El portal blanco

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Mi llanto se cortó y me esforcé por sonar firme.

―Voy para allá ―aclaré con rapidez. Colgué y eché a correr.

Apenas le di tiempo a Alan para replicar. Solo eché a correr.

― ¡No la dejes sola! ―supliqué a Alan mientras me alejaba por el pasillo.

No le escuché pedirme que me quedara, ni preguntarme qué sucedía. Recuerdo que esquivé a todas las personas que abarrotaban los corredores, y que llegué al área de emergencias, apreté el botón rojo de la pared, y grité.

― ¡La Kulshedra se dirige hacia Australia y el mar se está retirando! ―bramé pegando mi voz al micrófono para alertar a todas las personas que estarían al otro lado coordinando el plan de emergencias y enviando portales y sladers a todas partes― ¡Convoquen portales en todas las ciudades y pueblos!, ¡Y activen el mecanismo eléctromagnético de seguridad! ―chillé― ¡Quiero efectivos desplegados en cada punto en donde se abran los portales! ―supliqué―, ¡Soy Eliha Dakks, y esto es una orden!

Ni siquiera sabía si yo estaba en condiciones de dar alguna orden. Pero me dio igual. Inmediatamente después yo mismo eché a correr hacia la sala de portales.

Y en diez minutos me precipité por un portal que conducía a Sydney. Antes de que todo el mecanismo de evacuación se activase.

***

Solo podían estar en un sitio.

Recuerdo que entré a tropel por la puerta del Instituto, vacío todavía a esas horas. Era pronto por la mañana, así que muchas personas estarían durmiendo en sus hogares lo que dificultaría mucho la evacuación.

Luca me indicó por whattsap que se encontraban en la sala de informática.

Casi tiré la puerta para entrar. Justo en el momento en que Miriam estaba delante de una cámara que manejaba Noko. Todos los ordenadores encendidos. Y Luca sosteniendo la pértiga con el micrófono.

―No es una broma pesada. El mar se está retirando ahora mismo. Y hay que proceder a una evacuación generalizada ―suplicaba Miriam, asustada―. ¡Diríjanse hacia los portales abiertos en los diferentes puntos de sus localidades!, ¡Se los dejamos en la captura que adjuntamos en el envío a sus teléfonos!, ¡Por favor, es una emergencia!, ¡Es nuestra última oportunidad para sobrevivir! ―gritó.

El mensaje se cortó por un fallo eléctrico.

Miriam pateó una mesa gritando ¡Merde!

― ¿Se ha ido la luz? ―preguntó Noko, desesperado.

Todos asentimos. Seguramente la presencia cercana de la kulshedra estaba alterando los campos electromagnéticos y había producido una sobrecarga eléctrica generalizada acabando con el suministro.

― ¿Habrá dado tiempo a remitir el mensaje a todos los aparatos electrónicos antes del fallo? ―preguntó Luca, inquieto.

Noko asintió.

―Confío en que en su mayoría ―suspiró.

― ¿Y si la gente tiene apagados los aparatos? ―pregunté.

―Los he programado para que se enciendan de automático y con el volumen a tope ―aclaró Noko.

―Eres un genio ―admití―. Pero se te olvida que no hay electricidad ―automáticamente mi amigo maldijo su estupidez―. Por suerte tengo otra idea para las personas que no lo hayan escuchado ―aclaré―. Miriam puedo proyectar tu voz por todo el continente, con un hechizo. ¿Estás preparada para que te escuche todo el mundo? ―pregunté, tratando de mantener mi mente fría―. Tendrás que listar los principales portales en las diferentes ciudades, y mencionar que hay uno por barrio. Agrega que en todos los pueblos habrá al menos uno frente al ayuntamiento y frente al centro de salud, y por si los móviles funcionan, que las ubicaciones estarán señaladas en Google Maps.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now