Celebraciones extraordinarias

733 107 143
                                    

¡Si! ¡No es broma! ¡Actualización extraordinaria de Ángeles Exterminadores para celebrar que hoy, 17 de abril, es el cumpleaños de Elías Dakks!

;) Nos leemos el domingo.

¡Un abrazo sois los mejores y adoro vuestros comentarios! 

pd: Un personaje al que echáis de menos está próximo a regresar...

***

—¿Son esos los chicos fachillas de vuestra clase? —preguntó Miriam a Amy señalando un grupo de 6 o 7 chavales con las capuchas puestas que en ese momento se disponían a acorralar a un joven que no cursaría más de primero.

No tardamos en verlos, pero para mi sorpresa Amy no tuvo tiempo de contestar.

—¡Ya está bien malditos homófobos de mierda! —estalló Noko— ¡EH, HIJOS DE PUTA! ¡¿PORQUÉ NO OS METÉIS CON UN MARICÓN DE VUESTRO TAMAÑO?! —Bramó bajando de súbito las escaleras del centro y acercándose a zancadas para encarar a esos pirados... completamente solo.

—Esto se va a poner feo —observó Jonno que acababa de acercarse desde la entrada en donde había estado esperando a Kayla, casi llevándose las manos a la cabeza.

No dio tiempo a reaccionar, en cuestión de los treinta segundos que nos llevó acercarnos hasta el grupo el joven había echado a correr y los anormales se agolpaban en torno a Noko, que se defendió a puñetazos con bastante entereza hasta que entre tres lo redujeron al suelo, en donde la emprendieron con su cuerpo a patadas.

Jonno se metió a la pelea y empezó a repartir ostias, yo me acerqué y logré reducir a un par sin pegarles. No podía hacer otra cosa porque si alguna vez hiero a un humano valiéndome de mis aptitudes me habría metido en el lío de mi vida y los ministerios tendrían la excusa perfecta para quitarme del mapa legalmente.

Si. Emprenderla a ostias con un humano implica ser condenado a la pena capital. Por si nunca os lo había dicho.

Hice un hechizo para que todos los aspersores del césped se activasen al mismo tiempo, y el agua empezó a calarnos a todos.

El pelotón de cobardes echó a correr avenida abajo hasta perderse en una de las manzanas próximas.

Nosotros nos quedamos allí, con la ira latiendo en nuestras entrañas y la impotencia de no haber podido hacer nada más que lo que hicimos.

***

—¡Pienso poner una queja a este maldito instituto! —bramaba Alan al teléfono en contacto con la directora.

—Alan... —intentó calmarle Miriam, por cuarta o quinta vez desde que aquella suerte de reprimenda telefónica había iniciado—, técnicamente el instituto no tiene responsabilidad...

—¿¡Que me calme!? —chillaba por teléfono—, ¿Me está diciendo que hoy a la salida de clase unos alumnos del centro a los que no sé qué clase de visión del mundo están enseñando le han propinado una paliza a uno de mis chicos, y que soy yo quien debe conservar la calma? ¡Exijo responsabilidades y... ! —separó el teléfono de su oreja, entre anonadado e indignado—. ¡Será desgraciada! —golpeó una silla con el pie haciéndola saltar mientras todos le observaban sin dar crédito, yo ya sabía cómo se las gastaba su furia. En una ocasión, no hacía mucho, le había escuchado cagarse en aspectos del santoral católico que desconocía.

Por fortuna para todos, el carácter flemático de Alan le hacía estallar con facilidad, pero nunca pasaba de la mera indignación verbal y se calmaba con rapidez.

—¡Me ha colgado! —declamó indignado observándonos con los ojos como platos y la vena del cuello todavía hinchada.

—Cálmate, Alan —sugirió Amy con resignación—. Debes respirar y restablecer tu presión sanguínea habitual, mientras eso no ocurra no pensarás con claridad.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESOnde histórias criam vida. Descubra agora