Capítulo: 45✔️

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Mi corazón se encoge al escuchar sus palabras

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Mi corazón se encoge al escuchar sus palabras. Sabía que esto podría pasar. Lo tenía muy presente. Aún podría estar molesto por lo que le oculté, y con razón, pero ¿tanto como para negar que me conoce?

—Por favor, no me digas esas cosas —le suplico con la voz temblorosa y mis ojos destellando más lágrimas—. Sé que estás enojado, Jonathan, pero no me hables así, me duele mucho —las lágrimas que tanto estoy evitando derramar para no parecer una chillona, terminan por rodar, y algo que no esperaba es que él las retuviera con su dedo. Mi rostro sigue sus caricias mientras cierro los ojos y él me mira como si me hubiera descubierto recientemente. Se siente tan bien.

Su leve caricia envía corrientes de electricidad a mi mejilla, provocándome un leve suspiro al abrir los labios. Cuando vuelvo a abrir los ojos, descubro que está fijando su mirada en mis labios y, como por inercia, yo también encuentro los suyos, pasando la lengua entre ellos. Estamos a punto de besarnos de nuevo, de sentirnos, de entrelazarnos, cuando el sonido de la puerta abriéndose me sorprende y me hace levantarme de la camilla inesperadamente, que por cierto, ni siquiera noté cuando me senté en ella.

La razón de nuestra interrupción, es Lina.

Siento cómo la sangre hierve debajo de mi piel cuando ella se coloca a un lado de Jonathan y lo abraza con el brazo. No es suyo. ¿Por qué lo toca delante de mí? Me enerva que lo toque, que haya sido ella quien lo trajo hasta aquí, cuando desde el primer momento sentí en mi pecho lo que le pasó a él.

Mantiene un contacto visual tenso conmigo cuando finalmente habla, disfrutando de dejarme desconcertada: —¿A ella sí la reconoces? —su tonta pregunta suena casi como una afirmación llena de tensión mientras Jonathan se mueve bajo la incomodidad de su toque.

¿Por qué él no me reconocería? No puede haberme olvidado en una semana, por más que lo deseara. No con lo hermoso que era todo entre nosotros, no con lo cercanos e inseparables que nos volvimos cuando empezamos a vivir juntos.

Se relame los labios e intenta moverse, pero ella se da cuenta de que lo está lastimando y retira su brazo. Entonces, él pronuncia con voz débil y su mirada fija en mí: —No.

¿Cómo que no? ¿Qué acaba de decir mirándome a los ojos?

Como si mis pensamientos y emociones se hubieran proyectado en mi frente como en una pantalla, me aclara: —Jonathan perdió la memoria. Él no te reconoce, su mente está en blanco cuando estamos frente a él. No siente nada por nadie —dice con palabras hirientes a propósito, colocando su mano junto a la suya en el barandal de la camilla.

Mis pensamientos se convierten en un remolino en este momento, y no logro entender por qué no puedo dejar de reproducir los momentos que pasamos juntos en mi cabeza. Es como si, de alguna manera, pudiera creer transmitirlos a la suya y recuperar cada pedacito de mí que él tenía en su mente, en su corazón.

—Me haces sentir inútil con la forma en que lo has dicho —le dice él con tono ofendido, girando levemente la cabeza hacia su encuentro—. Por lo menos ya sé que eres mi novia y que me salvaste, eso ya es un avance importante para mí.

Roma: Al derecho y al revés, es amor © #1 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora