C a p í t u l o 30

974 70 0
                                    



— ¿A dónde vamos?— espabilo con curiosidad.

Él tomó un rumbo diferente al camino del departamento de Diana y solo pude notarlo cuando mi mente me dio un pequeño respiro. Estaba tan absorta en mis pensamientos que solo pude formular la pregunta estando demasiado lejos. Gael me da una mirada rápida y sonríe de costado, por su expresión sé que notó mi distracción y obviamente le sacó provecho. Inclusive había notado que solo ellos en el camino iban hablando pero solo los oía a lo lejos, desconectada.

—Ya lo verás— confesó con voz ronca y sin borrar esa travesura incrustada en su sonrisa.

No insisto a pesar de querer saberlo. No era consciente de cuanto no anhelaba realmente volver a casa y encarcelarme en mi mente, aun inconscientemente, solo para sufrir en silencio. El hecho de que Gael haya tomado un rumbo distinto, independientemente del que fuera, supe que me agradaría.

Paramos en un estacionamiento bastante recurrido y solo bajamos hasta que paga el lugar, me sorprendió en cierta forma que él haya conseguido un espacio vacío ya que esto estaba bastante lleno. La impresionante vista nos impacta a Noah y a mí, compartimos una mirada asombrada, feliz. Como si a ambos un gran sueño se nos hubiese cumplido. Y quizás así es. En nuestras antiguas vidas cada que alguno estaba muy mal debido al cautiverio al que estábamos sometidos, yo solía describirle las playas como un lugar soñado donde habitaban los peces. Donde el viento chocaba tu cara y la arena se escurría entre los dedos de los pies. Nunca habíamos tenido la oportunidad de ir juntos a una por lo que le pedimos a John una pecera, lo que él sorprendentemente aceptó.

Y por un instante la nube que cubría mi cabeza se disipa.

—Pensé en traerlos para que pudieran distraerse un poco—dice rascando su nuca algo inseguro de su elección—, solo espero que no tuvieras algo importante que hacer— niego con la cabeza aun no pudiendo hablar y el alivio invade sus facciones—. Bueno, entonces, iré a comprar algo para beber. ¿Vienen o prefieren ir mientras tanto?

— ¡Te esperamos en la orilla!—dice mi pequeño con euforia— ¿Cierto, mami?

Aclaro mi garganta.

—Claro.

Sonríe sintiéndose más seguro sobre su elección, y antes de marcharse le pone seguro desde la llave a su auto.

—Vuelvo enseguida— me guiña el ojo y se marcha.

De la mano emprendemos camino y al pasar los adoquines de la vereda nos detenemos contemplando la arena, aun sin pisarla. Observo a Noah y él me devuelve una mirada cómplice, claramente pensando en lo mismo que yo. Inmediatamente, como si corriéramos a contra reloj, nos quitamos nuestros calzados para caminar descalzos sobre la tibia arena. Y viviendo esa sensación atrayente que mis narraciones no alcanzaban a describir, empezamos a correr. Ya no íbamos de la mano pero ir a su lado con el viento chocándonos las caras y hundiendo los pies en la arena dejando huellas al paso, fue lo más sensacional que hemos vivido.

Y, justo en la orilla sumergimos los pies.

Habíamos arrojado metros antes nuestros calzados y no me importó, por un segundo, nada más que las cosquillas en mis pies—ocasionadas por las sales naturales y la baja temperatura —y por la risa alegre de Noah, los de él también. Reímos y lo salpico con el agua, él quiere hacer lo mismo, sin embargo soy más rápida y corro antes de su ataque. Al cabo de unos minutos a la lejanía puedo ver a Gael cargando algunas cosas en sus brazos. Avanzamos hacia él y cuando Noah se ofrece a ayudarlo él se niega.

—Gracias, pequeño, pero te traje solo para que te diviertas— dice dándole un obsequio.

Noah asiente algo confuso pero volviendo sobre sus pasos su sonrisa toma forma nuevamente.

Máxima Traición✔️(En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora