Capitulo 54

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La pelirroja abrazo al platinado enterrando su rostro en el pecho ajeno, apretandolo y acariciandolo, el ruso se encontraba en un estado de shock y lo único coherente que en su cabeza se lograba formular era <<¿Que está pasando?>>

Tras unos segundos sin saber que hacer o decir trato inútilmente de alejar a la mujer pero fue en vano, en el mismo instante un nombre atravesó su mente como una flecha <<Yuuri>> de inmediato volteó a su lado derecho donde anteriormente estaba el Omega pero no encontró nada, su corazón golpeó su pecho y en un arrebato inconsciente de ansiedad empujó fuertemente a Mila haciendo que esta cayera al suelo.

El estruendo y el grito de dolor de la chica lo regresaron a la realidad, notando por primera vez la pierna enyesada de la Beta y la silla de ruedas junto a ella. Un estremecimiento le revolcó las entrañas y se apresuró a ayudarla.

Mila no dijo nada, cabizbaja solo se dejó ayudar, un sollozo salió de su garganta las lágrimas se acumularon y Víctor sin saber que hacer solo dijo —Lo siento-.  Llevando a la mujer a soltar en llanto.

No sabía que hacer ¿simplemente debía dejarla desahogarse? el silencio los lleno, era incómodo para el, pero no tenía el coraje de decir algo o más bien no sabía que decir, lo único que sabía era lo que ella diría en cualquier momento y solo espero a que lo hiciera, el llanto ceso de a poco y las palabras que el Alfa esperaba pero que no deseaba oír fueron dichas por la pelirroja —Se acabó, todo terminó para mi, no volveré a bailar, lo arruine, arruine mi vida, mis sueños, me decepcione a mi y a ti-.

—Mila...-

—Abrázame por favor- el platinado con movimientos robóticos y con todas las alarmas de su conciencia divididas, se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, no podía negar que sus palabras dolieron, a pesar de lo que ella hizo el jamás olvidaría el apoyo que le brindó cuando más lo necesitó, a pesar de todo seguía siendo aquella amiga que lo protegió... y por eso dolía, le dolía ver a aquella mujer determinada y fuerte que conoció, derrumbada y con sus sueños rotos.

No dijeron más nada, por segundos ambos se sumergieron en sus propios pensamientos, el tono del celular del platinado rompió la atmósfera, contestó, era el chofer que los había llevado a él y a Yuuri.

*Señor, su esposo está en casa, lo he traído a salvo, pensé que le gustaría saberlo, ademas si lo desea puedo regresar por usted-

—Gracias, ven por favor-

El hombre se despidió y dio por terminada la llamada, al menos la ansiedad y preocupación por el paradero del Omega disminuyó.

—Mi chofer viene para acá, te llevaré a casa, ambos debemos hablar pero no creo que este sea el momento.-

—Está bien, gracias Víctor-

—No agradezcas, con gusto te llevamos, de todas formas seguimos siendo amigos ¿o no?- dijo con una voz un tanto extraña y sus manos inquietas.

Sin que el se percatara el semblante de la mujer se oscureció y su sonrisa distaba mucho de ser sincera, sus puños se apretaron sobre sus piernas y sus labios tensos por aquella sonrisa temblaron, tragó saliva y trato de actuar normal.

El ruso siendo por naturaleza despistado, ignoró estos gestos y con un poco de dificultad la ayudó a bajar al último piso y salir de las instalaciones, se despidieron del vigilante quien los veía de una forma un tanto rara.

Mientras esperaban el logro alejarse, aprovechó para llamar a Yuuri, pero luego de 10 llamadas perdidas tuvo que desistir, era claro que el Omega no quería hablar con el y eso hizo que la opresión en su pecho regresara y aumentara en intensidad.

¿Destinados?Where stories live. Discover now