Capítulo 32. El caso del Niño: Estrellas

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Pase toda la noche despierta junto con Sir. Presumido, el sol asomaba por la ventana dejando entrar algunos rayitos sobre la tela de araña. Durante la noche no nos habíamos dirigido la palabra con Sherlock, de vez en cuando sentía como me observaba, pero estaba más absorta en mis pensamientos que ni siquiera me volteaba a verle. No sabía cómo comprenderlo, en una semana todo había cambiado, de repente éramos amigos por un problema en común. Aun me hizo dudar de mis sentimientos... Cómo, era lo que no dejaba de preguntarme.

Brick Lane era mi destino para ese día, y por lo que notaba el sol estaría de mi lado, me acerque a la ventana para observar a las primeras personas pasar como si nada, algunas preparándose otras comprando café, parejas de adolescentes que se demostraban su cariño. Pensé en ese chico, quizá estaba asustado... posiblemente sentía que perdería a sus padres, y comprendí el porqué de mi interés repentino en el caso.

Yo era huérfana. Mis tíos me habían dado la espalda en el momento que mis padres habían muerto, dejando en claro lo estúpido que puede llegar a ser el ser humano, mis abuelos habían muerto cuando yo tenía como 5 años, nadie, me recibió... Y pensar que ese chiquito podía ser alejado de su madre a la fuerza me tenía preocupada. Y si desaparecía por siempre me echaría la culpa.

-Gregson vendrá ahora en la tarde, él también piensa que es el padre- su voz me hizo mirarlo, en la tarde... MI tiempo se agotaba- Será mejor que te quedes aquí para ver el final del caso.

Entonces comprendí lo que pasaba, eso sería lo que esperarían para que todo sucediera, al atrapar al padre los demás sospechosos no serían tomados en cuenta, se acabaría el caso y nadie nunca sabría la verdad, la vieja bruja siendo su amante ayudaría en todo lo que pudiera con tal de complacer a su mina de oro... La mente criminal era ella, luego de que el padre fuera arrestado nadie se fijaría en la fuga, solamente estaría la pregunta ¿Dónde está el niño? La tía se hace la heroína y ahí ganaría todo lo que el hombre tenía.

Salí del cuarto sin prestar atención a nada más que mis pensamientos, me duche en medio de pensamientos, me cambie aclarando ideas, me fui mezclando cada una de ellas... Si quería encontrar a ese niño de manera rápida lo único que me quedaba por hacer era encarar a la bruja o al padre... Ya que no había hablado con Albert supuse que era la mejor forma de empezar.

Llame a un taxi lo más rápido posible, esperando que el viaje fuera el más corto de toda mi existencia. Un taxi que cruzaba vagando por ahí me paro de inmediato.

-Brick Lane- dije ya montada en el taxi, tenía dudas, pero ya no me quedaba tiempo, mucho menos esperanzas de que Sherlock me ayudaría.

Pague el taxi cuando me dejo en la entrada de la calle, como me estaba dejando guiar por impulsos (George mismo me había dicho que ni se me ocurriera hacerlo, pues todo me salía mal) no sabía dónde era exactamente la casa de Albert. Mande un mensaje al único que en ese momento podía ayudarme: Anderson.

Fue casi instantánea su respuesta, cosa que me hizo sonreír, podía confiar más en él que en Sherlock. Quizá estuviera exagerando, pero, por el momento era mi única fuente segura. John Watson, ni siquiera se había interesado en el caso, solo una vez lo miré por Baker en toda la semana que estuvimos (estuve) haciendo mis pesquisas.

Camine por dos cuadras cuando divise la casa, era de dos plantas y la parte frontal tenía un barandal de hierro pintado de negro protegiendo la puerta principal, me acerque hasta quedar frente a la casa. Tenía un color rosado salmón en la parte frontal, dos ventanas francesas a cada lado de la puerta que tenía un color café. No podía entrar desde ahí y si lo lograba se perdería el factor sorpresa.

Una anciana (que seguramente era la vecina) salió a botar la basura en un contenedor que habían dejado en la acera, pensé que si podía meterme por ahí y entrar por el patio trasero aún podría utilizar el factor sorpresa a mi conveniencia. Hable con la señora que parecía una cámara de vigilancia, seguramente después le diría a todo el mundo que una chica le pido su patio para llegar a casa de su vecino, no me importo ya que me había prestado el patio con total voluntad.

La cerca que dividía la casa de Albert con la de su vecina podía saltarla sin ninguna dificultad, no había ningún objeto de vigilancia que molestara mi entrada perfecta, me sentía como James Bond... O como un detective de las obras antiguas que nos ponían a leer en la escuela.

La puerta del patio trasero estaba abierta de par en par, un descuido muy grande por parte de Albert Smith, revise con cuidado todo a mi alrededor antes de entrar por esa puerta, aspire por la nariz distinguiendo muchos olores, loción de hombre, comida recién preparada, perfume de mujer, baño recién acabado, eran demasiadas cosas para a penas las 9:00 a.m.

Escuche una risa. Camine un poco más entrando a la cocina de la casa; eran bastante grande, tenía ahí mismo el comedor y una barra de desayuno. Otra risa junto con un susurro. Había un pasillo que llevaba, supuse, a la sala.

Me metí en el pasillo donde había un escritorio en forma horizontal pegado junto a la pared, revisé los papeles que habían ahí, sonreí, en un papel color amarillo había un numero de contenedor escrito junto con el nombre del niño... Tenía a mi pequeño. Mensajee rápidamente a Gregson esperando que me contestara rápido.

La señal de mi teléfono desapareció, a lo lejos escuche como la puerta se cerraba. Corrí haciendo el menor ruido hasta la cocina y exactamente se había cerrado la puerta, unos pasos se escucharon por el pasillo, me metí debajo de la mesa que, por suerte, la cubría un largo mantel. Otra risa se mezcló con un susurro ahogado, algo o alguien se posó encima de la mesa mientras unos pies quedaban puestos en las sillas, mientras otros pies se quedaron en el piso, sin moverse.

-Luego- escuché la voz que en menos de 24 horas detestaba- el estúpido detective se dejó besar por mí- Sentí ganas de salir y golpear a esa bruja- La alumna esa que lo acompañaba, creo que me tiene por sospechosa, pero, con Sherlock Holmes en mis manos no podrá tocarme.

-Me alegra mucho escuchar que en menos de lo que creemos, tú, yo y mi hijo estaremos formando una nueva familia en América, con nuevos nombres y lejos de esa estúpida de tu hermana- era un reverendo imbécil ese tipo... La indignación corrió por mis venas. Me quede quieta en el momento que la bruja se bajó de la mesa para caminar cerca de la barra.

-A qué horas crees que venga- pregunto ella con cierta impaciencia en la voz, los pies de Albert salieron de mi campo de visión- este auto se está tardando demasiado.

-Revise mi reloj al escuchar un sonido de gavetas, estaba encerrada ahí Dios sabe por cuánto tiempo- No lo sé mi amor, supongo que en la tarde cuando me hayan tomado como culpable a mí.

Y de repente empecé a ver estrellitas en frente mío, no supe en que momento unas risas se amplificaron en mis oídos. Me sentía débil y con poca energía, mis parpados se volvieron pesados como si cada uno tuviera vida propia. Sacudí la cabeza, esperando que los síntomas que ya casi se me habían olvidado desaparecieran. Una inmensa sensación de placer me invadió, obligándome a acostarme totalmente en el piso.

-Es muy resistente, Srta. Collins- dijo la vieja bruja, pero yo solo la escuchaba como un eco- él dijo que vendría, créame que esta persona que le sigue los pasos la ve muy predecible.

No sabía que haría, pero, ahora ya no estaba en mis manos. Quién sabe me llevaran a América de regreso, en contra de mi voluntad. Ese pensamiento fue el único que me invadió la mente antes de que las estrellas me tragaran.

My Reflection (Sherlock) (En edición) Where stories live. Discover now