Capítulo 27. El caso del niño: Drury Lane

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— Brigette — Sherlock me hablaba muy suave, pero su ronca voz era inconfundible — ya son las seis.

— No quiero ir — renegué, en realidad mis músculos dolían con solo querer levantarme.

—Eso no es mi culpa — abrí mis ojos para observar a Sherlock, estaba sentado en la cama mirándome, aun se echaba de ver agotado por la fiebre — A dónde iras hoy.

—Drury Lane, ahí empezare mis pesquisas... Luego veré que pasa — me senté en el borde de la cama esperando que el dolor no fuera mucho — Al fin y al cabo, hoy es un buen día para morir — sonreí, Mike siempre decía eso — Traeré las pistas para que me des tu opinión.

—De acuerdo. Pero, no te mueras...No sería divertido Baker sin escuchar tus ronquidos — ¿Sherlock Holmes acababa de hacer una broma?

— ¡No ronco!  — él se rio, pero vi que le dolía por la fiebre, me sentí mal por sentir un poco de satisfacción.

—Creo que estás bien — la voz de John nos regresó la seriedad a ambos — Buenos días a los dos ¿Qué hicieron anoche?

—Me levanté observando como el doctor nos miraba con evidente curiosidad — ¿Qué tal John? ¿Qué haces tan temprano por aquí?

—Estoy muy bien, venía a ver al enfermo. Pero supongo que está bien cuidado — sonrió maliciosamente — Supongo que le quitaste la fiebre. Mmm qué métodos utilizas — comencé a sonrojarme.

—John — Susurró Sherlock con cierto malestar.

—Yo debo irme ya, así que es todo tuyo — miré por última vez a Sherlock y John para luego salir a mi cuarto. No estaría en todo el día con Sir Presumido, quien sabe cómo estuviera para cuando yo regresará — Siempre ha sido tuyo

—John abrió sus ojos de par en par — Brigette lo que sea que estas insinuando...

—No insinuó nada, solo dije que siempre ha sido tuyo... Me refiero a tu mejor amigo — John me miro con cierta molestia — Qué pensará Mary...

— ¡Brigette! — gritó mientras salía para irme a alistar, debía apresurarme —No me hagas contarle a Mycroft —Escuché que John empezaba uno de sus sermones, corrí hasta mi cuarto intentando obviar la vergüenza de que John me hubiese encontrado con Sherlock.

Cambiarme nunca había sido un problema para mí, con todo lo que me habían enseñado en la CIA sabía que no debía tardarme demasiado. Como no estaría en Yard durante todo el día, me había puesto ropa diferente; llevaba unos jeans color azul, una camiseta color celeste manga corta y unos converse. Llevaba más de un año sin vestirme así, prácticamente solo lo hacía cuando iba a salir con amigos... y hacia mucho que no tenía amigos. Me seque el cabello y lo deje amarrado con una coleta.

Mi plan era no parecer lo que yo realmente era, si no más bien, una detective que comenzaba sus días en Yard. Me había comido un sándwich, ya que últimamente los días eran tan agitados, no podía darme el lujo de irme sin comer. Ya casi todo estaba listo solo faltaba despedirme de los amigos.

—Bueno, me largo — cuando entre al cuarto John y Sherlock me observaron como si fuera un nuevo descubrimiento de la NASA — ¿Qué pasa? ¿Tengo algo? — dije mientras miraba mi ropa.

—No. Es que... Te ves muy diferente. Estas perfecta — John me sonrió ¿Un cumplido? No solían darme cumplidos, ni porque fueran mis amigos.

—Gracias — contesté — ¿Te quedaras ahora en la noche?

—No, solo vine a dejarle unas medicinas a Sherlock. Luego me iré — John me miró  queriendo disculparse.

—Llévate mi bufanda y los guantes — la voz de Sherlock me interrumpió cuando iba a contestar — Y no dejes que nadie te vea así.

My Reflection (Sherlock) (En edición) Where stories live. Discover now