C a p i t u l o 32

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La sonrisa en el rostro de Noah ha disipado todo vestigio miedo que consiguió arraigarse de mi sistema, atormentándome durante todo el camino al hospital. Por un pequeño instante llegué a creer que estaba nuevamente en Houston y que todo seguía estando exactamente como lo dejé. Que todo lo bueno que me ha ido pasando no fue más que un producto de mi imaginación. Que mi infierno definitivamente se había perpetuado. No fue hasta que vi a Gael charlando dulcemente con Noah en los sofás de la habitación que pude relajarme. Sabía que estábamos a salvo.

Los recuerdos del pasado se arremolinan en mi mente por segunda vez, provocando una fuerte cefalea. Todo me resulta tan abrumador, tan confuso. Las imágenes repetitivas y las voces familiares vienen solo a generar caos y desespero. Y lo peor, es que no todas llegaban para quedarse. Solo me hacían saber que algún día estuvieron ahí. No quería darles muchas vuelta al asunto, sin embargo esos pensamientos me acompañan desde que caí en la calle.

El recuerdo de mi amiga regresa de manera atronadora dispuesto a perturbarme, no puedo borrar de mi mente el momento exacto en el que volteé a ella y la vi cargando un arma, para después apuntarle al hombre que decidí seguir. La piel se me pone de gallina de solo pensarlo. Y ahora con la cabeza despejada y en frio, comprendo que no ha sido la mejor de las ideas seguirlo, no sabía quién era ni de lo que es capaz. Me dejé llevar por algo tan inestable como lo es mi razón últimamente.

—... Y aparece por aquí— canturrea alegremente mi pequeño.

Rio sonoramente cuando me saca la moneda detrás de mi oreja.

— ¿Te gustó, mami?

—Claro, pequeño. Eres sorprendente, ese truco seguramente es muy, muy difícil— acaricio su mejilla y sonríe aún más.

—Yo pensaba lo mismo, pero no es difícil, Gael me lo enseñó mientras esperábamos afuera— le doy una mirada rápida, él está apoyado sobre el umbral de la puerta con la mirada fija en nosotros, está muy serio—, estaba preocupado por ti. Y yo también.

Vuelvo mi mirada a Noah.

—Ya no tienes de que preocuparte, estoy bien, mamá siempre lo está— intento sonar firme y confiada pero mi voz flaqueó.

Me abraza para luego bajarse de la cama e irse al pequeño sofá que esta frente al baño de la habitación, y comer unos dulces que le había comprado Gael.

— ¿Cómo te sientes? — pregunta por primera vez él con voz ronca acercándose y cuando voy a responder me interrumpe, sonriendo burlón—. Solo para que lo sepas, yo no tengo seis años.

Sonrío a pesar de no tener la mínima intención.

—Un poco abrumada, pero bien— frunzo el ceño, negando—. Mi cabeza no ha dejado de batallar con...

— ¿Con...? — me incita a terminar.

—Olvídalo— digo haciendo un gesto desdeñoso con la mano y él hace una mueca, resignado— ¿Y Diana?

—Dijo que tenía algo importante que resolver.

Estoy sentada en la camilla del hospital con los pies colgando en el aire y él se posiciona frente a mí. Ya no había necesidad de estar aquí, pero teníamos que esperar que me dieran de alta.

—Tengo que hablar con ella, no sé qué pudo haber pasado para que— me cercioro que Noah no esté oyendo y bajo la voz, susurrándole—para que lleve consigo un arma. Tú la viste. ¿Cómo pudo ocultar algo como eso?

Y de un momento a otro me siento alterada.

—Calma. Ella deberá tener sus razones, y sé que tú confías en ella.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now