Capítulo: 51. Parte 2✔️

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Con solo unos breves intercambios de miradas y el roce de sus manos frías en mis pechos, amansándolos, mi vergüenza desapareció por completo. Una nalgada bastó para que mis piernas rodearan su cintura con avidez, llevándome directo a la siguiente estación: la cama. Ansiaba cada parte de él, y las bragas prácticamente se me cayeron. Cuando su amor estalló en mi interior y su cabeza, su cuerpo sudoroso cayó sobre el mío, cada latido de mi corazón parecía sincronizarse con el suyo, como si nuestros seres se fundieran en un solo latido. Experimenté una sensación de plenitud tan intensa que la idea de volver a ser dos entidades separadas se volvió completamente inimaginable.

[...]

3:30 am.
Su peso me envuelve casi por completo en su calor. Había olvidado lo reconfortante que es estar desnuda bajo la persona que amas, piel con piel. Lo abrazo. Jonathan dormido, desnudo, su respiración cayendo en mi cuello, me da vida.

—Mmm... —se queja al descruzar sus pies de los míos para levantarse ligeramente y recostarse un poco más hacia arriba, hundiendo aún más su rostro y cuerpo en mí. Sus manos, que antes estaban a cada lado de mi cuerpo, ahora reposan suavemente a cada lado de mi rostro, en la almohada, mientras el característico zumbido del aire acondicionado llena mis oídos y me congela las mejillas.

¿Y soy yo la que se mueve mucho cuando duerme?

—Deberías ponerte mi camisa —gruñe en mi oído de repente, su aliento cálido haciéndome sobresaltar, ya que pensaba que estaba profundamente dormido—. Si me muevo siquiera un poco más, te vas a resfriar —el susurro de su voz se mezcla con el suave roce de sus labios en mi oído, creando una sensación eléctrica que me recorre el cuerpo.

¡Emma, contrólate! ¡Se durmieron hace solo dos horas!

—¿Tú crees? —me quita parte de su peso de encima para comprobármelo, y el frío del aire acondicionado directamente hacia la cama me congela hasta los pecados—. A-ah, está bien —le doy dos palmaditas en el pecho para que se levante y me deje ir a por su ropa. Él se tira del otro lado de la cama, boca abajo, dejando a la vista ese trasero redondo y trabajado.

—Vuelve pronto, cariño —dice contra las sábanas, con ese tono pastoso en la voz, deslizando la mano por la tela de mi lado, el mismo lugar en el que estábamos acostados hace tan solo unos segundos y del que no deberíamos haber salido.

Influenciada por sus palabras dulces, recojo su camisa del suelo con una sonrisa y, en silencio, me dirijo al baño para ponérmela. El fresco aroma familiar impregna la tela, trayendo consigo recuerdos reconfortantes que me abrazan al ponérmela. Mi intención es regresar inmediatamente a su lado, pero antes, planeo echarme un poco de agua caliente en mis sonrojadas mejillas congeladas.

—¿Quién llama a esta puñetera hora? —lo oigo murmurar, pero decido que está profundamente dormido, tal vez incluso soñando. Además, ¿quién llama a estas horas?

—Llamaron y después me colgaron cuando contesté —me dice al volver, sentado en el borde de la cama, somnoliento, rascándose los ojos con gesto que denota cuán adorablemente adormilado está. Extiende el teléfono hacia mí, y cuando lo tomo, me jala hacia él para que vuelva a la cama—. Vuelve aquí, Rubia.

—¡Espera! ¿Quién era a esta hora? —pregunto tratando de ver la pantalla entre su cuerpo amoldándose al mío nuevamente.

El móvil vuelve a vibrar con otra llamada, y logro contestar, pero apenas consigo llegar a mi oreja debido a sus brazos que obstaculizan mi avance.

—¿Quieres que recreemos la escena de tu amiga adormilada amenazándote con lanzarte una almohada si no apagabas esa cosa mientras hablabas conmigo? —me hace cosquillas en el cuello al besarlo con los labios húmedos.

Roma: Al derecho y al revés, es amor © #1 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora