Nunca le falles a alguien que te quiere de verdad

1K 176 25
                                    

Aquella noche no pude dormir.

Avisamos a los profesores enseñándoles el mensaje. Contactaron con la casa de Luca y allí confirmaron que pasarían a la mañana siguiente a recoger sus cosas, y que Luca permanecería en la isla hasta después de las vacaciones. Que por unos inconvenientes familiares habían tomado esa determinación.

Inconvenientes familiares.

Esa expresión se repetía una y otra vez en mi mente.

Joder.

Hasta donde yo tenía noticia, el único inconveniente en esa familia había sido él.

Y sigo sin saber explicar por qué, pero no iba a poder dormir mientras no supiera qué coño pasaba.

En silencio, mientras todos los chicos dormían, me levanté de mi cama, me vestí, y me dispuse a salir al pasillo.

Tal fue mi sorpresa que apenas salía con la intención de adentrarme en aquel estrecho corredor sumido en la penumbra, de la habitación de al lado emergió el rostro de Miriam, quien me observó con decepción nada más verme.

De seguro seguía despierta pensando que Luca podía aparecer por allí de un momento a otro, aunque fuera para despedirse o coger sus cosas, o... yo que sé. La mente puede ser muy traicionera y a esas horas de la madrugada sería capaz de hacernos creer cualquier cosa.

― ¿A dónde vas, Elías? ―Su espíritu periodístico no resistió la curiosidad.

Suspiré.

Hemos venido a concursar. Me repetí.

Es lo que me digo cada vez que me toca abordar un tema complicado, para intentar ser lo más directo posible.

―Llámame idiota, pero voy a ver a Luca porque creo que algo no marcha bien. Y no me iré tranquilo de aquí sin saber qué es ―admití.

Me observó con detenimiento.

―Tú tampoco te creíste lo del mensaje, ¿Verdad? ―preguntó.

Muy agudo, a veces olvido que mis compañeros son genios. 

Luego me dan mil vueltas con cualquier cosa y me dejan ahí tirado sin palabras, pero es lo que hay, a estas alturas debería estar acostumbrado.

Negué con preocupación.

―No sonaba como él.

Asintió con efusividad, dándome la razón.

―Lo que me extraña es lo de su padre. Me extraña que haya confirmado lo que decía el mensaje. Pero...

―Mira, Miriam ―atajé―. Si Luca hubiera escrito por propia voluntad ese mensaje, no habría sido un mensaje. Habría llamado. Y además me habría llamado a mí, no a Noko.

Mi amiga se esforzó por respirar profundo para mantener la calma.

No fue hasta ese momento en que me di cuenta de que reprimía las ganas de llorar.

Era jodidamente lista, sabía que algo podía andar muy mal en ese momento. Lo sabía tan bien como yo, y sin necesidad de saber todo lo que yo sabía sobre la vida de Luca.

― ¿Crees que le puede estar pasando algo, Elías?

Suspiré.

―Sea lo que sea, pienso averiguarlo.

Me dispuse a irme, pero la mano de Miriam me agarró.

―No espera, voy contigo.

―Miriam no sé sí...

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now