C a p í t u l o 4

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Las enfermeras fueron súper atentas y rápidas en su labor cuando Gael me trajo a urgencias, sin embargo sentí cada segundo pasar muy pero muy lento cuando parecía no alcanzar el aire hasta mis pulmones. Andrea no se despegó de mí ni un segundo y en ciertas ocasiones la vi observarme mientras enviaba textos escondiendo el celular, era como si me vigilara. Me asustó porque así me sentía desde que desperté en un hospital y verlo en ella... tal vez por eso John me envió allí. Para tenerme siempre vigilada. Gael por otro lado suspiraba notablemente cansado recostado en la pared, ese hombre ha de estar hasta el cuello de trabajo y yo haciéndole perder el tiempo, la vergüenza que siento en este momento es global. El ataque de pánico ya había pasado hace varios minutos pero me pidieron que esperara a una médico clínica para una última revisión y cuando me hace pasar a la guardia empieza a revisar mis signos, presión e incluso la vista lo que fue raro.

— ¿Tienes seguido estos ataque de pánico?

—No— soy sincera, con mi mano aún en mi pecho.

— ¿Y qué crees que pudo haberlo desatado?

—Un hombre me atacó, creo que es mi jefe — digo que no es del todo mentira, pero fue mi miedo por John lo que lo ocasionó.

—Podemos ayudarla, señorita — la anciana me tiende unos folletos informativos sobre violencia de género.

¡¿QUE?!— siseo

—Escucha, —dice y mira su planilla— Natalia, llevo años trabajando y he visto miles de...

— ¡Fue ese tipo desconocido!— interrumpo y ella solo sonríe apenada.

— Muchas personas sufren de frecuentes ataques de pánico y viven su vida evitando situaciones que les causan miedo, aunque en la mayoría de los casos es irracional — se encoje de hombros sin más por hacer— Si quiere una vida libre de estos ataques, líbrese de su mayor temor. Porque con el tiempo solo aumentaran.

—Muchas gracias, pero no necesito estos folletos en los que hacen ver todo simple y menos necesito ese número telefónico de gente que nunca hace nada por las mujeres, más que dejarlas más vulnerables a merced de su atacante — espeto rápido y ella alza una ceja, prácticamente lo confesé todo —. Noticieros.

— ¿Al menos me deja darle unos consejos por si llega a ocurrir otro ataque?

—Bien — susurro luego de unos segundos internamente agradecida.

Y con suma paciencia comienza a explicarme paso a paso métodos que me podrían ayudar si es que hay siguiente ocasión. Además de eso medio número celular para que ante cualquier inconveniente la llamase. Me acompaña hasta la salida y Gael continuaba en el mismo lugar un poco más alterado que hace un rato, busco con la mirada a Andrea y no la veo por ningún lado.

— ¿Andrea?

— Digamos que la motivé a irse — hace una mueca.

—No es recomendable que vuelvas sola...

Él la mira ceñudo y algo ofendido.

—Estoy aquí, — clava su mirada en la mía —puedo llevarte.

—No quisiera seguir abusando —mi dulce manera de negarme.

—No es abuso — lo miro atenta —.Es una invitación, y te invito a llevarte hasta tu casa.

Considero negarme nuevamente pero solo me atrasaría más en llegar y no me gusta dejar a Noah demasiado tiempo solo. Acepto y nos guía hasta el estacionamiento.

— ¿Por dónde vives?— pregunta encendiendo el auto.

—Toma la ruta principal, el resto yo te guio.

Asiente y prende la música de la radio. Sonaba muy aburrida la sintonía y temo que con lo lejos que vivo sumado a su cansancio se terminara durmiendo mientras conducía. Él parece oír mis pensamientos y me tiende su pendrive.

—Después culpan a YouTube por los escasos de oyentes de radio pero lo que pasan es un asco. Busca donde poner el pendrive, por favor.

Lo miro confusa sin reaccionar. ¿No conocía su auto?

—Es rentado.

—Bien — tanteo y miro pero no hay nada —. No tiene entrada de usb.

— ¿Ni siquiera esto me pudo salir bien hoy? — se queja negando con la cabeza.

— ¿Por qué lo dices?

—Yo... — suspira sonoramente— El negocio por el que venía era muy necesario para mi hotel pero como ves no pude lograr nada y...

Hace una pausa y creo saber lo que no dice.

— ¿Y había alguien? ¿Una chica tal vez?

—Sí, y no — sonríe divertido y me mira —. Es complicado.

—Entiendo perfectamente las complicaciones.

Confieso riéndome y él hace lo mismo.

— ¿Qué hay de ti? ¿Hay alguien?

No sé si decirlo, porque no se siente correcto llamarlo "esposo" en específico y sé que a John le gustaría que sepan que según a él le pertenezco. Aunque no está aquí. Gael es tan guapo que asegurarle algo que ni yo estaba segura sería penoso y decepcionante.

— Sí, y no— sonríe cuando respondo de igual manera y me contagia—. Es complicado.

—Entiendo perfectamente las complicaciones.

Sonreímos y el resto del camino solo permanecemos en silencio oyendo la terrible música de la radio. Y al perder la onda se nos acaba el espantoso ruido y solo nos queda el silencio, uno un tanto incomodo como grato. Nadie dice nada, excepto yo que tengo que darle aisladas indicaciones de desvíos y él solo asiente absorto en sus pensamientos.

El auto se detiene donde le indique que parara, y cuando miro por la ventanilla puedo ver como las luces de casa están apagadas menos la de la habitación de Noah. Eso significa que John no ha llegado.

—Gael.

—Natalia...— nos interrumpimos hablando al mismo tiempo—. Tú primero.

—Te quería agradecer por lo que has hecho por mí el día de hoy y...

—No, por favor. No debes agradecer.

—Jamás nadie me había ayudado en nada y mucho menos tomarse la molestia en traerme hasta casa, no mediante una invitación— reímos.

—Estaría encantado de hacerlo otra vez, — saca algo del bolsillo de su saco y me lo entrega —podrías anotarme tu número y tal vez si vuelvo a venir podríamos tomar algo o me das un tour por Houston y —lo interrumpo.

—No tengo celular — parece haber sido golpeado en el estómago.

John me quitó mi celular una vez que me llamó un tipo a las pasadas media noche. Yo no le había pasado mi número sino que al dejarlo al mostrador lo tomó y se llamó para que le quedase mi número, como olvidar esa noche...

—Oh — sonríe pero no como hace un rato, es forzada—. Entiendo, sería demasiada suerte para mí.

Bajo del auto y el entendimiento me da de lleno, y me acerco para aclarar.

— Gael, de verdad no tengo.

—No te molestes, entiendo.

—Mi celular se rompió — le miento — Pero puedes darme el tuyo.

—Por más que te lo dé nunca llamarías, ¿cierto? — no respondo y hace una mueca en un intento de sonreír—. Mala suerte entonces.

Sin decir más acelera el auto perdiéndose entre la oscuridad dejándome total y completamente desconcertada. ¿Se había interesado en mí? No, imposible. ¿Tan necesitado de amigos estaría? Pero no le veo razón para querer conocerme, no era nadie interesante. Claramente si no hubiera tenido que venir a una casa donde estoy con John y mi situación seria otra, le habría dicho que sí lo llamaría. Porque había que decirlo, era guapísimo. Es cuestión de unos minutos para que atraviese esos metros de distancia que le hice poner y llegar a casa. Observo a Noah dormido unos minutos parada en el umbral de su habitación y finalmente me voy a dormir. Y es entonces cuando las pesadillas resurgen.

Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now