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Sacudí la cabeza mientras terminaba por sonreír junto a él, golpeándolo en el hombro mientras Vaali permanecía en un segundo plano, observándonos a ambos con atención... u observando con demasiada atención a Cassian.

Di gracias a los dioses de que hubiera conseguido dar con la persona que buscaba, añadiendo a esa plegaria de agradecimiento la presencia de mi amigo allí. Cassian terminó por retirarse la capucha, pasándose una mano distraídamente por el cabello, consiguiendo que Vaali lo observara con más atención.

Pero Cass solamente tenía ojos para mí, estudiándome con su mirada de los pies a cabeza.

—La última noticia que teníamos de Enu y de ti es que os habían seleccionado para servir de entretenimiento en el palacio del Emperador —dijo entonces mi amigo, entrecerrando los ojos.

Eso significaba que aún no había trascendido lo sucedido dentro de la habitación del Emperador, el hecho de que alguien ajeno a Al-Rijl hubiera logrado colar a una espía para llevar a cabo un asesinato; seguramente todo el mundo dentro del palacio estaría siendo sometido a un riguroso procedimiento para intentar llegar al fondo de tan turbio asunto.

Enu no había tenido oportunidad de huir y yo... Yo lo había logrado gracias a un golpe de suerte. Gracias a un nigromante.

Alejé esos pensamientos de mi cabeza con brusquedad. Cassian seguía atento a mí, a la espera de que le explicara qué era lo que había sucedido que nos había obligado a Enu y a mí a separarnos.

—Ocurrió... algo —dije de manera evasiva.

Cassian desvió su mirada en dirección a Vaali, quien apartó la suya con pudor, enrojeciendo. Luego enarcó ambas cejas en un elocuente gesto que pretendía preguntarme si mi corta respuesta se debía a que no nos encontrábamos a solas; a pesar de que su padre y Vaali colaboraban con nosotros, como muchos otros dentro del Imperio, no nos queríamos arriesgar a proporcionarles información que pudieran ponernos en un grave compromiso.

Mi amigo asintió con un seco gesto afirmativo de cabeza.

—Nos vamos —decidió de golpe.

Vaali soltó un respingo y yo miré a Cassian, poniendo los ojos en blanco: le gustaba demasiado dar órdenes; estaba acostumbrado a ladrar órdenes.

—No podemos regresar —le contradije, refiriéndome explícitamente al núcleo de la Resistencia: las Cuevas del Desierto.

Cassian sacudió la cabeza ante mi sorpresa.

—Vendrás conmigo a un sitio seguro —repuso—. Mañana ya pensaremos qué hacer.

Vaali nos observaba a ambos con una expresión perdida, casi como si la idea de que nos marcháramos ambos le produjera una repentina tristeza. De todos modos, tenía que reconocer que Cassian tenía razón: ahora que habíamos logrado reunirnos, era una pérdida de tiempo y un abuso de su confianza quedarnos allí; el padre de Vaali seguramente se sentiría aliviado al descubrir que una potencial chica como yo —a todas luces perteneciente a un grupo que era buscado por todas las fuerzas del Imperio— se hubiera desvanecido de la noche a la mañana.

EL TRAIDOR | EL IMPERIO ❈ 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora