C a p í t u l o 6

2.2K 143 9
                                    



Mi día laboral transcurre con tranquilidad a pesar de lo recurrente que estaba el lugar, ya no había rastro del hombre de ayer y lo agradezco porque no creo poder soportar su presencia sin sentirme intimidada. Emily vino hoy con un aire de grandeza que nunca vi en ella, solo me saludó pasándome por un lado y eso fue todo. Pero se fue tan rápido como llegó y no dio explicaciones sobre nada, si bien no me las debía ella solía contarme todo. En cuanto a su mano no había rastro de nada ahí. Por otro lado, Diana no ha dejado de interrogarme apenas crucé la puerta, se veía muy cansada y ojerosa. Se disculpó muchas veces más de las que la perdoné por haberse ido de esa manera, entiendo que haya tenido miedo y lamenta no ayudarme cuando claramente la necesité. Y se le ve muy sincera. Le cuento todo con lujos de detalles incluido lo conocido que me parecía y lo insegura que me hacía poner, ella muy comprensiva me brindó todo su apoyo.

—No dudes nunca en llamarme si me necesitas.

Arranca un pedazo de servilleta y anota su número de celular para dármelo.

—Gracias, Diana, pero no tengo celular.

—Lo sé, solo guárdalo por si algún día lo necesitas. ¿Ya has buscado algún otro trabajo?

—No está en mis planes por el momento — niego guardando el papel en mi bolsillo.

—Oh, por lo visto el dinero no es problema para ti — dice pretendiendo sonar desinteresada y muy sonriente —. Te envidio, muchos debemos pagar nuestro alquiler y necesidades, y con suerte las básicas.

—No lo es —y era cierto, John se ocupaba de todo ya que tenía mucha en su posesión.

— ¿Entonces por qué sigues viniendo cuando puedes irte?

—No me gusta dejar nada a medias.

—Hablando de eso, ¿no es raro que Andrea te diera una semana?

—Se comporta raro lo admito — hago una mueca.

—Creía que solo yo lo notaba— ríe y se pone más cerca de mí— Emily estuvo muy distante contigo hoy también, ¿no eran amigas?

— ¡Maldición, Diana! Pareces policía con tantas preguntas.

Ella hace una mueca y no dice nada. Andrew nos anuncia mediante la campana un nuevo pedido.

— Yo lo llevo.

Durante unos meses fui quitando dinero de la caja fuerte de la recámara que John cree que yo no sé. Fui haciendo un trabajo de hormiga sin que lo notara y solo para adelantar mis planes comencé a trabajar en el restaurante.

—Que tengan buen día— se despide Diana y me abraza por primera vez, yo tardo en reaccionar— Adiós amiga.

—Adiós —digo mientras espero a mi mamá/chofer afuera y pasan más de diez minutos.

— ¡Natalia, tu madre llamó y dijo que no podrá venir por ti, está en una reunión importante! — grita desde adentro Andrea.

Mi mamá nunca me perdía de vista cuando se trataba de volver a casa, siempre se asegura hacer lo que John le ordena y no solo a ella sino a mí. Sé que es feo que la suegra apoye al yerno quien golpea a su hija pero es así. Prácticamente no conozco la ciudad y hoy debo subirme a un transporte público, podría tomarme un taxi pero no quiero gastar nada de mis ahorros. Por en medio de la ciudad poblada y agitada, no puedo dejar de mirar a todos lados para cerciorarme que nadie me esté siguiendo, porque así se sentía.

— ¿Disculpe? — Toco el hombro de una mujer mayor — ¿Dónde puedo encontrar la parada?

La anciana me guía con su dedo y camino a paso rápido casi corriendo hacia la primera parada que veo a la distancia. Estoy a escasos metros cuando choco contra algo pequeño y blando haciéndola caer. Me recompongo rápidamente y la ayudo a pararse sintiéndome culpable. Y todo por mi maldita paranoia de sentirme vigilada. La mujer es joven, alta y pelirroja, acepta mi ayuda pero se ve molesta.

—Lo siento tanto — me disculpo, ella sacude su tapado negro sin mirarme —. No quería hacerte daño.

— Te voy a decir una cosa...— me señala con su dedo índice y levanta la mirada.

Todo vestigio de enojo se esfuma de su rostro en menos de un segundo, lentamente baja su dedo acusatorio y sus ojos se abren con asombro resaltando el negro de sus ojos. Nos quedamos en silencio mirándonos una a la otra mientras la gente de nuestro alrededor sigue su andar.

— ¿Venus? — Pregunta con una mezcla de asombro, confusión y miedo.

—No, lo siento —hago una mueca —. Soy Natalia.

Ella se acerca como si estuviera atemorizada porque desaparezca y con una mano toma mi mejilla, para ese entonces sus ojos están llenos de lágrimas. La confusión e intriga se arraiga en lo más profundo de mí.

—Vee —dice en un hilo de voz mirándome con tristeza.

—Lo siento pero no soy la persona que cree — me disculpo dispuesta a seguir mi camino.

—Esa voz... ¿estoy alucinando?— se pregunta para sí misma.

Un hombre trajeado totalmente de negro es tomado de su saco por la loca que tengo frente a mí y le pregunta.

— ¿Usted ve a esa muchacha de ahí?— me señala, el hombre la mira como si fuese el ser más extraño del planeta

—Claro— dice para luego seguir su camino y susurra —. Maldita loca.

Al menos no soy la única que lo cree.

— ¡Vee!— se abalanza sobre mí rodeándome por los hombros.

El latir desbocado de mi corazón no se hace esperar y de repente se siente como si me va a salir por la boca. Un escalofrío recorre mi cuerpo y la apartó amablemente.

— Me confundes con alguien más y si me disculpas llevo prisa— la paso de largo pero me toma del brazo.

— ¿Qué ha sido de ti todo este tiempo? Soy Susan. ¿No me recuerdas?

—No sé quién eres y perdón pero llevo prisa —me suelto de su agarre y me voy corriendo.

— Oye, espera — me corta el paso buscando algo en su bolso y me lo entrega —. Es el número de mi trabajo... búscame. Me gustaría no perder contacto contigo.

Acepto la tarjeta y la ojeo, trabaja en un spa. La arrojo al piso con disimulo antes de subir al colectivo que solo espero que me lleve directo a casa. Tomando un lugar junto a una mujer mayor miro por la ventanilla y veo a la pelirroja hablando con alguien por teléfono, cuando levanta la vista hacia mí el chofer avanza.



Máxima Traición✔️(En edición)Where stories live. Discover now