C a p í t u l o 36

771 58 0
                                    

Las lágrimas caen por mi rostro con total libertad y, en estos momentos, solo puedo agradecer que mi pequeño finalmente se haya dormido. Durante nuestra estadía en Houston cada que me veía llorar sabía que algo malo pasaba o estaba por suceder, y no quería simplemente traerle esos recuerdos feos a su mente. No podía. Ha estado tan absorto en lo que el arte le brindaba que parecía no poder procesarlo del todo aun, y la emoción por sus nuevos amigos aun palpitaba, por lo que exponerme ante él sería egoísta. A pesar que el motivo de mis lágrimas hoy era diferente, no sería yo quien le arruine todo una vez más.

La puerta se abre e instintivamente limpio mi cara con las palmas de mis manos lo más rápido que puedo. Diana entra y cierra la puerta a sus espaldas, con el celular en su mano, inhalando y exhalando, como quien no soportara el peso sobre sus hombros ni un solo segundo más.

En la mañana no la vi y tampoco al regresar del hotel, y sin importar cuanto me esforcé por poder comunicarme con ella, no me respondió ni un solo mensaje. Es cuestión de segundos para que finalmente notara mi presencia en la escasa luz del interior.

—Natalia— da unos pasos con una nueva sonrisa en su rostro, luciendo diferente a la Diana de unos segundos. Luciendo falsa con esa enorme sonrisa. Al acercarse y notar mi estado se pone seria, y avanza cautelosa, sin dejar de inspeccionarme— ¿Qué tienes? ¿Por qué estas llorando?

—No tengo nada, descuida—susurro sin mirarla y sorbiendo mi nariz.

Limpio las lágrimas que continúan corriendo por mi rostro, no pudiendo retenerlas ni un solo segundo más. Me siento tan avergonzada en este preciso momento, porque no importa quien esté a mi lado, siempre me avergüenza que me vean en este estado. Me siento humillada.

—Si con nada, como tú dices, estas así, no pretendas que mire a otro lado— musita sentándose junto a mí, me giro en su dirección—. ¿Qué pasa?

Y no sé por qué razón, pero su genuina preocupación solo me hace sentir mi angustia con más intensidad. Y por más que me esfuerzo a no volver a derramar más lágrimas, es inútil retenerlas.

—Es Gael...—confieso al cabo de unos segundos de total silencio.

— ¿Han hablado luego de...?

—No. Si—niego con la cabeza, confundida— Si, pero no precisamente de eso. Lo noté algo distante conmigo en el hotel.

—Pero... tú me dijiste que lo rechazaste. ¿No?

—No estaba lista para oír eso— susurro.

—Es normal que actúe así— resuelve obvia—. Y más aún si le dijiste que solo actuaba por lástima.

Froto mis manos en mi cara, completamente frustrada. Muy arrepentida.

—Lo sé. Es que así lo creía— bajo la mirada, apenada—, así lo creo.

—No dejes que tu miedo sea mayor que lo que sientes por él.

— ¿Qué? Yo no...

—Oh, vamos... no hace falta tener ni media neurona para notar cuanto se atraen— hago un mohín, resignada—Sino, no estarías en este estado si no te importara.

—A veces, me detengo a pensar y siempre llego a la conclusión que jamás voy a poder vencer este temor que cargo en mí—apoyo mi mano en mi pecho y lágrimas nuevas nublan mi visión, respiro hondo para sosegarme—. El miedo a que me lastimen es tan grande que siempre busco la manera de huir. No creo soportar salir lastimada otra vez, ni de sentir como cada ilusión por tonta que sea finalmente se apaga.

—Solo puedo decirte que si no lo intentas, pasarás el resto de tu vida pensando en que pudo haber sido. Y Gael—niega como si le costara decir eso—, siempre me pareció sincero contigo.

Máxima Traición✔️(En edición)Onde histórias criam vida. Descubra agora