C a p i t u l o 34

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—Necesito que retrocedas entre las 11pm a 10pm— indica Diana a un colega.

El hombre que analizaba las cintas hace tal cual ella le indica. Los dueños de la casa de enfrente no tuvieron objeciones para enseñar las grabaciones cuando vieron que la detective venia acompañada por sus más allegados vecinos, lo que le facilitó un poco más el trabajo. Todos están reunidos en la antigua habitación que su hija dormía cuando vivía con ellos, es ahí donde tienen conectadas las cámaras de seguridad a la vieja computadora desde donde ven las imágenes.

—Ahí, para— se apresura a decir Diana, acercándose más con el ceño fruncido, el hombre pausa la grabación inmediatamente—. Acércala— obedece y las siluetas de dos personas junto al auto de Alex son expuestas de manera inconclusas.

—Aquí los tenemos— dice, reanudando el video e intentar ver algo.

Llevaban gorras y camperas de abrigo, no podían verse claramente en la oscuridad de la noche. Mucho menos debido a la baja calidad de imagen del viejo monitor.

— ¿No hay nada que se los pueda identificar?— pregunta Alex conteniendo su rabia. Había cierta esperanza de que fuera una broma.

—La imagen no es clara, la llevaré conmigo para poderlas analizar— declara él.

—Por favor, Saúl, encárgate de eso— ordena Diana—. Y no le digas a nadie sobre esto.

—Por supuesto— responde, tomando sus cosas para irse.

Todo el equipo había levantado sus pertenencias y las cargaron en los vehículos, listos para regresar a trabajar. Diana junto con Azul se habían despedido de todos, y cuando está por subir al auto, Ian la llama. Se acerca con pasos dubitativos hasta el auto de ella.

— ¿Crees que podamos hablar a solas?— inmediatamente Azul le da una mirada a Diana, y sin que dijera nada se sube al auto, dándoles privacidad—. Te quería agradecer por lo que estás haciendo por nosotros.

Avanzan unos pasos lejos del auto.

—Los ayudaré siempre que esté a mi alcance, sabes que tengo mucho aprecio por tu familia— Ian baja la mirada, suspirando— Pero, no es eso lo que querías decirme. ¿Cierto?

—Yo sé que te sigues culpando por lo que pasó— ella resopla sonoramente, llevándose las manos a la cintura. No podía creer que tendría otra vez esta charla con él—, sé también lo que significa que estés aquí, con nosotros. No te culpo por nada y tú también debes dejar de hacerlo. Lo que pasó fue terrible pero no fue tu culpa. Debes intentar seguir adelante con tu vida, como yo intento hacerlo. Ella ya no está y no hay nada que podemos hacer.

— ¿Y si hay algo que pudiera hacer?— inquiere con los ojos llorosos, él la observa con genuino dolor.

—No, hija. No puedes regresarla de la muerte.

—Puedo hacer justicia— dice en un suplicio.

La mirada entristecida en su mirar la hizo sentir mucho peor. E incluso se sintió incapaz, aun estando tan cerca de acabar con todo.

—No hay justicia que valga ante la pérdida de mi hija, Diana. No si te pone en riesgo a ti también. Lo único que me gustaría seria tenerla conmigo, poder abrazarla y oír su risa otra vez. No miento cuando digo que me gustaría que esos mal nacidos paguen, pero sé que ella habría deseado que su padre cuidara de su mejor amiga, no que la dejara ir tras ellos— dice, con la voz ronca por las emociones.

— ¿Cómo...?— Ella lo mira con extrañeza y su expresión se transforma en enojo puro— ¿Cómo sabes eso?

—Tú mejor que nadie debes saber que, tras años en la policía, a uno se le asignan contactos empapados de información.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now