Dadá es un microbio virgen

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Apenas veinte minutos después ambos estábamos en el salón ayudando con los preparativos de la cena y Amy les había enseñado a todos, incluido Alan, mi regalo de cumpleaños. Solo esperábamos a Luca, que tenía que regresar en cualquier momento de su examen de conducir. Cuyo resultado era aún una incógnita.

―Hay quien sí que sabe hacer regalos ―apreció Miriam, observando, embelesada, a Goalm, quien en ese momento y después de haber sido cuidadosamente alimentado por Amy dormía tranquilo en su nido sobre la pequeña rama de árbol que había dentro del fanal. Pronto se le quedaría pequeño y tendríamos que buscar una rama más grande en donde pudiera dormir a gusto.

―No me gustan los pájaros, pero hay que reconocer que este es espectacular ―reconoció Alan, todavía sin salir de su asombro, observándome con aquella cara de "eres una caja de sorpresas", que tanto componía cuando se trataba de temas paranormales.

Yo me reí.

A esas alturas todos entendían que a Adamahy Kenneth y yo nos unía algo más allá de una simple amistad. Pero nadie formuló ninguna pregunta incómoda, lo que es algo muy valioso cuando estas harto de dar explicaciones de todo tipo, y cuando quieres que para el resto del mundo siga siendo un secreto.

Noko terminó de servir el último plato de sopa en la mesa.

―¿Cómo creéis que le habrá ido a Luca? ―preguntó.

Miriam sonrió con cara de circunstancias y se encogió de hombros, sentándose en el respaldo del sofá, y mirando por la ventana, como esperando que Luca pudiera aparecer en cualquier momento.

―A saber ―admitió―. No sé si conducir con una pierna de metal, por muy biónica que sea, se puede hacer fácil de primeras. Pero es el genio más extraño que haya conocido jamás, así que podría haber pasado cualquier cosa ―sonrió.

No pudo disimular que albergaba la esperanza de verlo aparecer saltando por esa puerta y gritando a todo el mundo que era el dueño del mundo. Tal y como habría hecho el chico cuyo ego jamás baja de las nubes.

Pero hay cosas que sí cambian. No necesariamente a peor, ni a mejor. Las personas se transforman con el tiempo y las huellas de la vida. Es parte de vivir.

En ese momento Miriam se levantó con rapidez del sofá y corrió hacia el recibidor para abrir la puerta. Amy y yo intercambiamos con Noko una mirada cómplice. Y Alan, de seguro, no entendió nada.

Miriam abrió la puerta y al otro lado apareció Luca, con una sonrisa. Ambos se fundieron en un abrazo.

Alan se acercó a mí, antes de sentarse a la mesa, y me susurró al oído.

― ¿Me he perdido algo? ―Lo dijo casi riéndose.

Yo sonreí.

―El odio y el amor son las caras contrapuestas de una misma moneda ―concluí.

Él rompió a reír.

―Entiendo ―concluyó― ¡Sicilia! ―Le llamó― ¿Y ese examen de conducir?

Miriam y él se separaron con rapidez, algo cortados. Y se adentraron en el recibidor para emerger por la puerta del salón. Luca sonrió y nos enseñó un papel.

―He aprobado ―anunció contento.

Todos vitoreamos. Y el pareció un poco avergonzado, pero feliz.

― ¡Eres una máquina! ―gritó Noko eufórico― ¡Ya tenemos chófer biónico!

Rompimos a reír.

― ¡Eh, creía que el chófer era yo! ―Se quejó Alan.

―Bueno Alan, siempre serás nuestro chófer, pero está bien que...

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu