C a p í t u l o 24

1K 84 2
                                    



Gael se fue no sin antes pedirme que cenara. Me preguntó de manera sutil si había algo que me preocupaba a lo que me negué y él dejó de insistir, aun estando desconforme con mi respuesta. Agustín se va en cuanto la madre lo viene a buscar, pero Diego pidió quedarse un rato más, asegurando que no habría problemas con ello. Y pese a que me pareció extraño la manera en que me miró al pedirme que no le avisara a su madre, finalmente accedí, no sin antes advertirle que en caso de que sea mentira no lo traería más a casa, afirmo aliviado que era toda la verdad.

La puerta se abre bruscamente y me sobresalto alarmada, pero todo vestigio de preocupación se esfuma al ver a Diana entrar. De inmediato noto que está algo tensa y luce agotada. Al visualizarme sonríe haciendo una mueca y deja su maletín, donde tiene su portátil, sobre la mesa.

—Te ves mal.

—Mucho trabajo — susurra, suspirando y rascando su frente.

—Ya veo— relamo mis labios y al cabo de unos segundos suspiro antes de hablar— Fui al Coffee Shops hoy temprano y no te encontré.

Alza las cejas en sorpresa y parece pensar sus palabras.

—Oh, sí. Yo salí por un momento a tramitar en el trascurso de la mañana— arruga su ceño— ¿Pasó algo?

Quiero contarle que a mi mente vienen imágenes, caras inconclusas, música, ruido y todo tipo de cosas que me hacen divagar durante unos segundos. Y cada que me esfuerzo en retener la información mi nariz sangra luego de un fuerte dolor de cabeza. Me salí del hotel con la excusa de que buscaría un café para Gael, aunque eso no me corresponde, necesitaba ver a mi amiga y contarle. Me sentía tan extraña e incluso en el hotel. Pero mucho tiene ya con que lidiar, solo la cargaría más.

—Solo iba por un café y pensé en buscarte—niego, jugando con el arito de mi oreja.

— ¿Segura?

Frunce el ceño y asiento. No parece creerme pero no sigue preguntando y se marcha a bañarse. Diego se marcha a su casa y por más que se niega a que lo acompañe voy, ya había oscurecido y sería una imprudencia dejarlo irse solo. En el tramo va callado y sonriente.

— ¿Lo pasaste bien?

Levanta su cabeza anaranjada y asiente, deteniéndose.

—Fue el mejor día de mi vida, además comí mucho.

Confiesa, enseñándome su panza haciéndome reír y al intentar retomar el camino me agarra de la mano, frenándome. Ahora estaba completamente serio y lo miro extrañada ante su cambio rotundo.

—No hace falta que me lleves hasta la puerta— niega y apunta —, correré y entraré.

La casa está a escasos veinte metros, no lo veo mal, de cualquier manera lo observaré hasta que este a salvo en su casa. Me agacho quedando a su altura y acaricio sus hombros.

—Puedes venir a casa a jugar las veces que quieras, pequeño — sonríe— Tú ve, yo te miraré hasta que estés dentro.

De repente, soy sorprendida por un fuerte abrazo de su parte. Y sin decir más se marcha corriendo. Al regresar creo sentir que me observan, miro alrededor pero nada llama mi atención. Sin embargo la sensación de desprotección me envuelve provocándome un temblor involuntario en mi cuerpo. Voy lo más rápido que puedo al departamento y en el estacionamiento oigo un ruido, me giro de inmediato paralizándome. Una silueta se camufla en la oscuridad y desaparece, sin pensarlo dos veces me echo a correr adentro.

No he podido dormir nada en toda la noche. Cada sueño era un tormento y cuando era vencida por el cansancio escuchaba el canto de los búhos, pasos y respiración agitada, que al despertar me percataba que se trataba de la mía. El miedo me mantenía en vela. El reloj en la mesita de noche marca las 5am y gruño poniéndome de pies para ir por un vaso con agua. Un murmullo en la habitación de Diana me llama la atención y me coloco detrás de la puerta. Por su tono podía notar que estaba enojada pero no levantaba la voz, seguramente para evitar despertarnos.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now