Capítulo: 43✔️

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—Hija, no me asustes así —dice, llevando las manos a su pecho en un acto de preocupación—

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—Hija, no me asustes así —dice, llevando las manos a su pecho en un acto de preocupación—. ¿Cómo sabes?

—Lo siento aquí —presiono mi corazón, latiendo en mi pecho como si deseara salir e ir a buscarlo, mientras más lágrimas como las de anoche se deslizan por mi piel.

«Te das cuenta, ¿verdad? Todo esto es tu culpa. Todo pasó porque no le tuviste confianza».

—Todo es responsabilidad mía, Señora Victoria —me tapo el rostro, siento demasiada vergüenza y pesar.

Mi subconsciente tiene razón, Jonathan tiene razón, todos tienen razón. Si algo le sucedió a él, es por mi falta de confianza. Si no le hubiera ocultado nada, él no se habría ido ayer. Ahora podríamos estar teniendo un día normal, acurrucados bajo las sábanas y besándonos con la dulzura que solo nosotros podemos soportar a cualquier hora.

Quiero recordarlo, necesito recordarlo en este momento. Necesito alimentar mi esperanza con buenos recuerdos: todo empieza con un beso en la espalda, sus labios suaves y cálidos despiertan mi piel. Sus dedos comienzan a trazar suaves círculos sobre mi ombligo, y de forma instintiva, con la lentitud de una tortuga, comienzo a estirarme y girarme hacia él. Mi mano recorre su pecho suavemente, mientras su aroma se entrelaza con el mío al besarme el pelo de manera perezosa. En ese momento, no lo dejo que me bese en la boca. La timidez se apodera de mí, temerosa de que un aliento matutino no correspondido pueda alejarlo. Sin embargo, su ternura me reconforta mientras siento su aliento en mi piel. Y así nos pasamos aproximadamente treinta minutos.

—Escucha, hija —me saca de mis bonitos recuerdos, trayéndome nuevamente a la fea realidad. La realidad en la que él se fue—, necesito que te calmes porque me estás empezando a asustar —me pide justo antes de que alguien irrumpa tocando la puerta, haciéndome levantar de la silla instintivamente con un brinco nervioso en el estómago.

Cuando intercambiamos miradas, en ese breve instante, una minúscula chispa de esperanza se cuela en mi corazón, como un rayo de sol que se filtra a través de las nubes en un día lluvioso, recordándome la tormenta de ayer.

Ni siquiera me doy cuenta del tiempo que ha pasado, si segundos o minutos, cuando levanto la mirada me encuentro frente a la puerta con el corazón latiendo a mil por hora.

Juro que si es él lo voy a besar, lo voy a abrazar y no lo voy a dejar ir nunca más.

¿Quién se cree para irse de madrugada y no volver?

Tomo el pomo de la puerta con manos temblorosas, sintiendo el frío metal bajo mis dedos que parecen temblar al compás de mi acelerado pulso. Con un giro lento, la puerta se abre ante mí, revelando la silueta familiar de mis padres. Sus rostros reflejan una mezcla de sorpresa y curiosidad, como si hubieran estado esperando este momento.

Creo que ellos pudieron notar el momento exacto en que mi corazón se vuelve a desmoronar porque se me tuvo que haber notado en el rostro al segundo de abrir la puerta. La decepción y el dolor se reflejan en mis ojos, desenmascarando cualquier intento por ocultar mi dolor.

Roma: Al derecho y al revés, es amor © #1 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora