C a p í t u l o 3

2.9K 172 12
                                    


Soy un manojo de nervios ya mis manos empezaron a sudar y mi corazón late a una velocidad imparable cuando el miedo fluye por mis venas. No puedo articular ni una sola palabra, ninguno lo hace solo nos limitamos a mirarnos el uno al otro y pierdo la noción del tiempo. Puedo sentir que lo conozco pero no estoy muy segura, su rostro me es familiar. El magnate interviene haciéndome volver otra vez a la realidad.

— ¿Está todo en orden?— Kevin le dedica una mirada rápida para dirigirse a mí nuevamente con desprecio.

— ¿Tú qué haces aquí?— su voz suena ronca, claramente se contenía y eso me aterra.

—Yo trabajo aquí — retiro la bandeja dejando el pedido y así poder salir de aquí. Me sorprende tomándome de la muñeca y me molesto—. Suélteme.

— ¡NO!— doy un salto en mi lugar por el susto—. No voy a permitir esto una vez más...

— ¡Maldito loco, suélteme!

— ¿Alguien me puede decir que pasa acá? ¿Señor Miller?— interfiere el magnate irritado y él le regala una sonrisa forzada.

¿Miller?

Esta p... ella, no tiene por qué estar acá.

— ¿Miller? — Siseo, y cuando lo miro con detenimiento es que parece asustarse— ¿Tú quién eres? ¿Acaso te conozco?

— ¡Eso es imposible!— su tono es calmado y tranquilo pero hay algo erróneo en él.

— ¡Diana, llama a Andrea!— me interrumpe poniéndose de pies y mi compañera no se pierde detalle alguno, tampoco se mueve. Me habría gustado pedir ayuda a los de seguridad pero no lo creí necesario hasta que tiró de mí.

—Te escoltaré hasta su oficina yo mismo.

Su paso es apresurado y no lo puedo seguir, mis piernas no dan abasto por lo que prácticamente me lleva arrastrando. En el camino puedo escuchar protestas provenientes de su acompañante quien por cierto nos ha estado siguiendo desde que abandonamos la mesa, manteniendo una prudente distancia entre nosotros. Al igual que Diana.

— Lo llamaré pronto, Gael — Kevin o Miller, se dirige a él dando por finalizada su reunión de negocios.

Al llegar Andrea nos visualiza y su expresión cambia, estaba acomodando unos papeles en legajos. Algo que era de extrañarse porque nunca vi algo así.

— ¡Andrea!

— ¿Ocurre algo?

Se dirige a mí ignorando por completo su presencia y estoy a punto de hablar de nuevo cuando él me interrumpe.

—Por supuesto que sí — nos mira de hito en hito — Ella no puede estar aquí, rechace su maldita solicitud. ¿Qué explicación tienes para eso?

Andrea luce confusa pero es cuestión de segundos para verse ansiosa, nerviosa y ¿temerosa?

—Bueno... —su voz tembló y se encoje de hombros—tiene buenas recomendaciones, tu amigo la trajo para que pudiéramos considerarla y darle un espacio— no me sorprende que John sea amigo de este tipo. Andrea posa su mirada en cómo me aprieta mi muñeca con violencia y como acto de reflejo él la presiona aún más— Ya, suéltala.

Mi mano se golpea con violencia sobre mi cadera y el alivio que siento es indescriptible cuando siento mi mano liberada de su agarre. Por inercia hago movimientos circulares con mi muñeca en un intento desesperado de aminorar el dolor.

—Ella se irá, — su tono autoritario me pone la piel de gallina — y es mi última palabra.

— Bien, te doy el plazo de una semana para irte.

—Pero...— me interrumpe.

—Natalia — intenta sonar autoritaria pero su voz le falla—. Te doy esa extensión por tu gran desempeño, espero no la desaproveches y busques un nuevo trabajo.

—Evita ser barredora de calles— él ríe carente de humor. Se pone de frente, alza mi mentón obligándome a mirarlo a los ojos y habla con sarcasmo—. Sigues siendo muy débil.

Sin decir más sale de la oficina ofreciéndole una disculpa al magnate quien luce más allá de lo sorprendido. Quedo sola con Andrea y el hombre trajeado junto a la puerta, por su expresión sé que lo ha visto todo y la vergüenza me mata por completo. ¿Diana donde se había metido? Alguien toma mi muñeca y me aparto con brusquedad, cuando levanto la mirada me encuentro de lleno con una Andrea totalmente preocupada. Sé que ella no me haría daño ni aunque quisiera, siempre estoy a la defensiva esperando lo peor de todos hacia mi persona.

— ¿Puedo...?— le enseño mi mano y mientras inspecciona hace una mueca de disculpa —. Lo siento tanto, por todo.

Le regalo una sonrisa de esas que le regalo a John todos los días, un tanto practicadas, falsas...

—Estoy bien.

—Quedara una marca— el magnate quien por cierto no se había movido en absoluto de esa esquina se acerca a verificar—. Además de eso te cortó con sus anillos, por la presión y tu forcejeo.

El temor se arraiga de mi sistema y mi vista se nubla por las lágrimas acumuladas, mi garganta quema. No puede ser, no puede ser. John me vera y se enfadara mucho. Por más que limpie las lágrimas estas siguen saliendo con desespero.

— ¡Alexis! ¡Tráeme el botiquín de primeros auxilios, pronto!— pide Andrea.

— ¿Es para tanto? — pregunto miedosa.

—No, tranquila, solo para curarte.

Después de unos segundos aparece un hombre de unos cuarenta años que he cruzado por el pasillo algunas veces, viene con un cajón grande entre sus delicadas manos. Es casi de mi altura de piel trigueña y cabello oscuro, algo robusto, siempre luciendo brillante con sus lindos atuendos.

—Gracias, Alexis.

Unas manos grandes y suaves toman mi antebrazo, esta vez como accionada por un interruptor retiro mi mano con brusquedad y me aparto unos metros de la persona que deseaba agarrarme. Mi respiración es dificultosa y las lágrimas no dejan de mojar mi rostro.

—Tranquila, Natalia, no te hare daño — dice Gael, el magnate.

—Solo déjala— interviene Andrea.

— Solo quiero ayudar —dice con indignación— ¡Es Miller quien la hirió aquí! ¡Y usted no hizo nada para detener a su maldito esposo!

Un sollozo se me escapa involuntariamente. Gael intenta acercarse nuevamente a mí y me aparto nuevamente. Estaba asustada y mi cabeza era un completo caos.

—No la alteres más de lo que ya está. Por favor retírate, vuelve pronto a acabar lo que viniste a hacer.

—Es increíble que venga desde Miami para negociar con ustedes, y son unos imbéciles si creen que después de todo lo que presencié me asociaré finalmente.

John se dará cuenta y me golpeara por arruinar esta oportunidad, notará que un hombre me toco. Golpeara a Noah y también nos encerrara. De repente un dolor fuerte en el pecho me sofoca y me falta el aire, mi cuerpo empieza a temblar y caigo sobre mis rodillas mareada, las náuseas no se hacen esperar.

— ¡Es un ataque de pánico!— grita alguien a mis espaldas y hace que el miedo se expanda por mi cuerpo.

Unas manos toman mis mejillas y me hacen mirar a quien tengo delante de mí. Ojos color esmeralda me miran fijamente con el ceño fruncido, no logro oír lo que me dice pero no hace falta ser un genio para darse cuenta que me indica como respirar lentamente. Intenta levantarme pero lo aparto, no quiero tener a nadie cerca de mí, no hoy. Una protesta es pronunciada del otro lado de la sala pero sé que se trata de Andrea. Una vez puedo agudizar el oído lo escucho.

— ¡No me interesa en absoluto si quiere venir conmigo o no! ¡No se va a quedar aquí!— Gael estalla y me saca de balance por completo.

Entonces mi cuerpo entero se eleva del suelo y soy consciente de como mi lado del rostro choca contra algo cálido y blando pudiendo sentir su respiración dificultosa. Y por primera vez en mi vida me siento segura, mis miedos y preocupaciones desaparecen.

Máxima Traición✔️(En edición)Onde histórias criam vida. Descubra agora