¿Qué podría salir mal?

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NOTA: hay varias canciones en este capítulo, aconsejaría hacer lo posible para escuchar cada tramo con la canción que el precede. Si no podéis no pasa nada, pero la historia gana mucho con la música ya lo sabéis. ¡ESTE CAP SÍ QUE ES LARGO! ;)

― ¿Luca se puede saber a dónde mierda nos llevas? ―preguntó Noko, riéndose.

Habían pasado varias horas desde que la visita terminó, estaba anocheciendo y después de una tarde libre que invertimos en callejear y ponernos un poco al día, nos dirigíamos a algún misterioso lugar sorpresa, junto a otra sorpresa que nos tenía preparada.

Una tarde que dio a cada quién para exponer sus novedades, y en la que yo no hice más que mentir como un bellaco.

Repetí una y otra vez que me había marchado con mis abuelos, y que ahora mis hermanos vivían en una galaxia lejana con ellos ―lo que no era del todo mentira, ya que en realidad mis hermanos estaban más lejos de lo que nunca hubiera estado de ellos, y en algún lugar de una galaxia en otra dimensión―. Pedí disculpas por haberme marchado, y todos coincidieron en que no necesitaba excusarme, lo que, para qué mentir, fue algo de agradecer porque no estaba para inventar una disculpa muy elaborada, ni para complicarme con nada en general.

De alguna manera fue como sentir, por un tiempo, que no pasaba nada. Que todo volvía al momento anterior a recibir aquel mensaje de mi hermana en ese fatídico día que cambió nuestras vidas, y en el que se perdió el recuerdo de nuestros padres, entre los gritos de mi pueblo.

Mientras Luca nos conducía hacia algún lugar de aquel histórico paseo marítimo cercano a una playa que, sospechaba, significaba mucho para él y debía ser el lugar que quería enseñarnos, aquellos gritos regresaron y por un momento perdí noción de dónde me encontraba.

Mi mente se transportó de forma involuntaria a aquel lugar que tanto había amado. El mismo de donde había logrado escapar, y en donde había visto volverse cenizas toda mi vida. Los gritos asolaron mis oídos.

No era la primera vez que eso pasaba, y me esforcé por seguir andando, como si nada. Como si realmente no me plantease la posibilidad de volver a hablar con mis padres en el periodo de vacaciones, de regresar a casa, y de contarles todo lo que había hecho, y en qué lugares había estado. Andando como si mi cabeza estuviese donde debía, cuando se había ido muy lejos.

Tan lejos que, en ese momento, solo quedaba una persona en el mundo capaz de traerla de vuelta.

―Dakks ―sentí un tenue empujón en mi hombro, y la dulce voz de Amy resonó entre el caos que era mi mente en ese momento.

En ese instante regresé a aquella playa, por la que ahora, como había supuesto, caminábamos.

Le devolví una mirada, confuso.

Nos habíamos rezagado.

Los demás iban unos metros por delante. Noko, Luca, Miriam, y Jonno habían iniciado una carrera hacia el mar que, por supuesto, ganó Jonno.

Aunque Miriam parecía más preocupada de admirar aquel lugar que de ganar la carrera, casi como si se tratase de lo más hermoso que hubiera podido ver.

El sol se erguía frente a nosotros, a punto de perderse en el horizonte. Y nos dirigíamos a lo que parecía una cala de roca.

Aprovechando aquel momento de intimidad me abandoné a sus ojos.

Me guiñó un ojo y me abrazó.

Fuerte.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now