesar de que ya lo sabía, experimento una sensación de alivio que me envuelve de arriba a abajo.

Aunque la idea puede resultar muy tierna y acogedora, no puedo dejar de reconocer que no es el momento para un bebé.

—Por supuesto que no estoy embarazada, simplemente me sentí débil por lo sucedido.

Mi corazón se desgarra en mil pedazos tan solo al recordarlo: —¿Qué ocurrió con él? ¿Por qué están todos aquí conmigo en lugar de estar allí con él? —por fin logro pararme y quedar al lado de la camilla.

—Aún no tenemos noticias suyas. Carlos está ahí pendiente. De hecho, deberías agradecerle, él fue quien consiguió el ultrasonido.

Claro, él tiene que estar detrás de todo.

Roma: Al derecho y al revés, es amor © #1 [BORRADOR]Where stories live. Discover now