Capítulo 41

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Despertar en la cama de un hospital, desorientado y con un fuerte dolor recorriendo todo tu cuerpo no es agradable, y si a eso le sumamos el hecho de tener a toda tu familia en la habitación viéndote con decepción y rabia, definitivamente no es la mejor forma de recuperar la conciencia.

Víctor no pudo decir ni una sola palabra desde que abrió los ojos puesto que su padre se encargó de detener sus intenciones al momento de empezar a hablar, a pesar de todo el señor Jacob hacia su mayor esfuerzo por no alzar su voz mientras reprendía la estupidez e irresponsabilidad de su hijo, Lilia hacia lo suyo por evitar hablar dado que a diferencia de su esposo a ella muy poco o nada le importaba contenerse para regañarlo.

Natasha veía de lejos al mismo tiempo que agarraba la mano de su hijo, quien hacía un esfuerzo titánico por no matar a su primo y Otabek permanecía serio y callado pero reteniendo con su brazo también al rubio.

Cada que una palabra salía de la boca de su padre el platinado sentía cómo se hundía en un abismo, su orgullo se había evaporado al momento de caer inconsciente en el parque, su conciencia le repetía una y otra vez lo estúpido que había sido, su corazón dolía al ver la cara de decepción más profunda en su madre y el imaginarse a Yuuri perdiendo a su cachorro le era inconcebible, su estómago se revolvía y estuvo a punto de devolver lo poco que había en el mismo, al  darse cuenta de lo que el Omega vivió.

Después el horror pasó a ser rabia, consigo mismo y con el imbécil mal nacido que había intentado profanar a la persona más tierna que el jamás a conocido. 

Sin replicar acepto todo lo que sus padres dijeron, sabía que el derecho a defenderse lo perdió desde el instante en que se levantó de la banca horas antes en el parque.

Y ahora mientras se cambiaba la bata del hospital por unos jeans y una camiseta lo único que rondaba su cabeza era el chico lindo de ojos chocolate, no había permitido que lo visitase y aparte el mismo no tenía el valor de verlo a la cara.

A pesar de encontrarse bien, nada en el lo estaba en realidad, se había preocupado al momento de sentir un fuerte dolor en el pecho y estómago, pero no tardó en notar la relación de este padecimiento con el recuerdo de ver a Yuuri parado en frente de la banca gritando mientras él sin ningún reparo se alejaba en busca de aquella mujer.

Los dos meses anteriores había creído superar poco a poco a esa mujer que lo destrozó, pero a la vida le bastó unos segundos para darle de lleno un puñetazo afirmando lo contrarío.

Pensaba que su recuerdo ya no dolía, que su deseo por ella ya no estaba presente, pero no, ahí seguía muy oculto en el fondo de su corazón.

Lo que el no se podía explicar y que también estaba haciendo que sus neuronas se quemaran era la sensación contradictoria que tuvo, mientras corría detrás de aquel auto una parte de él quería verla pero otra parte pedía que regresara, y entre más se alejaba más crecía la segunda, hasta que algo que nunca en su vida había experimentado lo hizo pensar con más claridad y dar la vuelta de inmediato.

En su cabeza sonaba otra voz  completamente aterrada y llena de dolor y angustia la cual lo llamaba y pedía que lo ayudase...

Sin saber cómo había llegado ya a su casa, se fue directo a su cuarto y se arrojó a la cama, cuando su nariz hizo contacto con la almohada y sintió el tenue aroma del Omega sonrió, olvidando por unos instantes todo lo anterior y quedó dormido.

Al despertar una silueta lo miraba desde la puerta, era pequeña, delgada pero por el odio que emanaban esos ojos esmeralda sentía cómo su piel se erizaba.

Afortunadamente otra figura apareció, su muerte todavía no sería concretada. Ambas figuras se adentraron en la oscuridad de la habitación, Víctor se sentó en el borde de la cama esperando por las represarías de aquellos hombres.

¿Destinados?Where stories live. Discover now