C a p í t u l o 27

994 70 0
                                    


Durante la cena los niños arrasaron con todo lo que había para comer y ya satisfechos, fueron a jugar a la habitación después de pedir permiso ya que nosotras estábamos por acabar. Diana había bebido vino antes de cocinar, durante y después en la cena. E insistió en que probara un vino tinto que había comprado, asegurando que me encantaría y cedí. Soy consciente de que evito cualquier bebida con alcohol debido al martirio que vivía con el gusano de John, pero simplemente no puedo evitarlo. Sin embargo su cautivante sabor, tan fresco y dulce logró que se me hiciera agua la boca. Ella sonrió orgullosa confirmando su punto y durante la comida me pude relajar con mi amiga bebiendo una copa de vino.

—Sabía que te gustaría el vino—asegura, viéndome acabar con lo que me quedaba en la copa.

— ¿Qué te puedo decir?— me encojo de hombros— Sabes elegir.

Sonríe haciendo una mueca, negando.

—No— ríe, recordando—, de hecho, no. Una amiga que tenía solía beber, no era alcohólica, pero siempre que no podía con su vida se bebía una botella de este vino— levanta su copa y bebe—. Me enseñó muchas cosas además de elegir un buen vino.

— ¿Tenias?

Asiente triste.

—Éramos más jóvenes, peleamos por una idiotez— se sirve otra copa, se veía tan sumida en sus pensamientos que no quise interrumpirla—. Al poco tiempo supe que murió y no he bebido este vino hasta ahora.

—Como lo lamento.

—A veces me hace falta— confiesa mirándome a los ojos, podía ver su dolor. No pretendía que me doliera pero lo hizo. Soy su amiga y al parecer nunca estaré a la altura de ella. Por más que me esfuerce nunca le podré devolver un poco de lo mucho que hizo en mi vida y en la de mi pequeño—. Pero te tengo a ti y con eso me basta.

Sonrío. Los niños vuelven a la sala corriendo y riendo. Ambos lucen agitados y sus mejillas están enrojecidas debido a eso. Ya era tarde y la madre de Diego aun no venía a buscarlo. Nunca lo hacía, de hecho siempre soy yo quien se ocupa de eso, pero no asoma la cabeza ni para verificar que esté bien. Sumidos en sus mundos corren nuevamente a la habitación.

—Adora a ese niño—comenta, enderezándose sobre su asiento y corriendo su cabello atrás de sus orejas. Queriendo notablemente dejar atrás esa conversación, la entiendo, además yo tampoco quería seguir y resaltar más mi insuficiencia.

—Se hicieron muy cercanos— me encojo de hombros llevando los platos a lavar— Se entienden bien.

—Si— dice, dando un sorbo a lo último de vino que le queda a su copa— Pero hay algo raro con ese niño.

Dejo las cosas remojando y vuelvo a la mesa, intrigada. ¿Será que también lo notó?

— ¿Tú que piensas?

—Bueno, es su madre ¿sabes?— frunce el ceño, pensativa— Todo el tiempo que llevan siendo amigos ni siquiera lo buscó al colegio, aquí e incluso afuera en su vereda esperando su regreso. Cuando viene, y no es que me moleste ni nada que se le parezca, pero come hasta no dar más. También, suele andar sobresaltado al inicio como si le costara bajar la guardia.

No es necesario decir más para darme cuenta que lo había analizado por completo. Yo también lo hice, debo admitir, solo que llegué a creer por un segundo que era impresión mía.

—Sí— hago una pausa relamiendo mi labio— Hablaré con él luego.

—Tal vez no sea nada—calcula haciendo una mueca.

—Quizás— digo, volviéndome para lavar.

— ¿Cómo han ido las cosas en el hotel?— pregunta cambiando el tema, volteo y la veo sirviéndose más vino.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now