Un gran reto que acababa de aceptar

1.6K 233 93
                                    

Nota de autora: aqui os dejo nuevo capitulo y como estamos de celebracion porque cazadores ha llegado a los 200 K de leidos teneis sorpresa... ¡Un one shot de cazadores ya disponible en la historia! Os narra una pequeña parte de la historia que nunca fue contada. Una escena inedita. ¡os animo a leerla! 

Un abrazo y gracias por leerme. Sois los mejores.

Lunahuatl

*********************************

Para el momento en que mis pasos se detuvieron, por fin, frente a aquella pequeña casita con una fachada encalada y apartada de todo, más cerca del océano que del centro del pueblo, y anexa a la pequeña tienda de surf que Alan seguía llevando en el tiempo que le quedaba y que, de seguro, estos días había abierto más horas de las que acostumbraba, me detuve indeciso.

Me limité a observar aquella puerta de madera con un llamador metálico en forma de tabla de surf y con un aspecto bastante hippie, sin tener del todo claro si tendría huevos de hacer sonar aquel timbre.

Estuve a punto.

Varias veces.

Pero, después de todo, fui incapaz.

Di unos pasos y me senté en el borde del muelle que se tendía frente a la casa, a un salto del océano. Las tormentas desde allí debían ser impresionantes.

Mis pies colgando a escaso medio metro de las olas que rompían contra el paseo, la marea alta y el sol a punto de finalizar el tránsito hacia las tinieblas.

No me podía explicar cómo era posible que, después de haber pasado por tantas cosas, no me quedaran narices para hacer sonar una puerta.

Pero en ese momento la vida me concedió un golpe de suerte.

Sentí una puerta abrirse a mi espalda, y me giré. Y nuestros rostros se encontraron.

Ambos paralizados en un instante que detuvo el tiempo.

Alan dejó caer la bolsa de basura a sus pies y me observó atónito.

Pude suponer que, al margen de mi aspecto, que había cambiado un tanto en los últimos tres meses ―es lo que tiene perder cerca de diez kilos cuando no te sobraba ninguno, y viajar por el universo sin tener donde caerte muerto―, se debió al mero hecho de encontrarme allí cuando pensó que no iba a volver a verme.

Pasando por alto la realidad.

Que me fui sin despedirme y sin ofrecer una miserable explicación.

― ¿Elías? ―preguntó sin salir de su asombro, como si sus ojos contemplasen un fantasma. Tal vez la sombra de lo que una vez fui.

Me levanté, y dejé mi petate entre mis piernas.

Asentí.

―Sigue siendo mi nombre ―admití, encogiéndome de hombros.

Sentí mi corazón latir muy rápido, exactamente como el suyo. Podía escuchar la emoción golpeando en su pecho.

No dijo nada más, todo lo que hizo fue acercarse hasta mí.

Recuerdo que me observó con detenimiento, por un instante, y colocó su mano en mi hombro. Justo después sus ojos encontraron los míos y, como movido por un impulso que le fue imposible reprimir, me abrazó.

Unos minutos después nos separamos y volvió a observarme, sin dar crédito, esta vez más preocupado que otra cosa. Ya no tenía que agacharse lo más mínimo para mirarme a los ojos, y eso que era un hombre alto. Yo había crecido varios centímetros en estos meses.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESWhere stories live. Discover now