C a p í t u l o 2

4.3K 197 5
                                    


Dormir con el corazón roto y lágrimas en los ojos no es nada fácil. Desperté más de cinco veces por los demonios que me visitan de noche, esos que aparecen más de una vez en las pesadillas y jamás se van.

Siempre es el mismo sueño, un hombre golpeándome pero no puedo ver su rostro. Nos encontramos en un hotel un tanto lujoso, con un pasillo largo que al momento de escapar se me hace infinito. Sé que lo conozco, o al menos eso siento. Huyo de él no por lo que siento, sino por lo que parezco saber. Al momento de salir huyendo logra derribarme, me toma de los tobillos y me arrastra hacia el interior del cuarto, creo ver que alza objeto al aire, cuando la va a atestar en mi cabeza despierto, no antes ni después. Siempre es ahí.

En otro sueño recurrente, un rostro más sereno de un joven con grandes e impactantes ojos color miel y piel muy clara. Al verlo no le temo, solo observo y siento que se trata de un dejá vú. Siempre tan pacífico hablándome de algo que nunca soy capaz de comprender.

¿Serían recuerdos? Y si lo eran ¿Quiénes son?

Esa clase de sueños a menudo me dejaban con ganas de saber más y una vez cometí el error de contarle a John. Solo se limitó a decir que debe haber sido alguna mala jugada de mi subconsciente, que trataba de llenar los espacios vacíos de mi mente y se trataba de algún vagabundo que habré cruzado por la calle. Esa noche coincidí con él, pero después de notar que no se interrumpe y persiste en el estado en que se encuentra, sin variar su intensidad, me di cuenta que no era así. La segunda vez intente convencerlo y se alteró, escupió que lo dejara estar, que si era feliz con él no hurgue en el pasado. Pero lo que él no sabía, era que ese pasado se trataba de mí, de mis raíces. No quisiera ser una persona que olvida sus raíces. No se puede renunciar a aquello que no dejas de pensar todos los días...

El solo saber que había algo oculto detrás de esos sueños era lo que me hacía investigar. Las horas pasan volando y no pude dormir en toda la noche, mucho menos de aliviar mi ansiedad de largarme de aquí mismo. Necesito distraerme o voy a explotar, siempre tengo que fingir que no duele, pero eso exactamente duele el doble.

En la mañana temprano mi madre pasa a recogerme así poder traerme al restaurante, se notaba sin ánimos de nada, y a pesar de tener el pómulo izquierdo marcado por la bofeteada, no me preguntó nada. Ni siquiera se molestó en preguntar si estaba bien aunque la respuesta fuera obvia, a decir verdad no habló, yo tampoco podía romper ese silencio tenso y tirante. Era demasiado para mí. Con el paso del tiempo su actitud hacia mi cambio tanto que ya no parece mi madre, sino mi chofer, ya que solo se digna a llevarme al trabajo. No me expresa sus sentimientos ni mucho menos me visita. Es como si yo en algún punto la hubiese cansado de su cargo de madre y me pudiese dejar como si de un animal se tratase. No tuve tiempo anoche de avisarle que no asistiría al trabajo debido a mi desmayo. Pero al ver que fue por mí después de los cuarenta minutos de viaje que tiene de su casa a la mía no podía hacer que en vano sea.

La primera vez que me golpeo me mantuvo en casa encerrada, no permitía que nadie me vea. Al parecer ser el cobarde que es le avergonzaba.

— ¿Qué te pasa? — llama mi atención Emily —. Has estado perdida.

— Solo no dormí muy bien que digamos.

Asiente poco convencida con el ceño fruncido y señala mi rostro con su cuchillo.

— ¿Qué fue lo que te paso? — ya esperaba esa pregunta, el simple hecho que no lo hizo antes me dio tiempo a buscar una excusa. Algo creíble, no una estupidez como me caí o culpar a mi torpeza, ni yo creería eso.

—Las peleas no son tan malas después de todo — me encojo de hombros de modo que sea más creíble, sin apartar la vista de las papas que rebano, nunca puedo mentir mirando a los ojos —. Hace tiempo que esperaba golpear a esa loca.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now