Capítulo 3: ¿Apartamento?

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Luego de que "Richard Brook" (si es que se llamaba realmente así) se bajó, el viaje termino rápido, sin darme cuenta ya estaba en el piso número tres jalando mis maletas al departamento número 216 c. No me costó mucho encontrarlo, el pasillo era una hilera de puertas color gris con manijas de color café, algunas puertas estaban muy maltratadas, otras en un mejor estado, seguramente los dueños anteriores habían dejado así los apartamentos.

Cuando iba a tocar la puerta del 216 c, me fijé que eran las 2:00 de la madrugada me sentí un poco incomoda ¿Estaría despierta aún Mary? Y ¿Si no lo estaba? Me senté apoyándome en la puerta, pensando en si molestaría a la pobre Mary, ¿Si estaba ahí su esposo? No escuche a qué horas Mary abrió la puerta haciéndome caer hacía atrás.

—¿¡Brigette!? No te escuche llegar— Me pare de inmediato antes que se le ocurriera reírse del todo — te ayudaré con eso. Pasa, pasa.

No sabía que decirle, estaba un poco aturdida todavía, aunque sabía que a Mary no le molestaba mi forma de ser, mejor dicho, era una persona a la que le agradaba aun sabiendo que yo era una sociópata. El apartamento era acogedor; las paredes estaban pintadas de un color celeste, tenían un pequeño juego de sala, dos habitaciones, seguramente una para la pareja y la otra para su hija o hijo, había (como en la mayoría de las casas de Londres) una chimenea.

—Muy bonito, pero no creo que sea a lo que estas acostumbrada o ¿Si? — Mary me vio y sonrió abiertamente, la conocía muy bien como para que ella me mintiera — Así que tuviste un bebe.

—Sí, es una niña — Dijo mientras me invitaba a sentarme en un sofá largo, perfecto lugar para observar las imágenes que estaban encima de la chimenea, en una aparecía ella con un vestido de novia junto con el que supuse era su esposo, un hombre rubio de ojos azules, de inmediato supe que era lo que él hacía. Un hombre que seguramente había servido en la guerra, o sea un militar retirado, llevaba casado con Mary tres años por el estado del anillo de ella — ¿Brigette me escuchaste? — Su voz me saco de mis deducciones.

—No ¿Habías dicho algo? — Hizo una sonrisa muy agradable — ¿Afganistán o Irak? — La sonrisa se desvaneció.

— ¿A qué te refieres? — Mary se miraba sorprendida cosa que no me agrado mucho, cuando ella me conoció intentaba ocultar mis dotes de observación y deducción, solo para caerle bien a la gente. Que estúpida era.

—Tu esposo, es un militar retirado. Pero a qué guerra fue ¿Afganistán o Irak? — Ella sonrió como si no le diera crédito a lo que yo decía — Además es un buen esposo por lo que veo, tres años casados, es bastante tiempo.

—Guao ¿Desde cuándo haces eso? — Su mirada se dirigió a una foto encima de la chimenea, en ella estaba un hombre con cabello negro con ojos... ¿Qué color de ojos era ese tipo? No sé por qué, pero, verlo me causó un nerviosismo en mi estómago, quizá me estaba enfermando- O quizá has leído el Blog de John.

— ¿Tiene Blog? — No pude evitar un pequeña risa — Hoy cualquiera puede tener un Blog.

— Al parecer no lo has leído. Pero ¿Cómo rayos lo supiste? — En sus ojos había un destello de reconocimiento — Ya sé que hiciste: lo dedujiste.

—Exacto, veo que no has perdido tu toqué— Ella hizo una pequeña risa.

—Bueno, de qué querías hablar —Mary se miraba muy cansada, por lo que vi no había podido dormir en horas, decidí contárselo rápido para que se fuera a descansar lo antes posible.

—Bueno, quería preguntarte si no sabías de algún apartamento, en el que pudiera quedarme — Mi voz se escuchó forzada, me sentía incomoda, muy incómoda.

—¿Apartamento? Mmm, quizá conozca un lugar, pero debo hablar con John — Ella me sonrió, eso me tranquilizo un poco — Y no vendrá hasta mañana, esta de turno.

—Doctor, buena elección, para una enfermera — Le guiñé un ojo a manera cómplice — ¿Cómo se llama la beba? — Dije mientras me levantaba hacia la ventana para poder observar la calle.

—Rosemund Watson — Me volteé hacia ella, un nombre extraño para mi gusto, en realidad nunca había pensado tener hijos, hasta que él apareció, trague grueso dije que no volvería a pensar en él, estúpida culpa.

—Bonito nombre — Mentí — Elección tuya, me imagino.

—Exacto. Pero a él también le gustó, era elegante con un toque divertido — Se encogió de hombros — Arreglaré una cama para que duermas, puedes quedarte aquí mientras consigues departamento, aunque ya para pasado mañana creo que ya tendrás un lugar para quedarte.

—Sí, espero no incomodar a tu esposo, ya sabes por lo de la charla del apartamento — pensé en el esposo de Mary, se miraba amable en las fotos, pero las apariencias engañan, siempre engañan.

—O no, para nada, John es muy dispuesto a ayudar a otros, además yo se lo ordenaré — Hice una sonrisa de lado, así es como se habla — si no puede él, iré yo ¿Dónde trabajarás?

—Scotland Yard. Mañana comienzo a las diez en punto, Graham mi jefe, me dio permiso de llegar más tarde las primeras dos semanas.

— ¿Graham? ¿Quién es Graham? — Ella estaba evitando una sonrisa, lo habré dicho mal...De nuevo.

—Graham Lestrade ¿Creo que así se llama? ¿Verdad? — Me rasque la cabeza a manera de frustración

—Se llama Greg — No pudo soportar más y una risita salió hasta llegar a mis oídos — Tampoco puedes recordar su nombre. Traeré una manta para que te acomodes en el sofá.

Mary se retiró de la sala, cosa que aproveche para ponerme mi pijama, algo común: una camisa color gris, un pantalón de rayas blancas y celestes, y mi bata color rojo. Nunca pensé en pedir ayuda de Mary, la última vez que la había visto yo estaba en el segundo año de entrenamiento, la vida de ella no había sido sencilla. Nadie de los que estaba en la CIA había tenido una vida sencilla. No dure mucho despierta antes de que Mary apareciera, caí rendida ante el sueño.

*

— Entonces señor ¿Qué quiere que haga? — la voz del hombre llenaba la sala, de manera que le agradaba al Consultor — Puedo hacer lo que sea para demostrarle que si puedo funcionar en su grupo.

Él solo lo observaba desde la silla de cuero en la que permanecía sentado, detrás de su escritorio que lo hacía sentir como en una oficina. Encima del escritorio había papeles por doquier, y todos con las mismas letras escritas. Su cliente lo observaba, con detenimiento hasta con un poco de curiosidad algo que no le estaba permitido. Las manos del Consultor nunca se apartaron del lapicero cosa que empezó a molestar a su cliente.

— Lo único que quiero es que me ayudes a pagar un favor — Hasta ese momento levanto la vista para mirar a los ojos azules que le observaban — Te estoy dando todo lo necesario para que tú te luzcas, haz que inicie el show — Se levantó de su asiento para caminar hacia la chimenea que mantenía caliente la habitación.

— ¿Cuándo empiezo? — Dijo animado el hombre rubio y ojos azules — Le demostraré mi fidelidad.

—Empezarás mañana. Ahora ¡Largo! — El hombre se levantó de manera apurada dejando solo al Consultor. Dios sabe con qué ideas.

Caminó por toda la sala haciendo de vez en cuando un paso de valet, hasta que paro en seco. Había olvidado escribir sus letras favoritas en la pared << ¿Cómo es que no tendrán un espacio aquí también? — Se recrimino a él mismo>> Esta vez danzo con decisión hasta su escritorio, abrió una gaveta, para sacar un spray color rojo. Observo las paredes << ¿Cuál será la elegida? >> Marchó hasta la que estaba enfrente de su escritorio y empezó a escribir en letras mayúsculas con mucha elegancia, la frase que para él seguía en pie. Se alejó un poco de la pared para poder observar su creación, con una sonrisa se felicitó a él mismo. Dejando sus letras favoritas plasmadas en la pared, se encaminó hacia su silla para volver a sentarse.

— No hay apuro — Dijo antes de cerrar sus ojos y dejar de ver un "I O U" perfecto plasmado en la pared.

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My Reflection (Sherlock) (En edición) Where stories live. Discover now