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Con un poco de cansancio, Lauren entró a su casa, más que nada sentía una mezcla de enojo y tristeza en el estómago.

Sus mejillas estaban un tanto rojas por el frío, la caminata que se dio y por las emociones que se encontraba reprimiendo.

Clara apareció frente a ella en cuanto oyó la puerta.

La mujer vio al reloj de su muñeca y luego a su hija.

— veintidós minutos —agradece que no te castigaré como lo había dicho —indicó con seriedad.

Lauren solo bajó la mirada y terminó de entrar, quería encerrarse un rato en su cuarto y olvidar el pequeño drama de su madre.

En serio lo quería.

¿Acaso es tan malo ser lesbiana que solo esa característica puede menguar todas las cualidades de una persona para merecer odio? La respuesta es no. Lo que está mal es ser homofóbico y concentrarse únicamente en ese aspecto de la persona, odiarla y olvidar lo maravillosa que puede llegar a ser.

— No te vayas —volvió a hablar Clara —. Tu papá no tarda en venir, lávate las manos y pasa al comedor.

— No tengo hambre — dijo sin dejar de avanzar.

— ¡No es una opción! —exclamó la mayor está vez alzando la voz.

La ojiverde se detuvo al instante, no quería dar media vuelta y encontrarse con su mamá pero tenía que hacerlo para no terminar castigada. Una vez más tenía que tragarse todo lo que sentía, le saldría una úlcera quizá.

Obedeció luego de unos instantes aunque cuando la cena comenzó ella solo jugaba con la comida usando la punta del tenedor.

Su padre la miró desanimada, odiaba verla así, la sonrisa de su niña mayor era maravillosa y era una de las cosas que más ansiaba ver al volver con su familia.

— Apenas has probado bocado, es tu favorito —le dijo Mike con calidez.

— Lo sé, pero no tengo mucho apetito —respondió tratando de ocultar su tristeza.

— Pues que mal. No te levantarás hasta que te termines todo —indicó Clara sin siquiera molestarse en verla.

— ¿Sucedió algo? —cuestionó Mike.

— Tu hija me gritó hoy —le indicó su esposa.

— No es cierto —se defendió la adolescente controlando el volumen de su voz.

— Me gritó por defender a la rarita de al lado.

— Clara, no llames así a la muchachita.

— No voy a usar la otra palabra, suena mejor rarita.

— ¿Me puedo retirar papá? —cuestionó la ojiverde suplicando con la mirada.

— Sí, hija —indicó Mike tratando de evitar una discusión en la mesa.

— Mike, no me gusta cuando la conscientes así —oyó Lauren que dijo su mamá mientras ella se retiraba.

— No la estoy consintiendo —replicó y fue lo último que escuchó la chica antes de llegar a su recamara.

Aun era temprano pero se tumbó en la cama esperando dormir un rato para relajarse. Logró hacerlo después de un rato.

El sonido del teléfono la despertó, estaba oscuro y rápidamente miró la hora en su despertador, había dormido más de lo que se imaginó.

Los timbres insistieron y se sentó buscando el aparato.

—Bueno —dijo con voz adormilada.

— ¿Te desperté? Lo siento —dijo Camila al otro lado de la línea.

— No, no hay problema. Llevo durmiendo desde que cené, bueno ni siquiera cené pero estoy dormida desde la hora de la cena.

Camila soltó una riailla por la gran explicación de la menor.

— ¿Por qué no cenaste? ¿Tanto sueño tenías?

— No, bueno quizá un poco de cansancio y el no cenar me hizo quedarme dormida más rápido. Igual no tenía hambre.

— No vuelvas a hacer eso. Si no comes te vas morir y no quiero que mueras,quiero que sigas viva y sigamos practicando hasta que seas una tops digna de vivir en lesbo.

— No voy a morir, Cam y no sé muy bien qué dijiste pero yo también quiero que eso suceda.

— Entonces espero que no hayas cancelado nuestra sesión de esta noche.

—Sigues en mi agenda.

— ¿Y ya están dormidos tus papás?

— Sí pero...

— ¿Qué?— cuestionó pensando que quizá Lauren le diría que no quería practicar, lo cual era absurdo porque acababa de decirle que seguía agendada, sin embargo esa idea por alguna razón se cruzó por Camila y la hizo sentirse aterrada.

— ¿Qué tal si yo voy a tu casa?

¡Oh! Se trataba de eso, la castaña se relajó y mentalmente se burló de sí misma.

— ¿No te meterás en problemas?

— No se darán cuenta.

— Ok, solo ten cuidado, abrígate, hace frío, te espero en la cocina —contestó antes de colgar.

Lauren salió a urtadillas viendo la luz de la habitación de Taylor prendida así que fue aún más cuidadosa al cerrar su habitación y bajar cada escalón.

Realmente se estaba muriendo del miedo de que la atrapará saliendo o que descubrieran su cuarto vacío, pero si se daban cuanta de que se había escapado, pensó Lauren, se llevaría un castigo menor al que le darían si de casualidad la descubrían con Camila encerrada en su habitación sin permiso.

Más valía prevenir si no quería que su mamá la mandara a un internado de chicas con monjas rociandole água bendita cada que tuvieran oportunidad... Aunque pensándolo mejor no estaría mal estar rodeada únicamente de niñas en uniforme, sin embargo esa idea la descartó al instante.

¿De que serviría estar entre puras mujeres si no sabría como ser una buena tops para ellas? Para eso necesitaba a Camila... O quizá era  porque simplemente no quería alejarse de la castaña, no quería que le prohibieran verla rotundamente, ni siquiera quería imaginarlo.




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Gracias por leer ❤
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Lauren quiere ser tops || Fanfic CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora