Otra Vieja Historia

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(Leed con la música por favor)

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― Es tu turno.

― ¿Cómo?

― Si estás aquí es por una razón, Elías. Porque deseas hacerme una, o muchas preguntas. Y si yo he permitido este encuentro es porque ansío darte respuestas.

No esperé que fuera tan directa.

― Realmente no sé por qué estoy aquí.

―Oh, sí que lo sabes. Créeme. Solo es cuestión de que pienses.

Guardé en silencio, porque, una vez más, sabía que ella tenía razón. Solo que tal vez...

― Quizás simplemente temes mis respuestas ―asumió, respondiendo en voz alta a mi pensamiento―. Pero eres valiente, y por eso me has encontrado.

De acuerdo.

― ¿Realmente soy hijo tuyo? ¿Realmente soy... el último de los náhares?

Sonrió, complacida por mi pregunta.

― Así es. Digno hijo mío eres y serás, igual que fuiste digno hijo de tus padres, a quienes aquí conduje cuando tu madre te llevaba en el vientre, y en donde te volví sangre de mi sangre. ―contestó con convicción―. Y también un náhar, aunque no el último de ellos ―respondió enigmáticamente.

― ¿Quieres decir que hay más?, ¿Existe alguien más como yo en este momento?

Su rostro se ensombreció y su sonrisa se volvió más tenue, aunque me observó con firmeza y detenimiento.

― Así es, existe una persona como tú en este momento... pero para que algún día vuestros destinos se entrecrucen habrás de cumplir antes con tu misión, porque de lo contrario nunca os encontraréis ―advirtió―. De todas formas, ese encuentro no ha de preocuparte todavía.

― ¿Y qué es lo que debe preocuparme?

Su rostro se iluminó en este momento.

―Lo que debe preocuparte es lo que, en el fondo de tu corazón, ya sabes ―concluyó―. Es la razón por la que has acudido a mí.

Suspiré al tiempo que un nombre y un rostro se conjuraban en mi interior mientras sentía arder las ruinas y el odio.

― Dimitrius Stair.

Ella asintió, con convicción.

― ¿Sabes quién es Dimitrius Stair? ―preguntó.

― El Canciller. El gran maestre de la dimensionalidad ―resolví―. Un asesino al que todos obedecen por miedo y no por respeto. Y la persona a la que algún día tendré que matar aunque, más allá de las múltiples razones personales que hoy me impulsan a ello, todavía no sé por qué.

Sonrió con pesar.

― Tal vez es el momento de reformular mi pregunta, ¿Sabes quién es, realmente, Dimitrius Stair?

Guardé silencio. Sosteniendo su mirada glacial en todo momento.

― ¿Has oído hablar de los Siete Infiernos, Elías Dakks?

La observé, confuso.

― Todo el mundo conoce esa Historia. Son las dimensiones en donde los Inmortales confinaron... o confinasteis, a los siete señores del mal, los Ajawa, y a sus respectivos séquitos de demonios.

Asintió.

― ¿Crees en esa vieja Historia?

Mi corazón se aceleró, el pánico amenazaba con adueñarse de mí.

Tomé aliento antes de hablar y lo hice con sencillez.

― Hasta la fecha no. Pero visto lo visto, quizás debería.

Una vez más clavó en mí sus gélidos y perturbadores ojos de hielo, y después solo asintió.

Una vez más clavó en mí sus gélidos y perturbadores ojos de hielo, y después solo asintió

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SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora