Capítulo 23. Sofá

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La Sra. Hudson no paraba de decirme cuanto le alegraba que al fin parara un poco por Baker sin salir corriendo o solo a traer alguna cosa. Cuando me liberé de la adorable casera, logré subir. Sherlock y John no habían limitado a la Sra. Hudson, ni yo, parecía una madre, y eso me gustaba.

Estaba entrando a la sala de estar, y me sentí extraña en esa habitación, como si fuera la primera vez que yo estaba ahí. Estaba tan cansada que lo primero que hice fue acostarme en el sofá largo de la sala de estar.

Sherlock se sentó frente a su escritorio dejando el folder abierto encima de su laptop, parecía que lo repasaba constantemente sin fijarse lo que estaba a su alrededor, conociéndolo no me pediría que me acercara a menos que yo fuera hacia él.

—Sherlock — llamé sin mucha esperanza de tener respuesta, afuera la lluvia empezaba a sonar más fuerte.

—¿Mmm? — Contestó él, cosa que me sorprendió ya que en otras ocasiones ni siquiera emitía sonido.

—¿Dónde está John? — pregunté al cabo de un rato, cuando no lo vi.

—No sé — dijo notando la ausencia del doctor. Hasta que lo vimos salir del pasillo, obviamente había estado en el baño.

—Debo irme — dijo con una sonrisa de disculpa — Rosie está un poco mal. Espero me mantengan al tanto del caso.

—Claro ¿Luego vendrás? — pregunté al ver que Sherlock no contesto por leer el folder.

—Sí. Nos vemos — dicho esto me dejo sola con el detective consultor.

—Sería bueno que durmieras un rato — la voz ronca de Sherlock me hizo observarlo— Este caso ocupara muchas fuerzas — Me fije que aún tenía puestos sus guantes.

—Me levanté del sofá para caminar hacia él— Mis manos te dan las gracias — dije mientras me quitaba los guantes y se los daba— Pensé que no volvería a sentir los dedos.

—Él levantó una ceja y observó sus guantes— ¿Dormirás? — tomó los guantes y los dejó encima de un montón de papeles.

—En realidad, prefiero ayudarte ya — sonreí un poco, pero el clima me estaba relajando demasiado — Entre más rápido mejor.

Sherlock me entregó la mitad de los papeles. Los tomé y me fui a sentar en su sofá, sabía que le molestaba muchísimo, por eso mismo lo hacía. Mi relación con Sherlock Holmes no era la mejor, no había mejorado ni empeorado en los dos meses que llevaba aquí.

Era rara la vez que hablaba con Sherlock, solo ocurría cuando nos topábamos con él en la puerta de entrada, siempre me preguntaba por qué aquella noche me habría dicho que podía quedarme, quizá estaba drogado o un poco tomado (aunque era imposible porque Sherlock no hacia ninguna de las dos cosas). Nunca llegaba a comprenderlo del todo, parecía encerrado en un mundo al cual nunca podría llegar, especialmente porque no había deducido nada de él.

Al principio pensé que era porque Sherlock me parecía un objeto hostil en mi espacio personal, luego solamente se convirtió en una indiferencia, cosa que debía haberme permitido poder deducirlo por completo. En las noches daba vueltas en la cama esperando encontrar si quiera un error que él cometiera, pero me dormía sin hallar una respuesta. Luego del primer mes sin alguna ganancia, me había desocupado de eso, para meterme de lleno a los casos de Yard.

— ¿Me escuchaste? — La voz de Sherlock resonó por completo en mis oídos sobresaltándome — Al parecer no.

—Perdón ¿Qué? — dije mientras sacudía la cabeza — Es que... Olvídalo.

—Ya te dije que es mejor que descanses, no quiero un atraso en el caso, tú eres uno — remarco mucho la última frase. Estaba parado enfrente de la pared poniendo fotos y papeles.

No contesté.

—No creo que fuera bueno que trabajáramos juntos, ninguno de los dos está a gusto. A demás retrasamos el trabajo del otro.

Volví a guardar silencio.

—Deberías dejármelo solo a mí — y por alguna razón quería golpearlo de nuevo — Dijiste que tenías más casos.

Debía callarle la boca a ese presumido de una vez por todas. Revisé la parte de papeles que me había dado, al fondo escuchaba a Sherlock parlotear sus cosas ensimismado. Mis ojos se desviaron de inmediato a un nombre en las páginas, si no lo hubiera visto dos veces no me lo habuiese creído. Uno de los involucrados era americano, y yo lo conocía. Al ver la lista de nombres, muchos eran personas que yo había visto más de alguna vez, la mayoría me detestaba, pero solo ese nombre era el que me podía hacer ganar el caso.

Saqué mi celular, buscando el número telefónico, si lograba comunicarme. No debería esforzarme para nada y Sherlock quedaría burlado por una mujer, quizá sería la primera en lograrlo.

— ¡Aja! — grité, llamando la atención de Sherlock hacia mí.

—Se acercó rápidamente al sofá hasta quedar en frente mío— Qué pasa — se agacho para quedar mirándome directamente a los ojos. Parecían hipnóticos como si fueran de un gato, y de repente algo que no solía sucederme, un inmenso calor subió a mis mejillas — Dime qué pasa.

—Nada es solo que, gané el siguiente nivel de la serpiente — mentí sintiéndome muy nerviosa. Por qué diablos me había sonrojado.

—No me emociones si no me vas a dar nada — dijo rodando los ojos y dejándose caer en el sofá enfrente mío.

—Lo siento Sir. Presumido, pero esto creo que tardará más que los tres días del anterior caso — me miró con ojos impenetrables.

— ¿Cómo me dijiste? — su tono era muy serio — ¿De dónde sacaste... ese nombre?

— ¿Sir Presumido? — dije irguiéndome en el sofá, noté que se había puesto a la defensiva — Se me ocurrió desde la primera noche... Me parecía un buen sobrenombre dado a tu ego.

—El parecía tener una lucha mental en ese momento, como si quisiera creerme o acribillarme a preguntas — Yo... ¿Mi ego?

—Sí, tu ego. Por qué te extraña — me recline de nuevo en el sofá — Sueles mirar a los demás con demasiado aire de superioridad.

—Sherlock frunció el ceño mientras me observaba, revise mi reloj apenas eran las 11:00 A.M, si buscaba a mi contacto no lo encontraría — ¿Y tú no haces lo mismo? Si mal no recuerdo los dos nos parecemos en ciertas cosas. La diferencia es que... Yo sí soy superior...

—No soy igual a ti, hay muchas cosas que yo he hecho que tú nunca podrías hacer — dije mientras me mordía el labio, Sherlock se levantó hasta llegar a donde yo estaba.

Se agachó para recargarse con las manos en los brazos de su sofá, dejando su rostro a unos 6 cm de distancia del mío, poniendo sus ojos a la altura de la míos. Sentía como mi respiración se mezclaba con la de él, no pensaba volver a caer en el hechizo de sus ojos. Así que me acerqué más, vi en su mirada un poco de sorpresa.

—Yo soy tan capaz como tú — arrastró lentamente las palabras como si quisiera dejarme en claro las cosas, su voz estaba más ronca de lo usual — De hacer cualquier cosa, aunque eso me cueste la vida.

— ¿En serio? — Noté que ahora estábamos aún más cerca, un poco más y nuestras narices se rozarían — Espero ver eso en un caso.

—Lo veras, chiquilla — Fruncí el ceño totalmente, él también me había puesto un apodo.

—Tú no eres capaz de pensar en otras personas, más que solo en ti mismo mini Holmes — él hacía un triángulo con su vista, de mis ojos pasaba a los labios y de nuevo subía su mirada. No supe cómo, pero de repente ya no controlaba lo que decía — ¿Te gustan mis labios?

—Tú no llevas más que dos meses aquí, no sabes nada de lo que he hecho por John — Luego asintió levemente — Quizá un poco.

—Estaba a punto de contestar cuando la voz de Mycroft resonó haciendo erguirse de inmediato a Sherlock, dejándome totalmente confundida — Buenos días Sherlock

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3/4 Maratón!!!!!

My Reflection (Sherlock) (En edición) Onde as histórias ganham vida. Descobre agora