Capítulo: 38✔️

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—¡Ni hablar! —reacciono antes de sucumbir a sus caricias y tentaciones—

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—¡Ni hablar! —reacciono antes de sucumbir a sus caricias y tentaciones—. Jonathan, vamos a recibir el año, por favor —hago un puchero mientras intento resistirme.

—Vale —suspira con resignación, desviando la mirada hacia el suelo antes de meter lentamente las manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Tengo algo para ti —confieso unos segundos después, nerviosa, jugando con un mechón de mi pelo y acomodándolo con cuidado detrás de mi oreja. Mientras mis dedos se enredan sutilmente en la suave textura.

—¿En serio? Acabas de rechazarme. ¿Qué tienes para mí? ¿Burlas? —su vista está en cualquier lado menos en mí, y eso no me gusta; siempre nos miramos cuando hablamos.

—¿De verdad te vas a molestar porque te "rechacé"? —entrecomillo la última palabra con los dedos. Ni siquiera fue un rechazo.

—Nunca nadie me había rechazado —confiesa, todavía no me mira a los ojos.

—Nunca te habías enamorado tampoco. Nunca te han rechazado antes porque nada era serio; solo compartías un momento de tu vida. Es natural que en algunos momentos durante la convivencia se pueda y en otros no. No por eso quiere decir que no te amo o que ya no te deseo —le aclaro, mientras me doy la vuelta para coger mi abrigo ponérmelo. De repente, me carga en su hombro, como si fuera un saco de papas, y me lleva hacia la puerta—. ¿Qué haces? —vocifero, sobresaltada, y a la vez confundida cuando lo veo acercarse a la puerta principal.

—Te llevaré a un sitio —dice, sin darme más explicaciones. Solo eso, ni que no fuera más que obvio después de que ya estamos en el estacionamiento.

—¿Serio? No me di cuenta —ironizo—. Dime a dónde —pataleo y recibo una nalgada.

—Ay, Jonathan —me quejo, sintiendo el hormigueo—. Te odio cuando te pones así.

—Y yo te amo —por fin me baja. Mi pelo todo desaliñado después de pasar casi una hora frente al espejo peinándomelo.

—Bestia. Eres un puto maniático —lo observo mientras se sube a la moto y se coloca el casco con gestos precisos, ajustándolo a la perfección.

Acto seguido me extiende el otro: —Eso ya me lo dijiste una vez. Ahora súbete —su voz suena ligeramente divertida, como si disfrutara provocándome.

—Te lo diré todas las veces que te lo merezcas —aún así, subo detrás de él, esta vez agarrándome de la parte de atrás de la moto.

—Ponte el casco y agárrate de mí —me exige, girándose en el asiento.

—No quiero. Voy a salir corriendo.

—Si quisieras salir corriendo, lo habrías hecho desde el día en que la bola de pelos se cruzó en mi camino y te llevé en mi hombro para subirte en la moto, ¿no crees? —cada palabra sale lenta de sus labios, como una tortura.

Roma: Al derecho y al revés, es amor © #1 [BORRADOR]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin