Capítulo 33

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"Se encontraba sentado sobre una manta mientras repartía, en pequeños cuencos, fruta picada, a su lado un niño jugaba con las orejas de un caniche marrón el cual parecía acostumbrado a las manías del pequeño.

Víctor estaba sentado frente a él grabando todo entre risas y pequeños comentarios de lo lindo de la escena, de pronto sin saber que pasaba todo se oscureció, el pequeño lloraba pero él no podía ver nada, no pudo evitar derramar lágrimas mientras llamaba al peli plata y al pequeño.
En segundos la oscuridad desapareció la espalda del Alfa estaba frente a el, alzó su mano pero está no respondía, lo siguió llamando hasta que el Alfa se dio la vuelta pero se quedó ahí viéndolo con lágrimas en sus ojos, parecía que por sus mejillas rodaban pequeños cristales, sus ojos azules estaban llenos de tristeza, por segunda vez y con todas sus fuerzas levanto su brazo, logrando al fin moverlo y alzándolo frente al ruso, este reflejo asombro en su mirada y sin parar de llorar levanto su brazo uniendo sus manos..."

Despertó con una extraña sensación que no podía describir, entre tristeza y desconcierto, sintió el peso de un brazo en su cintura, respiro el dulce aroma del Alfa, pestaño varias veces y observo el pecho desnudo de Víctor frente a él, sus manos estaban fuertemente sujetas al mismo por los costados, levanto la vista, el mentón del Alfa, sus labios, su nariz recta, las pestañas largas y plateadas relucientes por la tenue luz que se filtraba por las ventanas, deseo que sus ojos se abrieran imaginando lo hermoso que brillarían con esa iluminación, sin ser totalmente consiente volvió a acurrucarse y aspiro fuertemente, regresando a los brazos de Morfeo y olvidándose por completo de su sueño que lo había despertado.
*-*-*-*

Un ruidito molesto hizo que abriese sus ojos movió su mano izquierda para alcanzar su celular de la mesita de noche y sin saber quien llamaba colgó, pestañeo y froto sus ojos con la misma, le costó acostumbrarse a la luz pero cuando lo logro, se dio cuenta del pequeño cuerpo acurrucado junto a él, fue consciente de la calidez en su pecho provocada por la respiración pausada y calmada del azabache, también del hecho que no quería mover su brazo derecho posado en la cintura del mismo, la imagen que había observado la pasada noche donde lo cargó hasta la cama se esclareció notando ahora un lindo sonrojo sobre las lindas y rellenitas mejillas del menor.

Quiso quedarse por más tiempo así, extrañándose del acelerado ritmo de su corazón, deseaba saber por qué no quería apartarse y la solución dada en su mente era que se quedara ahí mismo, tal vez así lo descifraba, no era mala idea, sonaba interesante... demasiado interesante.

Sujeto el cuerpo del otro aun con más ímpetu, y recorrió no solo su rostro, fijo su vista en esas caderas donde reposaba su brazo y vio como la ropa se había levantado un poquito dejando ver un mínimo detalle de la piel perlada de abajo, como sin querer la cosa movió su brazo subiendo un poco más la camisa, iba a seguir a ver hasta donde llegaba pero sus intenciones fueron arruinadas por el brusco movimiento del chico.

Alarmado al imaginarse descubierto volvió a cerrar sus ojos aparentando estar dormido, pero nada sucedió, con cuidado abrió primero un ojo y luego el otro, solo se había dado la vuelta para su suerte, y que gran suerte ahora no solo apreciaba la curva del costado sino también las curvas del lindo duraznito trasero.

Y sumándole más puntos de suerte la camisa también se había movido dejando parte de la espalda al descubierto, estuvo tentado a pasar un dedo por la línea que seguía la columna y apretujar esos jamones frente a él.

Levanto su mano para cometer sus fechorías pero otro ruidito volvió a captar su atención, era una llamada y por el tono sabía que era Otabek, Yuuri se removió evidentemente molesto por el ruido pero no se levantó ni se volteo, aprovecho el momento y salió de la cama rumbo a la mini salita, sentándose en el sillón contesto la llamada.

¿Destinados?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora