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— Si estás aquí, retrocede al capítulo 51: hoy toca doble actualización y no quiero que empieces comiéndote algún que otro spoiler —Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza a causa de las prendas húmedas, haciendo que me rodeara con los brazos d...

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— Si estás aquí, retrocede al capítulo 51: hoy toca doble actualización y no quiero que empieces comiéndote algún que otro spoiler —
Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza a causa de las prendas húmedas, haciendo que me rodeara con los brazos de manera inconsciente. Mi mirada no era capaz de quedarse detenida en un solo punto de aquel lugar, curiosa por saber qué había pasado allí.

Perseo fue el primero en reunir el valor suficiente para internarse aún más en aquel sitio, haciendo que sus pasos resonaran contra las paredes mientras los sonidos de la tormenta se intensificaban, anunciando su proximidad; eché un último vistazo al vestíbulo antes de llegar a la conclusión de no querer quedarme sola. Troté a la espalda del nigromante, alcanzándolo casi sin esfuerzo.

El interior de aquella propiedad abandonada me provocaba sensaciones contradictorias: por un lado tenía todo el vello de mi cuerpo erizado; por otra parte... sentía una extraña sensación a causa del ambiente, como si hubiera algo en él que me hiciera sentir nostálgica. Lo cual era un completo disparate: nunca había puesto un pie allí hasta aquel preciso instante; por no hacer mención del aspecto viejo y olvidado que delataba el largo período de tiempo que aquella finca se encontraba abandonada.

Me fijé en los pocos retratos que colgaban de las paredes, todos ellos con los lienzos rajados y con partes arrancadas. Todos ellos echados a perder por alguien que había disfrutado destrozándolos y volviéndolos casi irreconocibles.

Perseo giró en un altísimo arco que conducía a un enorme salón que hubiera sido esplendoroso de no haber presentado el mismo aspecto que el resto de la propiedad. Seguí su estela, esquivando muebles rotos y tratando de no fijarme en las manchas oscuras que había en algunas de las alfombras que no habían sido retiradas, hasta nuestro objetivo; ladeé la cabeza cuando vi los asientos que rodeaban aquella enorme chimenea abierta y circular que estaba enclavada en el centro.

Mis dedos casi empezaron a cosquillear ante la idea de retirar la capa húmeda y tener un fuego cerca.

—Debió pasar algo horrible en este lugar —comenté, alzando la mirada hasta los techos.

Dudé unos instantes antes de atreverme a tomar asiento en uno de los curvados divanes que rodeaban la chimenea apagada. Perseo estaba moviéndose por la sala, recogiendo algunas piezas de madera del estropicio para poder emplearlos en hacer fuego; emitió un sonido de asentimiento mientras proseguía con su tarea.

Mi mirada volvió a vagar por los rincones de aquel sitio, haciendo que todo mi cuerpo sufriera un escalofrío de inquietud. ¿Qué había sucedido en aquel lugar? ¿Qué había sido de la familia que vivía allí?

El hilo de mis pensamientos quedó en suspenso cuando vi a Perseo regresar, echando al hueco de la chimenea la madera que había recolectado de aquel destrozo. Se deshizo de la capa, tirándola despreocupadamente sobre uno de los asientos y volvió a centrar toda su atención en aquella nueva misión: conseguir hacer fuego.

EL TRAIDOR | EL IMPERIO ❈ 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora