C a p í t u l o 42

773 50 2
                                    


Luego de un rato el sol que se filtraba a través de la ventana comenzó a ser irritante, molesto. Abro los ojos sintiéndome totalmente desorientada de donde me encontraba; cuando reconozco el olor característico de mi habitación y el enorme cobertor de plumas que me cubría de pies a cabezas. Me incorporo confundida, sin saber cómo llegué hasta aquí, porque lo último que recuerdo es haber estado con Gael charlando en un banco en el parque. ¿Lo habría soñado todo? Tiene sentido. Llevaba demasiados días sin poder dormir tres horas seguidas y en algún momento tenía que pasarme factura mi débil cuerpo.

Rara vez me sentía tan relajada y sosegada como hoy—había olvidado por completo la última vez que estuve así, podría ser debido al prolongado descanso que mi cuerpo ciertamente necesitaba con urgencia—. Tomo una ducha y algo indescriptible me invade de repente e inhalo y exhalo con profundidad involuntariamente, sintiéndome omnipotente, como si nada que se atraviese en mi camino podría contra mí. Bajando las escaleras, ya vestida, el olor al desayuno llega hasta mí y cierro los ojos disfrutando el rico aroma. En la cocina estaban ellos; Noah con su desayuno favorito sentado junto a mi padre, Elena cocinando algo al otro lado de la cocina y Alex leyendo el periódico.

— ¡Buenos días!— sonrío alegremente besando la cabeza de mi pequeño para luego sentarme junto a ellos.

—Buen día, dormilona— saluda Elena dando vuelta en el aire una tortilla— Veo que has dormido bien.

—Seis horas de sueño pueden ser reparadoras si llevas días sin dormir, aunque no creo que eso sea la causa de su buen humor— sonríe con picardía mi padre.

— ¿Qué?— lo miro con total confusión.

—Bueno... Gael se veía tan feliz como tú anoche cuando te trajo a casa— bebe un trago de su jugo.

— ¿Gael me trajo?

—Completamente dormida y entera que es lo más importante— asiente convencido— me pareció decente, al menos no fue necesario desenfundar mi arma.

Bromea.

—Dime que no tienes una— digo ocultando una sonrisa que amenaza con salir.

—Yo no miento, cariño— responde de igual manera.

—No fuiste la única que durmió tranquila el resto de la noche. Tu padre no pisó la habitación hasta que tú regresaste sana y salva— confiesa Elena dejando una porción de tortilla frente a mí.

— ¿Me esperaste?— susurro algo impactada.

De donde venía, las muestras de afecto no estaban en el diccionario, y saber que tengo un padre que se preocupa por su hija, removió todo en mi interior. Se siente extraño y cálido a la misma vez.

—Te espero desde que te hiciste adolescente, ahí es donde empiezan a salir y dejan a los padres preocupados en el living de sus casas— dice sirviéndose un pedazo de tortilla—. Y a ti, hija, no pienso perderte nunca más.

Sonrío, y temo que lo que iba a decirle arruine el momento. Corto en pequeños trozos con el tenedor la tortilla, buscando la manera adecuada de soltar lo que les quería decir.

—He estado pensando en...— hago una pausa, negando— Decidí ir a ver a Diana hoy— Alex deja caer abajo el periódico y centra su mirada en mí. Mi padre por otro lado luce asombrado, confundido—. La ayudaré en la investigación.

—No puedes hacer eso.

—Ya lo he decidido, papá.

—No, no lo harás— dice con tono severo poniéndose de pies.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now