❈ 28

4.8K 687 155
                                    

          

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

          

—Parece que Cassian no fue el único que disfrutó anoche.

El pícaro comentario de Eo hizo que saliera de golpe de aquella nube de pensamientos que llevaba asolándome desde que me despedí de Perseo en la boca de aquel callejón, entumecida por cómo había terminado la noche. Al menos para mí.

Mi amigo y su hermana habían aporreado mi puerta aquella misma mañana, siguiendo nuestra irritante tradición de reunirnos tras los excesos que traía consigo la Rajva. Una parte de mí había fantaseado con la idea de esconder la cabeza bajo la almohada y fingir que no había nadie en casa; tarde o temprano ambos hermanos se cansarían de golpear con los nudillos mi puerta, marchándose.

Y yo podría esquivar las insidiosas preguntas de Eo sobre cómo había transcurrido el resto de la noche.

Ahora me arrepentía de no haber hecho caso a mi plan inicial, pues los ojos de Eo refulgían con un inconfundible brillo que auguraba una larga lista de preguntas indiscretas a las que yo no quería darle respuesta. A ninguna de ellas.

Cassian alzó la cabeza al escuchar a su hermana, clavando su mirada en mí y provocando que mis mejillas empezaran a calentarse por la súbita atención que había conseguido con aquel comentario por parte de Eo.

—¿Y qué hay de ti? —repliqué.

La sonrisa de mi amiga se tornó traviesa.

—Solamente bailamos dos piezas —respondió y extendió sus delicadas manos encima de la mesa del saloncito de mi casa—; luego salí en tu búsqueda... pero no logré dar contigo.

Un escalofrío bastante desagradable aplacó el fuego que había empezado a formarse en mi interior. Recuerdos de aquellos tipos inundaron mi mente; pero en mi retorcida imaginación ya no iba sola, Eo se encontraba conmigo, después de haberme encontrado antes de que consiguiera salir de la plaza.

La boca se me llenó del sabor de la bilis al imaginar que mi amiga hubiera llegado a toparse conmigo antes de que abandonara la fiesta, dando por concluida la noche.

Cassian frunció el ceño, quizá notando el cambio que había sufrido tras escuchar a Eo decir que no me había encontrado. Enderecé los hombros y procuré eliminar esas horribles imágenes de dentro de mi mente, concentrándome en el presente. En aquel pequeño salón donde estaba pasando una agradable mañana con mis dos mejores amigos.

—Estaba agotada —expliqué, ignorando la intensa mirada de Cassian clavada en mi rostro—, así que opté por marcharme a casa.

Una media verdad, ya que no iba a contar qué había sucedido después de que decidiera ir a casa y me viera interceptada por aquel grupo de matones. Mucho menos me atrevía a relatarles qué había sucedido a continuación, cuando Perseo había interrumpido para acabar con aquellos chicos, protegiéndome.

EL TRAIDOR | EL IMPERIO ❈ 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora