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Solamente hizo falta un simple gesto por parte de Ramih para que sus hombres se abalanzaran sobre nosotros

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Solamente hizo falta un simple gesto por parte de Ramih para que sus hombres se abalanzaran sobre nosotros. Los puntos de mi costado se resintieron cuando tensé los músculos de mi cuerpo para defenderme; no tenía ni una sola posibilidad de salir victoriosa, y si optaba por tomar ese camino... No, no lo haría. Porque eso significaría dar munición a Darshan y a las dudas que parecían haberse aferrado Ramih tras la sorpresiva acusación de Darshan. No me resistí cuando los hombres se abalanzaron sobre mí, cumpliendo órdenes: me resigné a permitir que me inmovilizaran y me obligaran a doblar los brazos a mi espalda. La emisaria de Assarion se limitó a hacerse a un lado mientras Cassian trataba de intermediar, insistiendo a Ramih que era un error.

Pero el líder de la Resistencia no parecía muy propenso a escucharle.

Darshan también pareció ser consciente de lo poco que serviría oponer resistencia: cayó de rodillas y con ambos brazos unidos a la espalda. Su mirada gris estaba clavada en la emisaria de Assarion, quien permanecía inmóvil junto al resto de rebeldes; sin que nadie tratara de apresarla como a nosotros dos.

Los ojos de la mujer se limitaban a seguir con una pizca de atención todo lo que sucedía.

—Ponedlos bajo custodia hasta que pongamos algo de orden en todo este... asunto.

Con poca amabilidad, mis captores me obligaron a que empezara a andar, arrancándome un quejido cuando los puntos de mi costado se resintieron ante mis movimientos forzados. Cassian tenía el rostro pálido de angustia al verme en aquella situación; sus pupilas estaban dilatadas por el miedo, por el modo en que las cosas se habían torcido cuando lo único que buscábamos era desenmascarar a Darshan frente a todos. Al pasar a su lado, moví mis labios en una silenciosa súplica.

«Trae a mi padre.»

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El chasquido que emitieron los grilletes al cerrarse sobre mis muñecas resonó contra las paredes de piedra. Aquella medida no había sido por cautela, impidiendo que pudiera huir: sino para mantenerme separada de Darshan e impedir que pudiera causarle algún daño. El traidor había sido encadenado en la otra punta de la sala, con otra pareja idéntica a la mía de grilletes normales; como si mi acusación sobre su peligrosa naturaleza no hubiera sido tomada en cuenta. Como si el metal fuera suficiente para contener su poder letal.

Un poder que, hasta el momento, no se había manifestado.

Darshan no había intentado huir después de que yo le señalara como nigromante y la persona que nos había estado vendiendo. En aquellos instantes se encontraba apoyado contra la pared, con las muñecas apoyadas sobre sus rodillas; los hombres de Ramih Bahar se limitaron a lanzarnos una última mirada antes de cerrar la puerta con estruendo, dejándonos encerrados en aquella cámara hasta que decidieran venir a interrogarnos.

Resbalé hasta quedar sentada en el duro suelo de piedra y luego dejé caer la nuca hacia la pared que había a mi espalda, aún intentando digerir el fracaso de mi maravilloso plan para salvar a la Resistencia.

EL TRAIDOR | EL IMPERIO ❈ 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora