C a p í t u l o 10

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Al bajar las escaleras del piso superior me topo con Diana en medio del camino, y al pasar me susurra que nos veremos en la plaza a la hora del descanso para charlar. Yo volvía de dejar una orden y trataba de esquivarla totalmente, la vergüenza que sentía era terrible. Pero ella insistía en buscarme y hablar. Me quise negar, sin embargo sé que no descansará hasta lograr su cometido.

La intriga sobre lo que quiere hablar no me deja razonar correctamente y empiezo a pensar que me juzgará. Una voz en mi cabeza me dice que ella no es así y que de haberlo querido hacer ya lo hubiera hecho. Ella lloró conmigo y me demostró cuan comprensiva puede ser, no fue un juez sino una amiga. Tengo que intentar calmar esta ansiedad que me sucumbe.

Permanezco quieta del otro lado del mostrador observando a la gente, en la mesa doce hay una pareja mayor hablando libremente y sonriendo con amor genuino. Los admiro terriblemente como con solo mirar al otro se dicen tantas cosas. Al cabo de una hora tenemos nuestro merecido descanso y Diana me alcanza justo en el umbral para ir a la plaza. No dice nada en el trayecto, sigue permaneciendo muy seria y al sentarnos en la banca sonríe tensa.

—Tengo lo que creo una solución a tu problema — suelta al cabo de unos segundos.

¿Está bromeando? Busco en su rostro un atisbo de mentira pero fallo en el intento. No puedo hablar, de hecho no sé qué decir ante tan repentina charla.

— ¿Qué?

—Mira, dijiste que te irías, ¿no es así?— asiento confusa—. Y que no lo hacías porque te faltaba cobrar el último sueldo de tu trabajo.

—Ya suéltalo, Diana.

—No hace falta que cobres nada. Vente a vivir conmigo a Florida y te ahorraras el alquiler, entre otras cosas. Además conocerás a mis padres, que por cierto cada vez que hablo con ellos preguntan siempre por ti.

— ¿Te has vuelto loca, verdad?—la observo confusa y ella sonríe ampliamente encogiéndose de hombros.

— Vamos, Natalia, estarás en una ciudad nueva para ti con tu hijo, sola. ¿Qué mejor que estar con tu amiga? No tendrás que pagar nada.

—No me parece justo.

—Nos dividiremos para pagar la comida y los servicios si lo deseas, pero vamos. Estarás lejos del imbécil de John, ¡y conoceré a tu hijo!

— ¿Qué hay de ti? Venías a trabajar, ¿no? No puedes dejarlo ahora.

—Ya tenía planeado mi regreso de antes, solo te incluí en él, ¿qué dices? — espera ansiosa tomándome de las manos, suspiro sin decir nada.

Es una buena idea. ¿Qué podría perder por irme? ¿Maltratos? ¿Abusos?

— ¿Estás segura?— pregunto para darle oportunidad a retratarse.

Rueda los ojos y sonríe.

—Pues claro, piensa en tu hijo. Él no es feliz, tú lo has dicho. Ésta es una oportunidad para poder escapar, además estaría encantada de tenerlos a ambos conmigo.

Noah merece ser feliz.

—De acuerdo — digo rápido antes de arrepentirme—. No se lo comentes a nadie. John puede conseguir medios para seguirnos el rastro.

—No te preocupes, tengo todo bajo control — sonríe triunfante, como si hubiera más de lo que me cuenta.

— ¿Qué parte de Florida por cierto?— no puedo ocultar mi entusiasmo.

—Miami.

—Lo he visto por fotos, es hermoso.

— ¿Lo ves? ¿Qué estamos esperando? Hagámoslo esta misma noche.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now